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Albert Rivera se enfrenta a la campaña más difícil de su carrera. Un todo o nada. Siete meses después de acariciar el 'sorpasso' al PP y convertir a Ciudadanos en tercera fuerza, el líder liberal entra en la batalla electoral malherido y con el riesgo ... de perder buena parte de los 57 diputados que obtuvo en abril. El escenario ha dado tal vuelta que las encuestas, aquellas que en 2015 le llevaban en volandas a coquetar con ser primera fuerza, le equiparan ahora con Vox y pronostican un descalabro en las urnas sin paliativos.
Bajo la presión de no convertirse en un partido residual, Rivera se ha echado a la carretera para intentar recuperar a los dos millones de votantes que, según el CIS, eligieron la papeleta naranja hace siete meses y ahora dudan volverlo a hacer. «El reto es volver a convencer a mucha gente», reconoció el presidente de Ciudadanos en la apertura de campaña en Cádiz.
Por delante, siete días a vida o muerte para remontar los sondeos, conservar la tercera posición y salvar los muebles. En el cuartel general naranja confían en contener la caída con la voluntarista consigna de que 'Sí se puede'. «Sí se puede cambiar un Gobierno, sí se puede sacar a España del bloqueo y sí se puede poner en marcha reformas», resumen fuentes de la dirección.
Para corregir el rumbo y convencer a los indecisos, los liberales se encomendarán también a la habilidad oratoria de su líder en el cara a cara que enfrentará el lunes a los cinco aspirantes a la Moncloa. En los dos debates que se celebraron en abril, Rivera, que por entonces aspiraba a disputar el liderazgo del centro derecha a Pablo Casado, salió fortalecido. Confrontó a Pedro Sánchez, al que había vetado en una mesa de negociación pero que ahora podría convertirse en socio de gobierno tras un giro en su estrategia, y tradujo esos minutos de televisión en miles de votos.
Aunque la confianza que en Ciudadanos tienen en Rivera parece inquebrantable, nadie esconde la preocupación por un posible desplome el 10 de noviembre que abra el debate sucesorio. La figura de Inés Arrimadas, con muchos apoyos mediáticos y empresariales, ya ha empezado a emerger en el horizonte.
Pero de momento la ganadora de las últimas elecciones catalanas guarda las espaldas a su jefe. «Nosotros somos un equipo y el liderazgo interno de Albert es indiscutible», aseguró Arrimadas cuando sonaron las primeras voces de alarma. Por primera vez desde que Ciudadanos nació hay quienes temen que lo que esté en riesgo sea el futuro del partido.
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