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Lo que empezó como una compañía familiar de transporte que sustentaba su negocio en los traslados especiales para empresas cercanas en el área del Besaya ha mutado 65 años después a una organización que en el norte de África obtiene el equivalente al 40% de ... su facturación en España, casi un 30% de su cifra total de negocio. Transportes Lasarte, con sede en Polanco y fundada por Arturo Lasarte González con el apoyo de su esposa, Joaquina Bolado, se ha consolidado en Marruecos de la mano del auge de las renovables en el país vecino, un proceso progresivo durante la última década que actualmente cotiza en máximos con dos proyectos ligados a la instalación de aerogeneradores en el desierto y los planes industriales vinculados.
Con la segunda generación a los mandos y en plena madurez empresarial, el futuro de la firma cántabra en el continente africano es prometedor, según explica su director comercial, Andrés Tárano, función que comparte con Víctor Gutiérrez. En los últimos días se está completando la mitad de una actuación eólica para levantar un parque de Siemens con 56 molinos que podrá abastecer a 1,5 millones de habitantes en el Sáhara, del que ya se han entregado 26, para lo que la organización tiene 12 camiones desplazados.
7,7 millones fue la facturación de la compañía en 2016; 2,2 gracias a la filial marroquí.
600 palas de aerogenerador trasladará al año desde una planta local al Puerto de Tánger.
Origen Arturo Lasarte y Joaquina Bolado fundaron la empresa hace 65 años. Sus hijos Paz y Arturo, junto a Andrés Tárano, se ocupan ahora del negocio.
Actividad Con sede en Polanco desde 2005, la firma se caracteriza por sus transportes especiales. El negocio eólico, así como la calderería, pilares básicos de la actividad.
Pero hay más. Recientemente Lasarte ha arrancado con otro negocio de transporte desde una fábrica también de Siemens en Tánger hasta el Puerto de la localidad, una ruta que tiene por objeto trasladar las enormes palas de los aerogeneradores que conformarán las futuras instalaciones en suelo marroquí y en el área del Magreb. En números, los dos vehículos especiales destinados a este cometido prevén transbordar 600 piezas al año.
Esta presencia sobre el terreno, así como las relaciones y contactos cultivados, han facilitado oportunidades adicionales. «Aprovechando las sinergias creadas, captamos bastantes viajes desde Europa y España hacia Marruecos, un servicio bilateral», explica Tárano.
La internacionalización ha sido la vía con la que la compañía ha podido sortear las tribulaciones asociadas a la última crisis en España, especialmente en un sector termómetro de la economía como es el del traslado por carretera. De hecho, la vía africana sigue ganando peso en los balances anuales de Lasarte. Desde 2014 hay una filial marroquí, con la cifra de negocio creciendo de manera constante. En 2016 se facturaron 2,2 millones, un 65% más que el ejercicio anterior. Para el presente año se esperan unas cifras similares que sí mejorarán en el siguiente balance.
Los datos no son en absoluto desdeñables, más si cabe teniendo en cuenta que la matriz, con su actividad 'tradicional' en España, obtuvo en 2016 5,5 millones trabajando principalmente para tecnológicas como la citada Siemens o Vestas, además de talleres de calderería y asistencia a 'forwarders', esto es, los prestatarios de servicios en el transporte internacional de mercancías. Unos 7,7 millones en total, lo que acredita la importancia que el mercado exterior ha adquirido en esta empresa, que aspira a seguir explotando este nicho hallado en el desierto y expandirse a otras zonas como Mauritania. De momento, cuenta con oficinas en Tánger y El Aaiún, así como un depósito de vehículos, y prevé abrir otra en Casablanca. En cuanto a infraestructura, posee 40 camiones con 120 tipos de semirremolques especiales para un total de 45 empleados. La filial marroquí ocupa a 15 personas más y dispone de otros cinco convoyes.
Como toda compañía familiar, un momento clave se produjo con la cesión del testigo a la segunda generación. Fue en 1987 cuando Paz y Arturo Lasarte, directora financiera y director técnico, respectivamente, asumieron junto a Tárano los mandos del negocio. A pesar de la juventud de los actuales dirigentes -apenas 20 años- se decidió fundar la sociedad anónima como primer paso para el crecimiento del negocio, que hasta el momento había caminado de la mano de Landaluce, una «empresa hermana», y otras firmas metalúrgicas que operaban en las inmediaciones de Requejada, siempre con los transportes especiales como elemento diferenciador.
Ese relevo supuso un «cambio de visión», relata Paz Lasarte. «Sentíamos que no nos podíamos quedar solo en Cantabria, sino que debíamos llegar a más sitios. Fue el inicio de la expansión», agrega.
Aquella intención encontró en el auge del sector eólico nacional el contexto adecuado para crecer y extenderse. «El 'boom' empezó sobre 1998. Nos movíamos muy bien en España, Portugal y algo del extranjero», completa Tárano.
Sin embargo, en la antesala de la crisis, cuando ya había perdido fuerza el negocio en suelo ibérico, se produjo la primera experiencia marroquí. «Era el año 2008. Gamesa tenía un proyecto allí y había contratado la logística con un proveedor local que no estaba dando resultados. A nosotros nos llamaron porque ya nos conocían de nuestros trabajos aquí y nos dijeron que teníamos que poner 15 camiones en dos semanas en Tánger y Casablanca. Vimos que podía haber una oportunidad, ya que las exigencias de los clientes no se cubrían con las estructuras locales. Faltaba conocimiento en el desarrollo de los proyectos eólicos, y nosotros lo teníamos gracias a nuestra experiencia», precisa.
Tras dos años de parón africano, el Gobierno de Marruecos empezó a impulsar los planes de desarrollo de energías renovables, una ocasión que Lasarte supo aprovechar gracias a su capacidad para «adaptarnos y sortear las barreras» que supone el desembarco en una nación y cultura diferentes. Por el camino, un primer proyecto con Siemens en España que abrió la puerta a la continuidad en el norte africano con una relación relativamente estable, de la que la empresa regional se ha ido beneficiando a medida que la tecnológica resultaba adjudicataria de contratos en suelo marroquí.
En ese segundo trabajo, al que Lasarte entró con una compañía local, se llegó a la conclusión de que no se podía depender de otros socios africanos a tenor de los resultados obtenidos. «Se fue a hablar con Siemens, fue muy difícil, pero ellos también lo entendieron». Era 2012 y supuso un punto de inflexión que devino en la creación de la filial norteafricana.
Un inicio con cautela pero que dio pie a la situación actual, con la expectativa de que, con la tercera generación ya en la empresa, el futuro de Polanco pase por el Sahara. Todo ello, además, con el compromiso mostrado por la plantilla. «Nuestros trabajadores se desplazan allí durante largas temporadas. Queremos agradecerles su esfuerzo», manifiesta Paz Lasarte.
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