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José M. de Areilza
Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:16
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José M. de Areilza
Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:16
La presidencia de Estados Unidos normalmente se ejerce durante dos mandatos. Desde la Casa Blanca es más fácil ganar elecciones, salvo que una situación de crisis transforme esta ventaja institucional en lo contrario. En 1991 George H. Bush pensó que con la victoria en la ... primera Guerra del Golfo tenía asegurado cuatro años más. No entendió la recesión económica y perdió ante un pujante Bill Clinton, que hablaba de empleo y reactivación. Donald Trump va a ser un presidente de único mandato, al igual que probablemente pasará con su sucesor, Joe Biden, aunque en este caso debido a su avanzada edad.
La vida del magnate neoyorkino se puede entender como una búsqueda constante de aceptación y reconocimiento, algo que las elites del país una y otra vez le han negado, incluido las republicanas. Su aventura presidencial requería ocho años para demostrar que era como los mejores presidentes.
Las urnas le han jubilado contra su voluntad y van a convertir su reinado de furia y populismo en un paréntesis histórico. Ya hay indicios de que Trump estaría dispuesto a volver a presentarse en 2024 o de apoyar a uno de sus hijos como candidato republicano. Mientras tanto, además de poner todo tipo de obstáculos a su salida de la Casa Blanca, medita crear una nueva cadena de televisión. Este proyecto, llamado por supuesto «Trump TV», buscaría desbancar en el espectro conservador a la Fox, a la que acusa de traición después de haber sido su primera valedora. El regreso a los platós le permitiría seguir haciendo lo que más le gusta (después de jugar al golf con reglas propias), el placer de la agitación y propaganda.
Habrá tiempo para analizar con detenimiento todos los datos la victoria de Joe Biden. Pero hay tres claves que podemos anticipar: el impacto de una pandemia que ha causado estragos y que Trump no ha sabido gestionar, el cambio demográfico a favor de los demócratas en varios Estados decisivos (Arizona, Georgia) y la misma personalidad arrolladora del presidente. Con energía sin límites y mensajes transgresores, Trump no solo ha movilizado a los suyos, sino a un número superior de votantes dispuestos a echarlo.
José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.
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