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«Seguiré siendo sindicalista, aunque me haya jubilado». Esta frase define muy bien a Luis Ángel Ruiz Cardín, que fue secretario general de la UGT de Cantabria durante 16 años (1982 a 1998), y que ha dejado la actividad cotidiana al cumplir los 65 años, aunque sigue dispuesto a echar una mano en el sindicato si le necesitan. Dejar atrás toda una vida de actividad sindical es complicado sobre todo porque han sido un años duros e importantes tanto para la historia de Cantabria como para la de España. El paso a la democracia, la reconversión industrial, el conflicto de Reinosa, las 'peleas' por las aperturas comerciales y la lucha contra las reformas laborales han sido algunos de los hitos vividos por Ruiz Cardín, un nombre imprescindible en la historia del sindicalismo cántabro, y que se une a otros como José Luis Cos o José López Coterillo ( CC OO), a los que admira por su acción sindical en tiempos especialmente complicados para la acción sindical.
-¿Cómo empezó en el mundo del sindicalismo?
-Empecé militando en el CSUT con Félix Martínez Churiaque, Isabel Tejerina y otros y, de hecho, me presenté por esta formación a las primeras elecciones sindicales de 1978 en Almacenes Ribalaygua, en donde he trabajado hasta que se cerró la empresa. A las siguientes elecciones, después de escisiones y la práctica desaparición de CSUT, me presenté ya por UGT. Comencé, por tanto, en el sindicalismo en el ámbito de la empresa. Sin embargo, me impliqué después en el sindicato cuando se formó la primera Federación de Comercio y se empezaron a sentar las bases de la dinámica del sector y se lograron grandes mejoras en la condiciones de los trabajadores del mismo. Más adelante se produjo una crisis en la ejecutiva del sindicato, cuyo secretario general era José Luis Cos y algunos compañeros me animaron a ponerme al frente de la misma. No estaba previsto que fuera secretario general, de hecho lo iba a ser José Emilio Gómez, pero lo acabé siendo y estuve 16 años, en los que conté con la colaboración de diferentes compañeros en las ejecutivas, algunas que fueron muy heterogéneas con afiliados a la Liga Comunista Revolucionaria, por ejemplo, y a los que estoy muy agradecido. Recuerdo a Antonio Hontañón, por ejemplo. Especial relevancia tuvo la dirección en la que conté con Roberto Pellón y Germán Becerril, entre otros. Se hizo un gran trabajo e implementamos en Cantabria instrumentos que todavía perviven.
-¿Cuáles han sido los principales logros de los sindicatos en Cantabria en los años en los que estuvo al frente de la UGT?
-Uno de ellos es la concertación social ya que tuvimos que enfrentarnos a la negativa del Gobierno de Hormaechea y del de Alianza Popular, pero finalmente se abrió un espacio de diálogo para que se nos oyera a los sindicatos. Otro ha sido la creación de mecanismos institucionales como el Orecla para resolver los conflictos laborales, el Consejo Económico y Social, la participación en Sodercán. En definitiva, se abrieron cauces para que sindicatos y empresarios pudieran participar en las decisiones que se tomen en la región y ahora todavía se mantienen.
-Los sindicatos, la UGT, han vivido momentos difíciles...
-Hubo un momento complicado que fue la huelga del 88 contra el Gobierno del PSOE. La verdad es que las reformas que se planteaban han quedado pequeñas con lo que vino después, pero aquel fue un momento duro porque se trataba de un ejecutivo socialista y se entendía muy bien que la UGT estuviera al frente de la protesta, pero lo importante era la defensa de los trabajadores. Otra situación compleja fue el cambio de modelo productivo después de los años de dictadura en España que desenvocó en la denominada reconversión industrial. Parecía evidente que las leyes laborales del pasado no podían regir las relaciones laborales y no se podían seguir manteniendo empleos subvencionados a través del Instituto Nacional de Industria y luego de la SEPI. Sin embargo, la contrapartida fue el despido de miles y miles de trabajadores y de puestos de trabajo que no se recuperaron porque la reindustrialización prevista nunca se llevó a cabo . Cantabria perdió capacidad económica en el PIB y se perdieron muchos puestos de trabajo. El sector servicios no podía recuperar los empleos perdidos en el industrial aunque ha tenido más capacidad de crecimiento. Además, el empleo de los servicios es más eventual y precario que en la industria. En resumen, estamos todavía pagando en Cantabria los efectos de una reconversión que no se vio compensada por medidas de reindusrialización.
