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Los trabajadores de las conservas de pescado tomaron este jueves las calles de Santoña para exigir unas condiciones laborales dignas y equitativas en el nuevo ... convenio del sector que se está negociando actualmente. Hartos de permanecer en silencio ante situaciones que perpetúan la precariedad en esta profesión, acudieron a la manifestación convocada por la Federación de Industria de CC OO en Cantabria y que congregó, a varios cientos de personas, en torno a 800 personas según el sindicato.
En la movilización participaron, en su gran mayoría, las mujeres conserveras que elaboran artesanalmente la anchoa en las fábricas, tanto en activo como ya jubiladas, así como trabajadores de otros puestos de esta industria y vecinos que quisieron arroparles en esta lucha por sus derechos.
La manifestación arrancó a las cinco de la tarde de la rotonda de Consorcio encabezada por numerosos dirigentes de CC OO, que portaron una pancarta reclamando un convenio «digno».
Las principales reivindicaciones que han puesto sobre la mesa de negociación son: un incremento importante de los salarios; la equiparación salarial del grupo 5 y 6; la reducción de la brecha de género en el sector – en la actualidad las mujeres, que constituyen el 98% de las plantillas, cobran hasta un 30% menos que los hombres – o un cambio en el sistema de clasificación profesional estableciendo un agrupamiento por puestos de igual valor. Además, se pide que se incluyan mejoras en los permisos para poder conciliar.
En las conservas de pescado trabajan actualmente en Cantabria 2.500 personas entre las que se incluyen, además de a las conserveras, a los congelados y derivados del mar. En Vigo, este jueves por la mañana, el sector se concentró también con las mismas exigencias.
La secretaria general estatal de la Federación de Industria de CC OO, Garbiñe Espejo, defendió que la jornada de ayer fue un «punto de inflexión» en este sector y alertó a la patronal de que «no vamos a parar hasta conseguir un convenio digno». Espejo, al término de la movilización en un lateral del parque Manzanedo, aseguró que su sindicato en, ningún caso, va a firmar «un convenio patriarcal como el último – que caducó en 2020–, y que perpetúa la precariedad al conjunto de los trabajadores del sector».
Por su parte, el secretario general de la Federación de Industria en Cantabria, César Conde, recordó que durante la asamblea estatal, celebrada el pasado 21 de septiembre, con los delegados del sector, se decidió que, si la situación no cambiaba y la patronal no dejaba su postura agresiva, «sería inevitable la convocatoria de una huelga del sector de conservas». Una acción que ha dado su primer paso con esta manifestación.
Conde hizo un llamamiento al resto de organizaciones sindicales presentes en la mesa de negociación para poner en marcha un calendario de movilizaciones y agradeció el apoyo de Izquierda Unida, presente en la manifestación. Como único avance citó el hecho de que «la patronal retire su propuesta de trabajar los fines de semana pero no es suficiente».
En la manifestación participaron un gran número de mujeres sobadoras de anchoa dispuestas a luchar por «tener un salario digno y los mismos derechos que cualquier español». Una de ellas era Puerto Valle que destacó que tienen un trabajo «muy duro y laborioso», que les ocasiona «muchos dolores musculares» y «no está reconocido económicamente». Esta conservera explicó que llevan muchos años intentando que «nos escuchen en las fábricas», así que «ya es hora de que nos vean y nos oigan en la calle. No vamos a parar hasta conseguir lo que es nuestro».
A su lado, Carmen Rodríguez recalcó que, además, de reivindicar cobrar igual que los hombres trabajando lo mismo, «reclamamos tener conciliación familiar porque tenemos miedo pedir permisos para acudir a citar médicas con nuestros hijos y padres por temor a represalias. Es muy duro trabajar así en el siglo XXI».
Ambas agradecieron la presencia de compañeras ya jubiladas que «nos apoyan porque saben lo que les ha costado llegar a jubilarse para, después de 40 años cotizados, cobrar una pensión mínima». Esto, subrayaron, «no es por nosotras es por las que vienen detrás. Las jóvenes no quieren ir a las fábricas por el precario sueldo que pagan». Ahora, dijeron, «vamos a alzar la voz y nos van a tener que escuchar. Teníamos miedo a salir a la calle para no perder el trabajo, pero estamos cansadas y esta manifestación ha sido un punto de partida sin retorno». Y, si hace falta, «estamos dispuesta, aunque nos duela, a una huelga».
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