Chamanes, curanderos, sajadores, sanadores... Quienes se dedicaron a curar siempre tuvieron en sus comunidades una consideración especial, a veces mágica, hasta que la ciencia y el conocimiento fueron imponiéndose sobre las supersticiones. La unión de los profesionales para regular y defender el ejercicio de la ... medicina sería esencial para ese avance, y en Cantabria resultaría pionera cuando en 1882 se constituyó la junta directiva del Colegio de Médicos de Santander.
Santander no ha sido excepción a la hora de tratar a los sanitarios que atendían a sus pobladores. Valorados tanto como la propia salud, las primeras noticias escritas de su presencia se recogen en los códigos y ordenanzas del siglo XIII relacionados con el puerto y, ya en el siglo siguiente, se sabe del primer hospital, el Hospital de Roy Escalante, ubicado en las casas y la torre que este hidalgo tenía en la Calzada de Fuera de la Puerta de la villa y que era administrado por el cabildo eclesiástico. Los hospitales eran también centros de refugio y amparo para pobres y desvalidos y en general estaban impulsados por órdenes religiosas, particulares o gremios.
En el siglo XIV se sabe que el consejo santanderino abonaba salarios de médicos y boticarios, medida que se mantiene en el siglo XVI. De este siglo data el Hospital del Espíritu Santo, adosado a los claustros de la abadía (la actual catedral) y dependiente de las autoridades eclesiásticas.
Es en el siglo XVIII cuando surgen importantes hospitales, como el de la Misericordia, también dependiente de la Iglesia, cuyo personal facultativo era la de un cirujano, un médico y un sangrador. La situación precaria de este hospital propició la construcción del de San Rafael, impulsado por el obispo Menéndez de Luarca, cuyo edificio se restauró para ser la actual sede del Parlamento de Cantabria en 1987. Este hospital sería el más importante hasta que se cerró con la puesta en marcha de la Casa de Salud Valdecilla (1929).
En 1852 había en Santander cerca de medio centenar de médicos y el ayuntamiento centraba su labor sanitaria en la Casa de Socorro, creada en 1863 para atender los primeros auxilios de los heridos en la vía pública.
Cuando en Madrid se creó el Colegio Médico-Farmacéutico Español (1875) se iniciaría la creación de agrupaciones médicas en las provincias, y aunque algunas fuentes señalan al Colegio de Médicos de Madrid como el primero de los que se constituyeron (1893), lo cierto es que los médicos santanderinos ya habían formado el suyo nueve años antes, el 12 de marzo de 1882. Acudieron ese día, domingo, médicos de la ciudad y de la provincia, se leyeron los estatutos y el reglamento y se nombró a la primera junta directiva bajo la presidencia del doctor José Ferrer Garcés. También formaron parte de la junta Ramón de la Vega (vicedecano), Juan Pelayo y Juan Zorrilla (vocales), Juan Pablo Barbáchano (secretario general), Ramón de la Riva Herrán (secretario de actas), Alberto García Escandón (vicesecretario y bibliotecario) y Pedro Portilla (tesorero).
Como el Colegio creado no tenía sede propia, la primera decisión fue buscar un sitio apropiado para ubicar la sede. Poco después, en 1893, la ciudad sufriría la catástrofe más impactante de su historia, el incendio y la gran explosión del vapor 'Machichaco', atracado con una carga de dinamita que asoló Santander con más de medio millar de muertos y unos 2.000 heridos. Los médicos realizarían una ingente e ingrata labor en aquellos momentos de desgracia y desconcierto general.
El colegio tendría una importante influencia en el desarrollo del ejercicio de la medicina, sobre todo en la obligatoriedad de colegiarse para ejercer la profesión cuya normativa se publicó en una Real Orden del 6 de diciembre de 1917.
Incendio de 1941
El incendio de Santander (1941) que afectó a la sede del colegio, entonces en el primer piso del número tres de la calle Eugenio Gutiérrez, nos ha privado de información para conocer con más profundidad su historia. El control para evitar el intrusismo, la regulación de los médicos por municipios y el establecimiento de unas subvenciones para las viudas de los colegiados, así como ayudas para el estudio de los huérfanos, fueron algunas de sus primeras tareas. En su trayectoria ha contado con 23 decanos, todos hombres excepto la provisional y esporádica presidencia de María Ángeles Herrera Puente, en 2011.
En la actualidad el Colegio de Médicos de Cantabria sigue velando por la buena praxis de la medicina en beneficio de la sociedad y de la salud de los ciudadanos, cuenta con más de 3.700 colegiados y además de la defensa de los intereses de los profesionales evitando el intrusismo y regulando la actividad médica, realiza actividades para la formación y ofrece servicios administrativos y jurídicos a sus colegiados.
El pasado mes de marzo fue distinguido por el ayuntamiento de Santander con la medalla de oro de la ciudad que recogió su actual decano, Francisco Javier Hernández de Sande.
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