Borrar
Paredes militantes. Soto, con el carrito del economato, pasa por delante de un mural comunista. C. Carballeira
La primera niña del barrio más rojo
Profeta en su tierra

La primera niña del barrio más rojo

Yolanda Díaz es de San Valentín, los bloques para trabajadores levantados junto a los astilleros de la ría de Ferrol: allí mamó la política de izquierdas

Carlos Benito

Viernes, 7 de julio 2023, 00:41

El barrio de San Valentín resulta fácil de ubicar desde muchos kilómetros de distancia. Por lejos que se esté, en la panorámica de la ría de Ferrol se distinguen sin esfuerzo los trazos verdes y amarillos de unos gigantes metálicos: lo verde es la emblemática grúa pórtico de Navantia, un arco colosal que alcanza los 90 metros de altura; lo amarillo es un bosque de 'jackets' de 75 metros, los soportes para aerogeneradores marinos que se fabrican actualmente en el astillero.

A tiro de piedra de este paisaje industrial se alinean dieciséis bloques de cuatro plantas, como fichas de dominó colocadas de canto, y cinco torres de doce, como fichas de dominó puestas de pie: eso es San Valentín, el barrio de 1.500 vecinos que se levantó a principios de los 70 para alojar a los trabajadores del astillero, como un pueblo más pequeño y compacto dentro del municipio coruñés de Fene.

San Valentín, impulsado por una cooperativa de trabajadores de lo que entonces se llamaba Astano, se inauguró en 1971. Y, en mayo de aquel mismo año, nació la primera niña: Yolanda Díaz, la hija pequeña de Suso y Carmela, los del bloque 3. A los vecinos de toda la vida les brota un brillo nostálgico en la mirada cuando se les habla de la candidata de Sumar: al evocar la infancia de Yolanda, les viene en avalancha la memoria de su propia juventud, cuando esto era un barrio de parejas recién casadas, con enjambres de críos que correteaban por las plazas y con un futuro incierto pero prometedor.

Profetas en su tierra

«Ahora esto es una ciudad de jubilados y prejubilados», resume Juan Carlos Martínez Sabín, que se está tomando un café de media mañana en la terraza del Vitis, un bar con la barra repleta de fotos antiguas de San Valentín. «Todos los que empezamos a vivir en el bloque seguimos en el portal. Bueno, algunos no están porque se han ido al cielo o al infierno, sin vuelta. Pero, de aquella, esto estaba muy vivo», interviene la señora de la mesa de al lado. «Entonces frecuentábamos los bares, ahora frecuentamos la farmacia», concluye dramáticamente otro veterano, Juan Posse. Era también la época de botaduras históricas como la del petrolero 'Santa María'.

LAS CLAVES:

  • Infancia «Estábamos todo el día en la calle. Los bajos eran todos abiertos y nos metíamos a escondernos»

  • Activismo Su casa era un núcleo de militancia: «El padre y el tío eran folloneros, en el buen sentido»

  • Memoria Hay murales obreristas y una Plaza del 10 de Marzo, la fecha en que la Policía mató a dos trabajadores

Tiene narices, dado el contexto, que los vecinos no se pongan de acuerdo en si Yolanda Díaz vivía en el segundo derecha o el segundo izquierda, pero la animación de las calles no se le ha olvidado a nadie. «Los bajos eran todos abiertos, no había nada comercial, y nos metíamos ahí para jugar al escondite. Estábamos todo el día en la calle. Yolanda era una chica muy normal, humilde, de barrio. También lo es ahora, pero la ves como en otro nivel», sonríe una de sus amigas de la infancia, Fátima Leonardo.

- ¿Se imagina que en aquel momento alguien les hubiese dicho que llegaría a vicepresidenta?

- Buah, habríamos dicho que eso era imposible. También es cierto que era una niña muy despierta, ya de entonces era espabilada. ¡Y yo también lo era, ja, ja...! Ahora la ves y dices 'increíble', pero por qué no, ¿por qué no va a llegar ahí desde un barrio como este?

En realidad, San Valentín (donde el PSOE obtuvo el 36% de los votos en las últimas elecciones generales, frente al 21% de Podemos, el 17% del PP y el 15% del BNG) no responde del todo a la idea que podemos tener de una promoción de viviendas para obreros, y menos aún a lo que esperamos de una promoción de viviendas para obreros del tardofranquismo: los pisos, de casi 100 metros cuadrados y con cuarto de baño y aseo, tenían además esos armarios empotrados con los que fantaseaban tantas amas de casa de la época, y el urbanismo era y sigue siendo agradable y ajardinado.

