Secciones
Servicios
Destacamos
Guste o no lo que opina, Enrique Conde (Santander, 1971) tiene pocos pelos en la lengua. El presidente de los empresarios habla sin tapujos en estas páginas de la huelga del metal, los eólicos o la «falta de valentía» en la política, en la ... que no se plantea entrar. «Es lamentable, con la que está cayendo, que estemos en junio y hablemos de las elecciones de mayo del año que viene». Defensor a ultranza de eliminar burocracia y de «la reforma de la Administración» –«el día que esto se haga en serio, esta región puede ir como un tiro»– advierte de un otoño de números rojos e inflación. «No se trata de pesimismo, pero hay que ponerse a trabajar».
–Empecemos por la actualidad. ¿Comparte la visión optimista del presidente de Cantabria en el debate sobre el estado de la región?
–Comparto ser optimista, no el discurso optimista. No puedo compartir que el panorama económico o empresarial lo sea. Cualquier analista que sabe de esto dice que, a partir del verano, la situación va a empeorar. Y nosotros percibimos que este verano, en el aspecto turístico, va a ser muy bueno, pero los números del año de las empresas van a ser muy malos. Números rojos en muchos sectores. Hay un aumento de costes en el mundo industrial del 40% y en otros, como el mundo agro, de un 15 o 20%. La pura realidad es que los números no van a ser buenos. Que las empresas que no tienen consolidada su actividad (como las turísticas), en invierno lo van a pasar mal. Y las que la tenían algo más consolidada (industria o construcción), debido a la subidas de precios, lo van a notar. Trabajos contratados hace un año, ahora los costes suben un 40%. Te haces el 'haraquiri' porque tienes trabajo, pero no cubres costes. Se percibe un invierno frío.
–El Gobierno destaca con el dato del PIB que «Cantabria afianza su recuperación tras crecer en el primer trimestre un 1,4%». Dice que son siete trimestres seguidos creciendo y que el conjunto crece un 0,2%. ¿Qué dice de ese dato?
–Lo primero, que el crecimiento en el mundo de la economía es en base a las ganas e ilusión que ponen los empresarios en tirar para adelante. Lo segundo es que es un dato puntual que habrá que ver a final de año. Lo mismo que dijimos cuando la ya exconsejera de Economía dijo que a final de 2021 íbamos a tener los números prepandemia. Y no. Además, el sector turístico en toda la cornisa ha salido reforzado de la pandemia. Pero el PIB industrial vamos a tener que hacer muy bien los deberes para mantenerlo. Más allá de políticas para atraer turistas –que deben centrarse en desestacionalizar y no en traer gente en verano–, la base de los países que aguantan mejor las crisis es tener un PIB industrial importante. Y el de Cantabria va bajando. El dato del 1,4% es bueno, pero cuando hablan los políticos siempre hablan del porcentaje que más conviene para que parezca que la situación es mejor de lo que es. Echo en falta saber qué políticas se van a emplear en lo que queda de legislatura.
–Eso va en la línea de la idea de que Cantabria se convierte en una región de camareros y turistas.
–Esa sensación existe en Cantabria y diría que fuera de Cantabria. He estado con un grupo de empresarios oriundos de Cantabria en Madrid y me decían con pena que les merece la pena venir aquí a disfrutar, pero que no hay actividad. No se plantean invertir. Por los impuestos y la burocracia. Eso hace que vayamos en declive. Cantabria tiene que dar una vuelta a su sector turístico y no puede basarse en ese sector turístico. Si te conviertes en un balneario, la gente joven se va. Eso es ya una realidad. Y encima no es un balneario todo el año. Es sólo tres o cuatro meses.
–¿Se atreve en unas pocas ideas a hacer su discurso-diagnóstico sobre el estado de la región?
–El de una comunidad autónoma en desventaja competitiva con otras limítrofes. Estamos en descenso frente a otras comunidades y, sobre todo, en determinados sectores. La industria o el sector agroalimentario, por ejemplo. Simplemente el hecho de que la burocracia para consolidar, montar o aumentar una empresa sea más complicada ya es un balance negativo. Y, si a esto le sumas la tormenta perfecta en torno al mundo empresarial, el panorama no es halagüeño. ¿Se puede mejorar? Sí. Pero la valoración no es positiva.
–Y, más allá del resumen, ¿tiene recetas para el futuro?
–Tenemos que ir de la mano el Gobierno y las empresas. Hay que invertir en los sectores productivos. El dinero no es infinito, hay que elegir, y el Gobierno regional tiene que ser mucho más atrevido a la hora de apostar por los sectores que, al final, en cadena, van a tirar del resto. No se hacen políticas para atender a estos sectores. Estamos teniendo algún contacto con el Gobierno y poniendo en marcha cosas que creemos que tendrán resultados. Por ejemplo, un programa con el Pctcan para ligar a las grandes empresas con las pequeñas de aquí para contratar sus servicios en nuevas tecnologías.
–Dice el economista Niño Becerra que este será 'el último verano' tal como lo conocemos.
