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Ni capitales de provincia ni pueblos en proceso urgente de desaparición. Los núcleos de población en los que el sociólogo Sergio Andrés Cabello ha centrado su libro 'La España en la que nunca pasa nada' (Ediciones Akal) se parecen más a Torrelavega o, en el ... caso de su La Rioja natal, Miranda de Ebro o Puertollano. «Aquí también tenemos un problema», avanza este profesor de la Universidad de La Rioja, recién llegado a Cantabria para presentar esta obra y abordar los desafíos que quedan por delante dentro de esta «cuestión de país», a las 20.00 horas en la librería La Vorágine de Santander
–Pone el foco en esos «territorios intermedios». ¿Por qué?
–A medida que van pasando los años, se ha puesto de manifiesto un problema de nivel superior. No hay una segunda despoblación, pero sí un fenómeno que puede ser un problema igual de grave. Cierre del sector secundario, envejecimiento de la población, oportunidades laborales complicadas... Todo esto afecta a la cohesión territorial y social.
–¿Alguna receta?
–Este tema se aborda muchas veces sin tener en cuenta el contexto general de la región. Tampoco se puede solucionar si cada comunidad camina por su lado. Es un problema de Estado. ¿Qué país queremos? Si nuestro objetivo es que nos acordemos de Cantabria de julio a septiembre o sólo los fines de semana para hacer turismo, entonces tenemos problemas.
–Ciudades y pueblos. ¿Condenados a entenderse?
–Tiene que haber un plan de país que busque un equilibrio territorial de forma cualitativa. El discurso del medio rural escenificado en el concepto de la España vaciada ha ganado el relato. No la solución, pero sí el relato. Ese argumento, al caer en la idealización y no conseguir resultados a corto plazo, genera todavía más frustración. El medio rural no tiene solución si no se concibe en su conjunto. Es necesaria una perspectiva más amplia.
–España vaciada. No le gusta.
–Da la sensación de que hay una intención de que se quiso acabar con un modo de vida y una cultura. No, la gente iba a buscarse la vida, a mejorar unas condiciones que eran muy difíciles. Es injusto porque se olvida de esas decisiones individuales. «Nos vaciaron, nos echaron…». No es así.
–¿Hay sitio para el optimismo?
–Se intenta pero a veces no se puede. Desde hace tiempo nos dicen que vamos a cambiar el modelo productivo, pero nada cambia. Nos dijeron que íbamos a ser el balneario de Europa, hemos apostado por ese modelo y lo hemos visto con la pandemia. El sector turístico vale muchísimo, pero al político se le exige una visión de futuro y no cortoplacismo. No podemos tener esa mirada tan solucionadora y de varita mágica. «Si pongo internet, la gente vendrá». No funciona así.
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