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En la plaza del Ayuntamiento de Santander.
Sirven para estar junto a un amigo o arrimarse a un desconocido.
Imagen de la Santander peatonal. En este caso, en la calle Juan de Herrera.
Los bancos que contemplan la Catedral de Santander.
El hierro y la madera resisten al tiempo y a la climatología de Santander.
Antiguo banco de piedra en Correos,
Asientos enfrentados en la plaza de Farolas.
Los bancos de Puertochico.
Mirador de bancos en Puertochico.
Los viejos bancos del Paseo de Pereda.
Dejar la huella escrita en el respaldo de un banco ¿Una gamberrada? ¿Un comportamiento adolescente?
Un banco es un territorio solitario que pide 'okupas'.
En Puertochico, un banco que sostiene amistades.
Los nuevos bancos del frente marítimo santanderino.
En fila y solitarios, para sentarse en la intimidad.
La madera y el hierro de los bancos del Sardinero resisten incluso al salitre.
El aviso de 'recién pintado'.
Las olas pudieron con la dureza de la piedra de los bancos del Chiqui.
Un paseo, árboles y bancos, un paisaje universal.
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