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Hace apenas dos meses, los vecinos de Villaverde de Pontones (Ribamontán al Monte) se quedaron sin el único cajero automático que Unicaja Banco (antigua Liberbank) tenía en esta localidad, tras el cierre de la oficina bancaria. De la noche a la mañana se lo ... llevaron «descaradamente» en un camión, sin previo aviso y a pesar de un acuerdo que a entidad había suscrito apenas un mes antes la Federación de Municipios de Cantabria (FMC), según lamenta el regionalista Joaquín Arco, alcalde de este municipio de algo más de dos mil habitantes.
¿Qué ha supuesto la pérdida de este servicio para los vecinos? Pues que tengan que desplazarse hasta la localidad más cercana, Solares, para poder sacar dinero o hacer cualquier tipo de gestión. «Cada noche tengo que desplazarme hasta Solares para ingresar lo que he recaudado en mi negocio. Es un gran trastorno, nos han dejado vendidos», denuncia Mercedes, que regenta un quiosco. «Yo estoy jubilada y conduzco, pero hay mucha gente que no y están desprotegidos», añade Carmen, otra vecina de esta localidad.
Este es un ejemplo de la situación que están padeciendo algunos cántabros, cada vez más, como consecuencia del cierre progresivo de oficinas bancarias. Según los últimos datos recogidos por el Banco de España, Cantabria ha perdido 191 sucursales desde el año 2015 al 2022, lo que supone un 44,6%. La consecuencia directa es que 49 de los 102 municipios de la comunidad autónoma no disponen de ninguna sucursal y 45.687 cántabros (un 8% de la población) no tiene acceso a una oficina bancaria en su municipio, lo que les obliga a desplazarse a otras localidad. En algunos casos cercanas, pero en otros no tanto, como le ocurre a los vecinos de Tudanca, cuyas sucursales más cercanas se encuentran en Reinosa, Matamorosa o Potes, a más de 60 kilómetros.
Santander es el municipio en el que más oficinas se han cerrado en los últimos siete años, pasado de 142 a 82; seguido de Torrelavega (de 34 a 20) y Castro Urdiales (de 15 a 7). La mayor pérdida de sucursales en Cantabria se produjo entre los años 2016 y 2017, cuando descendieron un 18% (de 423 a 348).
Unicaja Banco (73), Banco Santander (56), Caixbank (41) y BBVA (26) son las entidad que más oficinas aglutinan en la región. En su caso, la antigua Liberbank se comprometió el pasado mes de abril con la FMC a mantener abiertas hasta este pasado mes de junio, diez de las 28 oficinas de Cantabria cuyo cierre estaba previsto inicialmente para ese mes y no descartó la reapertura de las 18 restantes en el caso de contar con el personal necesario para asegurar la atención presencial a los clientes.
Ahorro de costes
¿Cómo se ha llegado a este situación? En 2008, la crisis financiera obligó a reestructurar la red bancaria. Después, la digitalización del negocio y los bajos tipos de interés llevaron a los bancos a cerrar sucursales para ahorrar en gastos y durante el último año la crisis sanitaria del covid se ha llevado por delante una parte de una red cada vez menos extensa. «En los últimos 14 años se ha destruido en España en torno a 140.000 empleos y se han cerrado más de 20.000 oficinas. En Cantabria, se han perdido más del 50% de los puestos de trabajo que había hace diez años y hemos dejado sin servicio a una cantidad impresionante de municipios, ilustra Pedro Damalia, presidente del comité de empresa de Unicaja en la región.
Damalia apunta que la situación se ha «agravado» en los últimos meses con el cierre de oficinas de Banco Santander y Unicaja, que no han estado exentos de polémica ya que en varias localidades, como Alfoz de Lloredo o Ajo, los vecinos han protagonizado diversas concentraciones de protestas. «A los bancos les interesa el cierre de esas oficinas porque lo que buscan es un ahorro de costes, pero se están olvidando del servicio a la gente mayor», apunta este representante sindical, que menciona el cambio técnológico «brutal» al que está siendo sometido el sector, pero cree «no se puede dejar de lado a esa gente que no tiene capacidad para operar mediante banca electrónica». «Hay gente muy mayor que tiene que hacer unos cuantos kilómetros para poder sacar su pensión», añade.
Este empleado de banca desde hace 16 años, que trabaja en la sucursal que Unicaja tieen en Solares, puede dar fe de esos desplazamientos entre localidades para hacer cualquier gestión. «En mi oficina atiendo a diario a vecinos de Entrambasaguas, Villaverde de Pontones, Gajano, Solo, La Cavada, Liérganes... Y algunos tienen que hacer cola durante dos horas para ser atendidos».
¿Que supone esto? Que al haber menos oficinas la carga de trabajo es mayor entre los empleados que, por el momento, tienen la suerte de no perder su trabajo (1.100 personas trabajaban en 2008 en Unicaja y ahora lo hacen 300). «Todo el entorno de trabajo es negativo, algunas oficinas se colapsan y hay bajas por ansiedad y depresión, porque ha habido compañeros que no han podido dar más».
La respuesta del Gobierno de Cantabria a la merma de este servicio ha sido una inversión algo más de dos millones de euros en la instalación de cajeros automáticos en 38 municipios en riesgo de despoblación, que engloban a unos 23.000 cántabros. Sin embargo, el presidente del comité de empresa de Unicaja en Cantabria cree que «es un parche». «El problema es que la gente mayor tiene dificultad para usarlo y además, los cajeros a veces se estropean (si, por ejemplo, alguien mete mal un billete) y pueden estar sin servicio durante un fin de semana».
Pero no solo eso. Este empleado de Unicaja hace referencia a la «labor social» que históricamente han representado las cajas de ahorro, «que daban apoyo, un asesoramiento y un servicio humano que ahora se ha perdido». ¿Por qué? «Porque la entidades financieras solo buscan rentabilidad por cliente. Y en un entorno de tipos de interes negativos, durante diez años, el cliente pensionista, ahorrador, no les ha interesado. Es la triste realidad».
Banco Santander es la segunda entidad bancaria, tras Unicaja, que más sucursales tiene en Cantabria, según los datos que recoge el Banco de España en su último balance. En los últimos siete años ha procedido al cierre de 59 oficinas, pasando de las 115 que tenía abiertas en el año 2015 a las 56 actuales.
Esta circunstancia ha conllevado, como es lógico, una merma considerable en su plantilla, que en estos momentos cuenta con 450 trabajadores tras los dos últimos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE).
La intención de la entidad bancaria es no cerrar ninguna oficina más, según ha información que a traslado Recursos Humanos al delegado de UGT en Cantabria, Javier Sierra, quien apunta que la intención del director territorial es la de mantener intacta la estructura actual. «Otra cosa es que desde Madrid se tome otra decisión diferente». «Yo creo que, por imagen, quieren mantener lo que hay», apunta.
El delegado de UGT en Cantabria, que apunta que el aspecto de algunas sucursales es «desolador», muestra su preocupación porque la falta de personal se nota». «La plantilla está muy, muy ajustada, excesivamente ajustada y, de momento, previsión de que haya más bajas, ERE o salidas traumáticas, en el corto plazo, creemos que no. Al menos es lo que nos transmiten. Pero también hay que cogerlo con pinzas».
En el otro lado de la balanza, Sierra reconoce que en las últimas semanas están captando clientes que están «descontentos» con el antiguo Liberbank.
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