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El Grupo Solvay anunció este miércoles al mercado que «redimensionará» la capacidad de su fábrica de Torrelavega y, en paralelo, apostará por un nuevo modelo de negocio para el complejo cántabro. En concreto, esa estrategia gira en torno a una reducción de la producción de ... carbonato de unas 300.000 toneladas anuales -pasará de las 900.000 actuales a unas 600.000- y una apuesta por el bicarbonato farmacéutico, con un mayor margen de rentabilidad y un nicho donde la factoría de Barreda es referente mundial.
La empresa ya ha comunicado incluso el nuevo rumbo al comité de Torrelavega, un cambio que reposa en diferentes factores. El primero, el hecho de que el mercado del carbonato vive desde hace años una competencia feroz, especialmente encarnada en fabricantes turcos y chinos, con mayor laxitud normativa y ambiental que sus homólogos europeos.
Un producto 'genérico' donde prima el volumen sobre el margen de beneficio y que en el caso de Solvay Torrelavega también se había visto impactado por las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania. La empresa ha tenido que buscar nuevos proveedores en enclaves lejanos como Tanzania, Perú o Australia que encarecen el coste de producción, que en la propia factoría depende en un 60% del precio de la energía; y, de nuevo, un largo transporte hasta sus clientes. En consecuencia, un modelo que «no es sostenible» en el tiempo y que ha provocado que la competencia ofrezca mejores precios en mercados como Chile o Argentina, principales clientes de la compañía con planta en Cantabria.
De ahí la primera gran decisión: recortar casi un tercio la capacidad de la fábrica para el futuro en este segmento. El nuevo volumen, además, se intentará colocar en mercados próximos como España, Portugal o Francia. Incluso, a futuro, buscar certificados de sostenibilidad y hacerlos valer ante potenciales clientes, en una Europa que lidera el cuidado ambiental por encima incluso de los riesgos industriales.
En paralelo, la segunda pata del viraje. Barreda dispone en la actualidad de dos líneas para producir bicarbonato. Una más genérica y la otra especializada en el ámbito farmacéutico, un producto codiciado para los rellenos de los cartuchos de hemodiálisis. «La idea es dar una vuelta a la estrategia de la fábrica», explican desde la organización.
En este campo del bicarbonato 'premium', con mayor margen de beneficio, Solvay Torrelavega es referente mundial y cree que tiene margen para seguir creciendo. Por ello, apostará por dos líneas de este producto en lugar de la única que tiene funcionando a día de hoy. Por contra, el volumen anual será de 170.000 toneladas, aproximadamente, similar al actual.
Como todo lo relacionado con Solvay en los últimos tiempos, la transición energética conforma el tercer eje del plan. «Indispensable» se ha llegado a calificar en la fábrica. La química belga lleva casi dos años aguardando noticias del Gobierno de España respecto a un potencial respaldo, tanto normativo como financiero, pero todavía no hay concreción. La compañía está a la espera de poder optar a líneas de ayudas del Perte de Descarbonización, así como de las subastas de la cogeneración. De momento, no hay novedades en ninguno de estos ámbitos.
Solvay, de hecho, aspira en una última fase a construir una unidad de captura de C02, lo que le allanaría el camino para producir bicarbonato verde y lograr la máxima especialización dentro de un nicho de mercado de alto valor añadido.
Ahora bien, antes de llegar a ese punto, la empresa sigue trabajando en las bases de lo que debe ser su futuro energético, uno que ya no podrá usar el carbón en 2025. Como alternativas de inversión, tal y como explicó El Diario en mayo, diversos proyectos toda vez que el plan para levantar una planta sustentada en combustible sólido recuperado (CSR) no está catalogada como 'verde' y no podría optar a ayudas europeas.
En este sentido, Solvay ya trabaja junto con el Gobierno de Cantabria en diversas soluciones. En todo caso, una obviedad: el recorte de capacidad productiva en el segmento del carbonato igualmente se relaciona con la incapacidad, a día de hoy, de alimentar energéticamente el proceso de producción a esas revoluciones. Solvay, reconociendo este hecho, insiste en que el detonante ha sido el recrudecimiento del mercado, tanto por la competencia como por los efectos de la guerra en Ucrania.
La pregunta que todo el mundo se hace ahora mismo en Torrelavega. ¿Afectará al empleo el cambio de modelo y una producción más baja? La empresa precisa que estas modificaciones serán progresivas y que, en cualquier caso, el bicarbonato farmacéutico, dadas sus particularidades y exigencias, demandará un mayor control y mano de obra. No obstante, Solvay estudiará «en los próximos meses» las consecuencias de la nueva hoja de ruta y, aun así, recuerda que una de las señas de identidad de la empresa es preocuparse por sus empleados, algo que ya hizo con el cierre de la planta de cloro en 2017, adquirida por Bondalti, donde hubo recolocaciones.
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