Pistorius intenta dar pena

«No quiero exagerar su vulnerabilidad... Pero por favor, ¿quién es este hombre al que quieren condenar?», declamó enfáticamente su abogado, Barry Roux. El letrado habló de una persona asolada y deprimida, esclava de los tranquilizantes después de su fugaz paso por la cárcel. Como alternativa, la defensa propone que se le impongan trabajos para la comunidad, en especial con los niños. Detrás de Roux, Pistorius escondía la cabeza entre las manos. Su familia completaba el cuadro sin dejar de llorar.

«Si en algún momento quieren ver a un hombre devastado mírenle a él», bramó el fiscal del Estado, Gerry Nel, señalando a Barry Steenkamp, padre de Reeva Steenkamp, la víctima. Según el relato de Pistorius, mató a tiros a su novia al confundirla con un intruso en su casa. El fiscal insistió en una condena ejemplar, «al menos 15 años», para lanzar un mensaje claro a Sudáfrica, uno de los países con mayores índices de homicidios del mundo.

La vista oral ha mantenido a todo el país pendiente de un crimen lleno de morbo. Muy cerca unos de otros, los Pistorius y los Steenkamp han llenado la sala del Tribunal Superior de Pretoria de lloriqueos. El 6 de julio se sabrá quién ha influido más en la magistrada Thokozile Masipa.