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Este miércoles se daba a conocer que Jorge Oliveira dejará de ser el director general de la fábrica de Solvay de Barreda y su lugar lo ocupará el ingeniero cántabro Pablo Alonso. El portugués, que seguirá como director de España y Portugal para la multinacional belga, pondrá así fin a ocho años al frente de la factoría cántabra. Y lo hará, además, en un año que se ha terminado confirmando como clave para la empresa, después de haberse puesto los cimientos de la futura y millonaria descarbonización de Solvay, que todo apunta a que podrá convertirse en realidad en los próximos años.
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'Señor Sánchez, Cantabria necesita…', es el titular de El Diario Montañés con el que, como si fuera un carta a los Reyes Magos, se recopilaba justo hace un año la lista de deseos que la región tenía para 2024. Entre ellos aparecía un necesario apoyo a la transformación energética. Y pocas semanas después, en enero de este año, se confirmaba que la planta química optaba a 30 millones del Perte de Descarbonización.
Entre las peticiones de la fábrica estaba el anhelado apoyo financiero que Solvay de Barreda requería para poder sacar adelante su casi obligada transformación energética
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No fue hasta el 29 de mayo, tras casi cuatro años de trabajo y tramitaciones, que se confirmó ese deseo de Navidad. El Consejo de Ministros aprobó otorgar 30 millones de euros (el máximo establecido) para respaldar e impulsar la transición energética de Solvay. Un proyecto que implica la construcción de una colosal planta de cogeneración con caldera de biomasa ideada para sustituir las calderas de carbón y que requerirá una suma que ronda los 250 millones de euros.
A los pocos días, en un gesto que venía a confirmar ese respaldo por parte del Gobierno central, el complejo químico de Barreda recibió la visita del ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu. Dijo a su paso por la fábrica que el proyecto que tenían entre manos es «uno de los mejores ejemplos de la estrategia europea que estamos llevando a cabo para impulsar la industria y dejar atrás los combustibles fósiles». Mientras, Oliveira tildó ese día como un antes y un después ya que ponía un punto y seguido a años de tramitaciones y valoraciones ambientales. «Solvay, tras más de 115 años de historia, empieza un nuevo e ilusionante capítulo hacia la descarbonización de su planta en Cantabria», aseguró.
El Gobierno central incluye el plan de descarbonización de la planta de Torrelavega entre los 19 primeros proyectos subvencionados dentro en la línea de ayudas a la transición energética en la industria del país
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Por parte del Gobierno de Cantabria, la presidenta, María José Sáenz de Buruaga, se comprometió en ese encuentro a agilizar todo lo posible los permisos pertinentes para que se pudieran comenzar las obras cuanto antes. Unos trabajos que servirían para construir una planta de biomasa de Solvay que será de las más grandes de Europa y que contará con una chimenea de 60 metros además de generar 35 puestos de trabajos directos. Si todo marcha según lo establecido, podría entrar en funcionamiento (así se estima) en 2027. Por el momento, a lo largo de estos meses se han ido concediendo las distintas licencias, como la declaración del impacto ambiental (aprobado el 10 de julio), la autorización ambiental (31 de octubre) y la autorización administrativa (5 de diciembre).
Aunque se han ido superando escollos, todavía falta recorrido burocrático para que se pueda poner el primer ladrillo de la nueva planta. Además, y aún con ese importante apoyo de más de 30 millones de euros, Oliveira se ha esforzado en dejar claro que es un montante insuficiente para poder sacar adelante una actuación que ronda los 250 millones de euros. «La subvención para descarbonizar Solvay sólo es del 10%, estamos buscando más financiación», afirmó el todavía director de la planta de Torrelavega para este periódico con motivo del premio que recibió en diciembre como Directivo del Año 2024 en Cantabria por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) de la comunidad. En una declaraciones en las que, nuevamente, volvió a incidir en que apostar por la descarbonización de la factoría, era asegurar su futuro.
Sara Aagesen afirma que el cambio en los certificados de ahorro de energía aprobados por el Consejo de Ministros darán más fondos a la fábrica, algo que su director recibió con «optimismo»
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El pasado 12 de diciembre, una nueva visita de una ministra a Barreda, esta vez de Sara Aagesen, responsable de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, abrió una nueva posible vía de financiación para el proyecto de Solvay. En concreto, ese mismo día el BOE publicaba modificaciones en los certificados de ahorro de energía con los que se busca incentivar a las empresas que reduzcan de forma más que considerable sus emisiones. Una inyección que podría representar la llegada a la fábrica química de Torrelavega de otro buen puñado de millones de euros. Sin embargo, todavía está por ver en qué cifras se traduce para el caso de Barreda. No obstante, un satisfecho Oliveira ya apuntaba a que esta novedad era «lo que nos faltaba» para poder afrontar la inversión de la descarbonización.
El director general de Solvay Química, Jorge Oliveira, reclamó al recibir el premio que se ponga el marcha el proyecto de descarbonización porque «si no se concreta, el futuro de la fábrica está en peligro»
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Por otro lado, en este último año Solvay también ha estado ligado a otras iniciativas vinculadas con la reducción de la dependencia de combustibles fósiles. En concreto, en enero se anunció que se estaba estudiando con Enagás y Repsol algún tipo de acuerdo para aprovechar las diferentes cavidades salinas empleadas a lo largo del siglo XX por la empresa química para obtener la salmuera necesaria para su proceso productivo y destinarlas ahora para el sector del hidrógeno verde
Para la planta de Barreda de la empresa belga este se ha terminado convirtiendo no sólo en un año en el que se da un paso adelante en su futuro, también se ha confirmado como un año negro en lo que se refiere a materia de siniestralidad. Dos empleados de subcontratas que trabajaban en el complejo industrial perdieron la vida, el primero un gruista que falleció en accidente laboral el 28 de agosto y el segundo un soldador que murió el pasado 4 de diciembre en otro siniestro. Dos pérdidas que dejan un balance de víctimas que no se veían en la fábrica desde hace años.
El comité de empresa de Katoen Natie, que desarrolla sus servicios para la empresa química con una plantilla de 73 trabajadores, traslada los «reiterados incumplimientos de la concesionaria»
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Coincide que la segunda de las víctimas falleció en medio de la huelga que a día de hoy sigue vigente por parte de una de las subcontratas de Solvay, Katoen Natie, encargada de la logística. La plantilla y el comité de empresa se quejan, entre otros factores, de una falta de medidas en materia de seguridad laboral y reiterados incumplimientos de la concesionaria en los derechos laborales de la plantilla en un conflicto que ahora, semanas después, continúa enquistado.
El avance en alcanzar ese horizonte en el que Solvay deje de depender de los combustibles fósiles, la ampliación de vías con proyectos vinculados al hidrógeno verde y los accidentes laborales han centralizado este último año de Oliveira al frente de Barreda. Algunos apuntan a que este cambio en la dirección viene también vinculado a una forma de allanar su sucesión, puesto que el portugués ha alcanzado los 65 años. Además, coincide con la jubilación de otro de los pesos pesados dentro de Barreda como es Luis Hervella, uno de los directivos de la planta; una salida que también podría haber terminado por propiciar un cambio en el organigrama de la factoría puesto que, como dice el propio directivo lusitano, por delante «vienen proyectos muy potentes y Solvay necesitaba una dedicación exclusiva en Barreda». Y la persona que asumirá ese reto será Pablo Alonso.
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