–Hay una inflación brutal y no tiene buena pinta. Todos hablan de un otoño muy complicado. En el panorama geopolítico, Europa pinta cada vez menos, y España no está a la cabeza de Europa. Cantabria tiene armas, pero hay que reforzar lo que no tenemos. Van a ser tiempos complicados. No es ser pesimista, pero obliga a trabajar mucho más.
–¿Hace la compra?
–Sí.
–¿Y?
–Cada día más caro. Es evidente.
–En junio la inflación se ha desbocado aún más. Un 10,2%, el mayor nivel en 37 años. ¿Esto se puede sostener?
–No se puede sostener. Hay tres factores fundamentales que hacen que no se sostenga. El precio del combustible, de la energía y de los materiales.
–A eso hay sumar que el Banco de España alerta de que hay más de un millón de hogares ahogados por hipotecas y créditos.
–En el ámbito que yo conozco, las empresas están mucho más endeudadas y este año muchas van a presentar números rojos por la subida de los costes. Con contratos firmados haces tiempo sabes que trabajas a pérdidas o intentando no perder dinero. Lo van a pasar mal porque tienen que devolver dinero y, si no lo generan, no pueden devolverlo.
–¿Qué cara se le quedó la última vez que llenó el depósito?
–Cara de 'no he pagado esto en la vida'. Es insostenible. Europa, y España en concreto, se están pegando un tiro en el pie. Existen otras formas de hacer energía y no se atacan. La eólica y la nuclear. Las nucleares hoy en día no generan residuos y se pueden distribuir por la geografía (más barato el transporte). Ese debate se tiene que poner sobre la mesa (como en Francia o Estados Unidos). Y el tema de los parques eólicos es importante en Cantabria. Nosotros estamos a favor de hacer los que cumplan con la legalidad, que es muy exigente en temas medioambientales y en la adecuación a las zonas pobladas. De los cuarenta planteamientos que se han hecho se van a caer muchísimos. Y eso no se dice. Se quedarán muy pocos, que generarán economía y riqueza, y que estarán en sitios en los que no provocarán una mala afección para la población.
–En este contexto, ¿hay mucho temor al otoño? ¿Cómo llega Cantabria para lidiar con ello?
–Hay mucho temor a lo que viene después del verano y nos estamos poniendo una venda en los ojos en esta comunidad. No creo que haya ningún plan de contingencia por parte del Gobierno regional. Los empresarios no sabemos otra cosa que trabajar, intentar que las cosas vayan bien y buscar otros mercados. Ser más productivos y dar formación para ser más competitivos. Y la ciudadanía tampoco tiene claro lo que viene. Estamos muy preocupados y creo que la fórmula es unir fuerzas con el Gobierno, los sindicatos y todos aquellos que en un momento dado puedan tener influencia en las políticas. La receta que tenía que autoimponerse el Gobierno regional es escuchar más al entorno empresarial, que está en la calle.
–¿Y hay posibilidad de consensos entre patronal y sindicatos en la mesa del diálogo social?
–Sí. Claramente. La disposición de CEOE-Cepyme es hablar hasta la saciedad. El otro día me preguntaban cuánto hubiera durado la huelga si hubiéramos estado en la negociación del metal (o Cantabria Metal, que está bajo el paraguas de CEOE y es la que tendría que negociar) y dije, por cubrirme con seguridad, que dos días. Hay que entenderse y olvidarse de ideologías absurdas y populismos baratos. Todo eso es anacrónico.
–¿Qué conclusiones saca de la huelga del metal?
–Que no tenía que haber sucedido nunca. Estoy convencido de que si la asamblea que hacen los sindicatos el último día la hacen quince días antes hubiera salido el mismo resultado. Es una huelga que no querían ni trabajadores ni empresas. Es vergonzoso que haya sucedido porque se podía llegar a un acuerdo y, si no, había que agotar todas las vías. Y no se ha hecho. También hay que hacer autocrítica desde el mundo empresarial (aunque Pymetal es la única gran asociación que no está en el paraguas de CEOE) porque a lo mejor teníamos que haber visto con más previsión las intenciones y haber influido de manera más clara. Otra conclusión es que el Gobierno de Cantabria se ha escondido de manera clara, y las pocas apariciones que ha hecho han sido para inclinarse por una de las partes. Un error como una casa. Tanto el vicepresidente como el presidente del Parlamento. Y la actuación del Gobierno de España apareciendo aquí como si nos hiciera un favor a los veinte días nos ha parecido una comedia barata e ideológica. No somos políticos y no queremos que nos mezclen la política.
–Hay 25.000 trabajadores pendientes de renovar un convenio y se habla de meses de conflictividad laboral.
–Sí. Es la pescadilla que se muerde la cola. Se han subido los precios de todo y los trabajadores y las empresas necesitamos más dinero para poder soportarlo.
–Ha sido crítico con las subidas del Salario Mínimo o con la huelga. Le doy la vuelta: ¿Cómo se casa que los salarios no suban si todo sube? ¿Cómo se consume si no hay para gastar?
