Fue el principio de la creación, la luz. Y en las últimas décadas del siglo XIX una nueva luz comenzaría a diseñar una sociedad moderna movida por la electricidad. Fuente de energía que nos trae de cabeza, pero de la que no podemos prescindir si ... no queremos evocar a la Prehistoria, una de esas fábricas de la nueva luz nació en Cantabria y es una de las compañías esenciales que ha impulsado el desarrollo social y económico español: Viesgo.
Santander fue una de las primeras ciudades españolas a las que llegó la magia de la electricidad. Hubo alguna exhibición lumínica que coincidió con la visita de Isabel II (1861) y Alfonso XII (1881), pero fue a partir de 1892 cuando empresas como la Compañía General de Electricidad Volta o la Electra Pasiega comenzaron a distribuir la energía de forma sistemática gracias a dos centrales hidráulicas ubicadas en Quieva y Rubalcaba (Liérganes), sobre el río Miera. Una tercera empresa, la Sociedad General de Centrales Eléctricas (1904) se sumaría a la lista, transformándose en 1906 en la Sociedad Anónima Electra de Viesgo.
Viesgo contaba en los primeros años con una central hidráulica en Puente Viesgo, sobre el río Pas, con una potencia de 440 KVA; una línea eléctrica trifásica de 25 kilómetros hasta Santander, donde se recibía la electricidad en una caseta ubicada en Polio y una central en la calle Tantín que, unida a la caseta de Polio por un cable subterráneo, integraba los grupos de transformadores y electrógenos que luego distribuían la electricidad mediante líneas aéreas y subterráneas por las calles santanderinas.
En los principios del siglo XX Santander estaba superando los grandes desastres que asolaron la ciudad, como fueron la explosión del vapor 'Machichaco' y la pérdida de las colonias de ultramar. Existía un clima de progreso como el que se estaba dando en el resto de Europa, y la electricidad era todo un símbolo de la modernidad que se anhelaba. El alumbrado público y privado estaban abandonando el gas, los motores eléctricos se incorporaban a los pequeños talleres y también a las industrias de cierta importancia. La aparición de los tranvías eléctricos que sustituían a los tirados por mulas fue un cambio notable. Para atender estas crecientes demandas de energía Electra de Viesgo aumentó la tensión, montó una central térmica en Cajo y amplió la capacidad de carga de la central de Tantín, sentando las bases de su futuro.
El Banco de Vizcaya y el empresario Lucas Urquijo adquirieron la empresa en 1908 y enlos siguientes años comenzaron a incrementar el capital y las adquisiciones para aumentar la producción eléctrica. En 1913 la empresa contaba con el salto de Bárcena sobre el Besaya, el salto de Urdón (Peñarrubia, Cillorigo y Tresviso), y la central térmica de Astillero, con el complemento de las subestaciones de Astillero y Puente San Miguel con 150 kilómetros de líneas de alta tensión.
Recurso industrial
Si fue importante el desarrollo de lo que significó el alumbrado, el funcionamiento de los aparatos de los pequeños negocios o de los tranvías, la incorporación de la electricidad como recurso energético de la industria fue fundamental para la posterior etapa de desarrollo, destacando el contrato con la 'Electro Metalúrgica de Astillero' que activó el dinamismo de la compañía. La cronología de Viesgo vendría a llenarse de nuevas adquisiciones e inversiones, entre ellas la central térmica de Ujo (Asturias) en 1920, la incorporación de nuevos saltos, la participación en otras empresas o la compra de otras, como Electra Pasiega (1945), con saltos de agua en los valles centrales de Cantabria.
La producción eléctrica iría aumentando como consecuencia de los nuevos centros generadores. Si en 1940 se pusieron en la red 238 millones de kWh, en 1955 pasó a 769 millones, con un aumento de capital social que en 1940 era de 81,2 millones de pesetas y en 1955 se elevó a 720 millones.
En la década de los sesenta Electra de Viesgo experimenta un enorme impulso en la ejecución y puesta en marcha de grandes instalaciones de producción. Entran en servicio las térmicas de Soto de Ribera (Asturias) y de la Velilla de Río Carrión (Palencia), los saltos de Aguilar (Palencia) y Arbón (Asturias) y se culmina de forma definitiva la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) que entraría en funcionamiento en marzo de 1971, participando con Iberduero en una de las más decisivas obras de la industria eléctrica española.
Con el desarrollo de los centros de generación la producción eléctrica de Viesgo fue aumentando para atender la demanda de la sociedad. En 1965 se pusieron en la red 1.428 millones de kWh que pasaron a 3.396 millones en 1975, mientras que el capital social pasó en esos años de 1.386 millones de pesetas, a 5.061 millones. En 1983, además de la entrada del salto de Aguayo, el Banco Santander entró en el negocio de las energías y adquirió Electra de Viesgo por medio de una OPA. Con las negociaciones fallidas para unirse con Hidro Eléctrica del Cantábrico, la compañía pasó en 1990 a formar parte de Endesa y once años más tarde se vendió a la italiana Enel para denominarse Enel-Viesgo. También hubo cambio de titularidad en 2008 tras el acuerdo de Enel con la alemana E-ON y con Endesa para la venta de la compañía dentro del proyecto de creación de E-ON España, y en 2015 se vendió a la empresa australiana Macquarie y a un fondo kuwaití recuperando el nombre de Viesgo. En 2018 Repsol anunció la compra de los activos de Viesgo del área de comercialización, las centrales de ciclo combinado y la división de energía hidráulica y en 2020 fue la EDP portuguesa la compradora de la compañía.
Con un horizonte que mira a las renovables, en la actualidad Viesgo dispone de dos centrales hidráulicas y 24 parques eólicos (20 en España y 4 en Portugal) y ha anunciado el cierre de las centrales térmicas de carbón en España.
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