Secciones
Servicios
Destacamos
Francisco Apaolaza
Lunes, 13 de junio 2016, 22:01
Más de mil personas acreditadas, 500 periodistas de todo el mundo, centenares de agentes de Policía, el despliegue en torno al debate electoral entre los cuatro candidatos promete ser la superpowl de una campaña sin otros grandes polos de atención. A juzgar por las sonrisas ... de los cuatro candidatos a la entrada del Palacio de Congresos al oeste de Madrid, nadie se jugaba el 30% del electorado que, según algunas voces, se están jugando estos cuatro partidos. A las 20.59 se abrieron las puertas al primer candidato, el menos votado de las pasadas elecciones. Albert Rivera, que pasó el día en la piscina, viendo el fútbol y descansando ante la cita, llegó vestido de traje azul y camisa blanca.
El segundo de los candidatos se convirtió en la estrella de la noche nada más llegar, pues cruzó la calle y saludó a los manifestantes que defendían la televisión pública. El segundo fue Pablo Iglesias, primero de los dos grandes protagonistas de un debate que, según los expertos, estará polarizado entre el presidente del Gobierno y el secretario general de Podemos. El golpe surtió efecto cuando cruzó la calle para saludar a una concentración de manifestantes en defensa de RTVE. Le acompañaban su jefa de gabinete, Irene Montero, Íñigo Errejón, Rafael Mayoral y cuatro asistentes de prensa.
Más tarde llegó el turno de Pedro Sánchez, que también cruzó la calle y que posó ante los fotógrafos con la incombustible Begoña López. El último en llegar fue Mariano Rajoy, que al mediodía estuvo atento al fútbol y que se reunió con su jefe de gabinete y jefe de campaña del PP, Jorge Moragas. Rajoy fue el más discreto en la vestimenta con un traje azul con corbata del mismo color. En Moncloa aseguraban que se los había elegido su mujer.
En la sala del Palacio de Congresos de Madrid, protegido como un búnker y prácticamente sellado al acceso de personas, espera un plató circular en tonos grises: a un lado, los cuatro candidatos y al otro, los tres moderadores.
Las reglas son claras: habrá tres primeros bloques (economía y empleo, políticas sociales y reformas institucionales) que tomarán 36 minutos cada uno y dos más cortos en los que hablarán de política exterior y de pactos de gobierno.
El primero que llegó a la Academia de la Televisión fue el líder de Ciudadanos. Y lo hizo despojado de su corbata, quizás para transmitir un aire más fresco, sabedor de que Pedro Sánchez, sí o sí, se la iba a colocar; y ni que decir tiene Mariano Rajoy. Y consciente también de que Iglesias (quien fue el único de los cuatro que a su llegada se acercó a los trabajadores de TVE que denunciaban la manipulación informativa) tiraría de su fondo de armario tradicional: vaquero y camisa con un par de vueltas en las mangas. En algo coincidieron los cuatro: en lo inmaculado de sus camisas para el estreno de la nueva manera que los ciudadanos veremos los debates. Los cara a cara son parte del pasado. Ahora lo que se impone es el fuego cruzado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.