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Fue corresponsal de guerra, pero enseguida supo que su verdadera vocación era la información 'real'. Casi 30 años en la revista 'Hola' le convirtieron en un referente indiscutible dentro de la prensa del corazón.
"Felipe VI  era un niño maleducado"

"Felipe VI era un niño maleducado"

Jaime Peñafiel, incombustible a sus 82 años, presenta su enésimo libro: 'Reinas y princesas sufridoras'

IRMA CUESTA

Lunes, 27 de abril 2015, 09:55

La primera vez que Jaime Peñafiel (Granada, 1932) se cruzó con una princesa de verdad fue en Alemania. El periodista, que por aquel entonces tenía 28 añitos y trabajaba para una agencia de noticias, recibió el encargo de cubrir la boda de Diana de Francia con el duque Carlos de Wurtemberg. Corría 1960 y aquello de pasear por el increíble castillo de Althausen y asistir al enlace de dos familias del tomo primero del Almanaque de Gotha, la 'biblia' de las casas reales, debió impresionarle. Cuarenta y cinco años después, inasequible al desaliento, Peñafiel va por su enésimo libro de entresijos monárquicos. Aquella boda fue, sin duda, una suerte de revelación.

'Reinas y princesas sufridoras; Un minucioso repaso a los episodios más tristes de la realeza de los siglos XX y XXI' (Grijalbo). ¿No me diga que no hay ni una sola historia feliz?

Ninguna. Ni siquiera en los casos en los que el matrimonio fue por amor. Al final, la convivencia es dura y la historia de la mayoría, sino de todos, está regada con lágrimas por una u otra razón.

En ese caso, vamos a hacer una lista de las más desgraciadas...

Podemos empezar por la nuestra, que es la más cercana. Juan Carlos nunca ha estado enamorado de Sofía. Ella sí. Y, durante años, él no ha hecho más que ofrecerle gestos de desprecio. Ahora que no están en primera línea, la situación se ha hecho evidente para todos. Luego está Isabel II. Tenga usted en cuenta que, cuando ardió el castillo de Windsor y la reina de los británicos se sumó a las labores de los equipos de bomberos regalándonos aquella foto de ella con un cubo de agua tratando de sofocar las llamas, Felipe de Edimburgo estaba al otro lado del Atlántico encamado con la madre de su nuera Sarah Ferguson. Ella misma ha dicho que a su marido no le pide fidelidad, sino lealtad. ¡Imagínese!

Toda la vida soñando con convertirnos en princesas y ahora resulta que para la inmensa mayoría ha sido un auténtico desastre...

Si quiere hablamos de Silvia y Gustavo de Suecia, al que han pillado dando un azote a una cantante y está probado que recibía a mujeres en un pisito de Estocolmo... de tres en tres; o de Margarita de Dinamarca, con un marido con complejo de secundario, que se las ha hecho pasar canutas toda la vida.

Pinta usted unas casas reales pobladas de pendones.

Y pendonas... Ahí tenemos a Carolina y Estefanía de Mónaco, que mataron a su madre a disgustos.

Hombre, tengo entendido que la madre murió en un accidente de tráfico...

Sí, pero Gracia ya estaba muy tocada para entonces. Tampoco ella tuvo una vida demasiado feliz. Mire, fue en su boda en la que Faruq, que acababa de perder el trono de Egipto, me dijo que en poco tiempo solo quedarían cinco reyes en el mundo: el de Inglaterra y los de la baraja.

¿Tan mal está la cosa?

Todavía hay 24 monarquías. Se equivocó, pero nunca se sabe.

En España Podemos ya ha dicho alto y claro que eso de la monarquía no tiene más sentido...

Efectivamente. En este país la pervivencia de la monarquía solo depende de una cuestión política. Cuando gobierne alguien con el respaldo suficiente y decida poner fin al asunto, lo hará. La gente joven no está ni a favor ni en contra. Simplemente no lo entiende.

Llevaría fatal la abdicación del ahora Rey emérito. Tanto tiempo asegurando que no dejaría nunca la primera línea...

¡El pobre! Juan Carlos abdicó porque su familia dio un golpe de Estado. Porque está claro que nunca fue un problema de salud. Ahí lo tiene viajando de aquí para allá y apuntándose a todas las comilonas que puede.

¿Qué fue de aquel cariño que le profesaba?

Yo nunca fui monárquico. Fui Juancarlista. Y ahora, ni eso.

Ya sabemos que la Reina Letizia no es santo de su devoción, pero no podrá decir que no se casaron enamorados.

Pues sí, pero ni siquiera eso es garantía. Hace dos veranos, la esposa de Felipe VI cogió las maletas y se marchó de Mallorca dejando allí marido, hijas y suegra. A ella nunca le ha gustado Marivent, como no le gusta el ambiente de la monarquía europea. La prueba está en el espectáculo que acaban de dar en el cumpleaños de Margarita de Dinamarca hace solo unos días: primero que no se quedan con el resto en donde les habían reservado habitación, que prefieren irse a un hotel; luego, que ellos no van en autobús a la cena, que llevan su propio coche... Y todo para ponerse ese vestido vulgar y horrible. Lo que ocurre es que él está mucho más enamorado que ella.

Algo bueno tendrá la señora...

Pues hay que reconocer que sí. Ha conseguido que Felipe, que era un niño maleducado, déspota y caprichoso; un rubito de ojos azules en un país de niños morenitos, sea más accesible, se porte mejor con la prensa, se haya acercado a la gente... Ahora, ¿cuánto durará su matrimonio? Lo que ella quiera.

Y ¿qué me dice de las infantas?

Todo, culpa de don Juan Carlos que permitió que sus hijas se casaran con quien quisieron y no con quien debieron, especialmente Cristina. Como padre, es comprensible, porque sabes que van a hacer lo que les dé la gana. Pero, como Rey, no debía haberlo permitido.

Usted nunca puso pegas a la elección de la infanta Elena.

No. Además de que el elegido era miembro de una familia castellana de rancio abolengo, se casó muy enamorada. Lo que pasó ahí es que el ictus acabó con el matrimonio. No es fácil cuando sales de una enfermedad de ese tipo con secuelas importantes y, por si eso fuera poco, tu mujer tiene mucho carácter. También lo tiene Cristina. Ella llegó a casa, le dijo a su padre que se casaba con Iñaki, su padre le dijo que no y ella lo amenazó con que se iban a vivir juntos a Barcelona. Aquello habría sido un escándalo.

En fin, tendrá alguna preferencia...

Mi admiración por Farah Diba, que fue la última reina de Irán, es de sobra conocida. Su vida, además, ha sido terrible. Aquel momento en el que buscaba un lugar, fuera de su país, no para vivir en el exilio, sino para que su marido, el Sha, pudiera morir, fue terrible. También lo fue asistir al suicidio de dos de sus tres hijos.

Tengo entendido que también está entre sus favoritas la reina Noor...

Sin duda. Con ella tengo una anécdota impresionante. Poco antes de morir su esposo, el rey Husein de Jordania, cuando aún no le habían detectado el cáncer, me confesó que creía que su marido tenía una amante, una periodista palestina jovencita, y que probablemente estaba pensando en divorciarse. «He hablado con él y le he dicho: Te amo tanto que te dejaré ir», me contó Noor que le dijo. Entonces le diagnosticaron la enfermedad y ella me reconoció que siempre pensó que el cáncer, que había matado a su marido, también había salvado su matrimonio.

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