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El día en el que se convocaron las elecciones del 10 de noviembre en la Moncloa aseguraban manejar encuestas que catapultaban al PSOE de sus 123 escaños actuales hasta al menos 140. A una semana de los comicios, el único sondeo que contempla ese ... escenario es el macrobarómetro del CIS, conocido el martes pero realizado entre el 21 de septiembre y el 13 de octubre. El resto sitúan a los socialistas en una tendencia a la baja. Y, sin embargo, los principales asesores de Pedro Sánchez defienden que están en la línea correcta.
La tesis de quienes diseñaron las líneas maestras de la campaña del partido es que hay margen para crecer hacia la izquierda, a costa de Unidas Podemos y a la derecha, a costa de Ciudadanos e incluso, dicen, del PP, sobre todo, mayores de 45 años y pensionistas. Por ahora, la mayor parte de los descontentos de todos esos partidos parecen haberse refugiado en la abstención, y en los territorios socialistas admiten que, en realidad, su gran reto es la movilización de su propio electorado. Pero en el entorno del presidente en funciones creen que en la semana entrante (la ley electoral prohíbe ya publicar encuestas) todo se decantará a su favor.
El eje del discurso de Sánchez es la estabilidad. El secretario general del PSOE se presenta como el único que realmente puede formar gobierno y pide un apoyo masivo para no verse obligado a pactar con Unidas Podemos un gobierno de coalición difícil de ensamblar, no depender ni por activa ni por pasiva de los independentistas, como le ocurrió en su primer mandato, y empujar al PP y a Ciudadanos a una abstención que facilite su investidura. No es un mensaje seductor para el electorado de izquierdas, pero sí para el del centro, donde se sitúan en torno a dos millones de personas muy sensibles a las llamadas a un voto proinstitucional.
El intento, en todo caso, obliga a un equilibrio complicado. Sánchez no escatima mensajes de firmeza contra la misma Generalitat con la que hace apenas un año abrió una vía de diálogo frustrada cuando ERC y JxCAT pusieron la libertad de los procesados del 1-O como precio para apoyar los Presupuestos. Con una mano ofrece pactos de Estado a Pablo Casado y Albert Rivera para proteger la unidad territorial, y con la otra promete a Unidas Podemos que será su socio en materia social y económica. En el PSOE cada vez son más los escépticos con el plan de la factoría Iván Redondo y algunos aseguran que el propio presidente del Gobierno empieza a tener dudas, pero por ahora las oculta.
Pedro Sánchez ha advertido este sábado al presidente de la Generalitat, Quim Torra, de su deber de garantizar el buen desarrollo de la jornada electoral del 10 de noviembre en Cataluña, ante los eventuales planes de los Comités de Defensa de la República (CDR) de bloquear los colegios electorales. «Yo sólo recuerdo al señor Torra y a su Govern que son los máximos representantes del Estado en Cataluña, que en caso de que eso se produjera estamos hablando de delitos muy importantes contra los procesos electorales», ha avisado en una entrevista en La Sexta.
Además, ha asegurado que el Gobierno de España va a «garantizar el normal discurrir» de la jornada electoral y ha vuelto a defender la coordinación actual de los Mossos d'Esquadra con la Policía Nacional y la Guardia Civil.
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