– Estamos convencidos de que hay que actuar sobre los tres puntos que decía: energía, combustible y materiales. El Gobierno no está actuando. Con la energía y el combustible, con medidas drásticas. En situaciones excepcionales, medidas excepcionales. Por ejemplo, los impuestos que se han bajado en el combustible tenían que estar a cero durante un tiempo limitado. Hasta que esto se solucione. Con la subida de todo, el Estado ingresa más por todo. Por eso creo que es posible. Y en los materiales, la globalización ha hecho que todos compremos cosas que hay aquí a otras zonas del mundo con costes sociales menores y donde no se respetan los derechos mediambientales. Eso hay que solucionarlo, pero es difícil porque influye la educación. Hay que poner alguna barrera. Si esos tres problemas no se solucionan es la pescadilla que se muerde la cola. Si subes los sueldos, las empresas tienen que cobrar más caro, y si cobras más caro, suben los sueldos... Podemos entrar en una dinámica permanente. Lo que hay que hacer es atajar lo que está distorsionando el mercado.
–Y todo con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina.
–Estuve el otro día con un miembro del Gobierno regional en un foro y hablaba de las elecciones. Es lamentable, con la que está cayendo, que estemos en junio y hablemos de las elecciones de mayo del año que viene. Es la realidad porque esta Comunidad es lo que es. Deberían juntarse y hacer una fumata blanca para, entre todos los partidos, comprometerse a no hablar de las elecciones hasta el 28 de febrero. Sería lo responsable. Pero no sé si es una utopía.
–Por cierto, 180.000 personas en Cantabria dependen de las arcas públicas para sus ingresos mensuales. ¿Algún apunte?
–Le doy la vuelta al dato. Hay 35.000 funcionarios y, creo, 205.000 personas de población activa. O sea, que es funcionario uno de cada seis. Mucho funcionario para un mal funcionamiento. Y yo no me creo que eso siginifique que los funcionarios no funcionan. Lo que pasa es que el sistema no funciona. Es fundamental la reforma de la Administración, pero para eso hay que ser atrevido. El día que esto se haga en serio, esta región puede ir como un tiro. Seríamos la Suiza de España.
Estamos aún con los coletazos de la pandemia. ¿Cómo ha salido la economía de Cantabria del temporal? ¿Qué han dejado los ERTE o las líneas de crédito?
–La economía ha salido mal, de momento, porque estamos en un nivel más bajo que antes. Hay un aspecto muy positivo que es el del descubrimiento real de la figura de los ERTE. Sobre todo, por parte de los sindicatos y los partidos que no lo consideraban un arma buena. Sin embargo, la situación de las empresas es de dependencia total, a partir de la pandemia, de los créditos. Algunos los pidieron por la situación desesperada (hostelería) y van a tener problemas para pagarlos en invierno, y otros que los solicitaron por una cuestión de liquidez (industria o construcción) y que no conocían la subida de costes que se venía, les va a costar devolverlos. La liquidez va a sufrir muchísimo.
–El Gobierno nacional y regional no se cansan de decir que no han dejado a nadie tirado.
–¿Y qué van a decir? Aseverar eso es de una irresponsabilidad total. El dinero que hay para gestionar es muy limitado. Y lo que tienen que hacer es gestionarlo eficazmente. Saber qué sector lo necesita más. Esa sensibilidad no la han tenido nunca. En la pandemia no entendimos la falta de diálogo absoluta de la Consejería de Sanidad y tampoco la falta de coordinación entre consejerías. Se produjeron situaciones absurdas.
–Ahora se han presentado las medidas del plan anticrisis. ¿Valen o se quedan cortas?
–Llevan un día y, por regla general, se queja todo el mundo. No niego que alguna pueda impactar de manera rápida, pero están muy poco reflexionadas y quieren complacer a todos.
–¿Qué sensación queda de cómo se están gestionando los fondos europeos en Cantabria? Sobre todo, por las expectativas.
–La sensación de los empresarios es de desidia. De estar cansados, de ver que no llega a ningún puerto y que no estamos consiguiendo ayudas en proyectos que en otros países sí consiguen. Solvay, por ejemplo, tiene una factoría gemela en Francia que ha recibido sesenta millones y aquí no saben si lo van a recibir. Hay empresas que han presentado proyectos interesantes como SEG Automotive, Cementos Alfa, la Global... El racimo que iba a caer a la pequeña empresa parece que empieza a moverse en las nuevas tecnologías, pero no percibimos nada más. Va a ser la gran oportunidad perdida.
–No ha nombrado los grandes proyectos públicos.
–La colaboración público-privada es la única fórmula que le queda al Gobierno para hacer posible que los proyectos sean ambiciosos. Lo que no puedes es pretender que proyectos que deberían sostenerse con los presupuestos públicos, los tengas que soportar con ayudas excepcionales. Es el ejemplo de La Pasiega y el Mupac, que han sido un fracaso. O porque no tenían que haberse proyectado para estos fondos o porque no has sabido hacer tu función de 'lobby'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.