-¿Y situaciones concretas que haya vivido en el ámbito sindical al frente de la UGT?
-Recuerdo, enlazando con lo comentado de la reconversión industrial, el conflicto de Reinosa que fue un episodio muy grave en la historia laboral de la región. Nos reunimos con Carlos Solchaga, que entonces era ministro de Industria, para hablar de las ZUR (Zonas de Urgente Reindustrialización) y no fue capaz de entender que la destrucción del empleo era muy grave en Cantabria y que se necesitaban este tipo de medidas. Lo peor es que fue muy prepotente. En realidad, no nos escuchó.
-Imagino que sigue habiendo motivos para la preocupación de los trabajadores...
-La última etapa del Gobierno de Rodríguez Zapatero y la de Rajoy han sido nefastas para los trabajadores con las reformas laborales de 2010 y 2012 ya que han deteriorado el mundo laboral y mermado los derechos de los trabajadores a los que en muchos casos han convertido en esclavos. Sin embargo, ahora tenemos motivos para cierta esperanza como el incremento del Salario Mínimo Interprofesional, el subsidio para los mayores de 52 años. Me parecen positivas medidas como el control horario en los centros de trabajo que ha implantado el Gobierno de Sánchez porque puede evitar la sobreexplotación en algunos sectores. La Inspección de Trabajo hace una importante labor, especialmente en el control de sectores como la hostelería en el que se duplican jornadas y hay empleados sin dar de alta en la Seguridad Social. Estos abusos de algunos empresarios hay que impedirlos y en Cantabria el equipo que dirige Miguel Ángel Gálvez está en ello.
-¿Hacia dónde debería ir la economía de España?
-Hay que establecer una modificación del sistema productivo para favorecer en las empresas el camino hacia la economía circular y sostenible que contribuya a que el sector industrial recobre importancia.
-¿Se atreve a dar alguna 'receta' para Cantabria?
-Hace tiempo que defiendo que tenemos al lado el ejemplo del País Vasco y que deberíamos ir al rebufo, lo que no quiere decir perder independencia sino ver las actuaciones que se llevan allí a cabo y trasladarlas a la región en la medida de lo posible. El PIB es uno de los que más crece y en Cantabria se produce un cierto estancamiento. No estaría de más que nos centráramos más en trabajar y sacar proyectos y no en salir en la tele (dice en clara referencia a la presencia televisiva del presidente Revilla. Creo que expertos como Guillermo de la Dehesa ya han dicho esto que estoy comentado. Los vascos han logrado reindustrializarse después de una reconversión que allí fue muy dura y es una región muy importante en España y en Europa sin que Urkullu vaya a la televisión de continuo.
-¿Cómo han cambiado y están cambiando los sindicatos? ¿Qué tienen que hacer para estar cerca de los trabajadores?
-Han cambiado porque está cambiando el mundo del trabajo. Los cambios son evidentes. Por ejemplo, en el comercio hay un auténtico desconcierto porque mi competidor es mi propio proveedor y han nuevos modelos como el comercio 'online'. Esto ha llevado a la desaparición de muchos puestos de trabajo. Es demoledor. No hay posibilidad para que los jóvenes emprendedores puedan encontrar su sitio y todo esto está teniendo una clara incidencia en los puestos de trabajo. Así, el sindicalismo es reflejo de lo quieren los trabajadores. Los dirigentes sin elegidos en congresos y asambleas. El día a día de la acción sindical se vive a la hora de negociar los convenios, los ERE, etc. Los dirigentes de los sindicatos están muy cualificados desde el punto de vista técnico, pero tienen que estar más a pie de obra. El mundo sindical tiene que llegar a los centros de trabajo. Luego está todo lo que tiene que ver con la precariedad laboral que ha deteriorado el mercado laboral junto con los abusos de algunos empresarios en determinados sectores, que muchas veces afloran gracias a la labor de la Inspección de Trabajo.
-¿Nunca pensó dar el salto a la política activa?
-Pertenezco al PSOE desde 1979 y la verdad es que en ningún momento me lo han planteado ni me he planteado dar ese salto. Es más, hubo un momento que desde el partido (estando Rosa Inés García y Jaime Blanco) quisieron echarme. Soy militante y como tal he apoyado a Pablo Zuloaga que está ahora al frente del partido. Solamente tengo una pequeña responsabilidad como vocal de la Comisión de Ética y Garantías del PSOE cántabro.
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