En cierto modo, Yolanda Díaz creció en un barrio que trataba de sacar adelante una utopía o, por lo menos, un porvenir mejor. En San Valentín abundan los murales (alegorías del comunismo y el obrerismo, retratos de hombretones con mono y casco...) y hay una Avenida de la Cooperación y una plaza dedicada al 10 de marzo, la fecha de 1972 en que la Policía mató a tiros a dos trabajadores que participaban en una manifestación del sector naval. Se llamaban Amador y Daniel y ocupan un lugar destacado en el santoral laico del barrio, en la conciencia del obrerismo gallego y en la propia biografía de Yolanda Díaz: con un añito le tocó visitar a su padre en prisión, después de que lo encarcelasen por participar en las protestas por el asesinato.

La mano inocente

Porque la casa de los Díaz era algo así como el corazón rojísimo de un barrio ya de por sí muy rojo, un núcleo efervescente de activismo disimulado como se podía. Su padre es un líder histórico de Comisiones Obreras, entonces en la clandestinidad, y su tío Xosé ha sido parlamentario autonómico por el BNG. «El padre y el tío fueron folloneros, en el buen sentido. Los comunistas andaban entonces en pandilla, era la época de echar papeletas por la noche», se ríen traviesamente María Luisa Adega y María de las Mercedes Pérez, que vuelven de hacer la compra. «Qué tiempos aquellos, éramos jóvenes y todo eran flores entonces, aunque no teníamos un peso», añaden.

También anda cargado José Luis Soto, que sale del economato (otra reliquia de los tiempos gloriosos) empujando el carrito: «Yo era muy amigo del padre y el tío, compañeros de trabajo y de lucha, porque era todo secreto, no se podía estar afiliado a Comisiones. Usábamos un bajo clandestino del bloque 13, había una casa insonorizada donde se imprimía... La Político-Social andaba atenta», relata, con el tono sigiloso de quien sigue confabulando. Y estaba también, claro, el piso de Suso y Carmela, por el que no paraba de pasar gente más o menos misteriosa, más o menos proscrita y generalmente muy fumadora: ya se suele contar que Yolanda tenía 6 años cuando, en una de aquellas visitas, Santiago Carrillo le besó aristocráticamente la mano.

«Carmela, la madre, era una santa para aguantar a toda aquella peña allá. La gente entraba como si fuese un local público», resume Humberto Basoa en Pachú, el bazar que regenta su familia en San Valentín. Él y sus hermanos, Ana y Juan Pablo, formaban parte de lo que podríamos llamar las juventudes concienciadas del barrio, junto a los dos hermanos mayores de Yolanda Díaz. Como ocurrió en tantos otros lugares, fueron los comunistas los que sacaron adelante las primeras fiestas populares. Muchos recuerdan como si hubiese sido ayer el concierto de Abasto, el grupo de rock en el que tocaban Humberto y uno de los hermanos de Yolanda Díaz. «Había una rifa, necesitábamos una mano inocente y fue la de Yoli. Imagínate, quién lo hubiese sabido: ¡habría grabado un vídeo!», se ríe Juan Pablo.

Juan Miraz, el presidente del Centro de Promoción Social del barrio, es de la misma quinta que la candidata: «No nos tocó juntos en clase porque había muchos niños y nos repartían por orden alfabético. Es que esto estaba lleno de críos, organizábamos pachangas de fútbol entre bloque y bloque y sobraba gente». Luego, cuando Yolanda Díaz era adolescente, los padres se separaron y ella marchó con Carmela a Santiago, aunque finalmente regresaría para ejercer como abogada en Ferrol, ahí al otro lado de la ría. En la terraza del Centro de Promoción Social, cinco «camaradas» de Suso Díaz (Ignacio, Marcelino, Wenceslao, Adolfo y Ricardo) se están tomando el aperitivo, en lo que podríamos llamar su asamblea de todas las mañanas desde la jubilación: «Yo fui aprendiz de Suso cuando ingresé en Astano y me afilié a Comisiones porque me convenció el tío de Yolanda. Me convenció hablando bajito, claro, porque no te podían oír», comenta Wenceslao.

- Parece claro que Yolanda muy de derechas no podía salir, ¿no?

- No crea, algunos hay.

- Oigan, ¿y cómo la han visto en el Gobierno?

- Para mí, ha estado bien. Hombre, no se puede hacer todo lo que se quiere y aquí en el barrio también tiene sus detractores.

- ¡Pues yo le doy un 10!

- Si le das un 10, van a decir que es porque es del barrio. Mejor vamos a ponerle un 7 o un 8.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes La primera niña del barrio más rojo