

Secciones
Servicios
Destacamos
arantzafurundarena
Sábado, 21 de mayo 2022, 00:15
Café y silencio. Es lo que necesita Reyes Monforte (Madrid, 47 años)para escribir una novela. Y ya lleva nueve. En 2015 ganó el premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio con 'Una pasión rusa', galardón que impulsó su carrera. «La preparación de un libro es como un tarro de cerezas, descubres algo y sale enredado con otros datos y personajes», explica. De esta forma descubrió a África de las Heras, una mujer cuya vida aventurera despertó su curiosidad. Hasta el punto de erigirla en protagonista de su última ficción, 'La violinista roja' (Plaza y Janés), un relato sobre la española que se convirtió en la espía soviética más importante del siglo XX.
Aunque el libro se lo dedica a él: 'Para Jose, siempre'. Hace mucho tiempo que Reyes Monforte es conocida y reconocida por otros motivos que el de ser la viuda del recordado actor Pepe Sancho.
Su primera novela, 'Un burka por amor', se transformó en un 'best seller' que lleva ya más de sesenta ediciones y que dio pie a una miniserie de televisión que arrasó en audiencia. Ahora la autora ha hecho un viaje literario a la Unión Soviética porque confiesa sentirse atraída por el alma rusa. «Me encanta analizar el comportamiento humano y los rusos son expertos en eso. Siempre me han apasionado las vidas al límite», asgura.
Las monjas de su colegio se alarmaron cuando la pequeña Nieves Monforte apareció en clase con un libro de Fiodor Dostoievski. Lo había cogido de la extensa biblioteca de casa sin saber muy bien por qué. «Mi padre tenía una biblioteca alucinante y la cuidaba como otros cuidan su coche», recuerda con emoción y respeto.
Esta «periodista que escribe, más que escritora», como le gusta definirse, nació en 1975, el año en que murió Franco, y se crió en el castizo barrio madrileño de La Latina, en el seno de una familia «muy bien estructurada».
Tuvo una infancia feliz, «pero nada literaria», aunque todo el mundo la recuerda con un libro entre las manos. «No era un cerebrito, pero sí era estudiosa y me gustaba mucho la historia. Por lo demás –puntualiza–, mi vida era muy sencillita. Comparada con la de África de las Heras, yo diría que bastante aburrida».
El caso de África de las Heras es especialmente extraordinario. Sus peripecias darían para veinte biografías distintas y varias novelas. Nacida en 1909 en una familia acomodada de Ceuta, la bella y sensual África, una de las pocas mujeres que llegaron a coronel en la KGB, y la española más condecorada de la Unión Soviética, llegó a tener tres maridos (dos de ellos como tapadera), y un hijo, fallecido a temprana edad. Pero todo lo sacrificó por servir al comunismo, incluso la memoria de su hijo muerto.
¿Una fanática? «No la juzgo –responde la autora– porque tampoco me gusta que me juzguen a mí, pero está claro que ella jamás puso en duda una orden ni resultó descubierta, fue el perfecto instrumento en manos del régimen de Stalin».
De las Heras estuvo presente en momentos cruciales de la histria del siglo XX. Tomó parte en la Guerra Civil española, en la Segunda Guerra Mundial, y en el asesinato de León Trotski, en el que participó haciéndose pasar por su traductora mientras vivía en la mexicana Casa Azul de Coyoacán junto a Diego Rivera y Frida Kahlo.
Se codeó con Orwell, con Hemingway, entre muchos otros. Residió en París camuflada como modista y en Montevideo, donde organizó la red de espionaje soviético en Latinoamérica mientras todo el mundo la tenía por una refinada anticuaria.
Acabó sus días convertida en una adorable ancianita que hacía tartas para sus vecinos, incapaces de imaginar su agitada biografía. Murió antes de que cayera el Muro de Berlín y en su lápida se lee 'Patria', el alias que ella eligió en honor a su querida Unión Soviética.
«El pasado nos está enviando constantemente postales para que entendamos el presente –advierte la autora–. Lo que vivió África de las Heras en los bosques ucranianos explica mucho esa mala relación entre Rusia y Ucrania. Esto ya viene de Stalin».
Si su anterior novela, 'La memoria de la lavanda', la escribió desde el duelo, Monforte dice haber escrito esta última «desde la calma y la curiosidad». Pero el recuerdo de Pepe Sancho permanece vivo. «Tuve la suerte de conocer al amor de mi vida y ese amor te acompaña, se queda contigo, te alimenta, te hace crecer y estar bien contigo misma», razona.
Monforte se encuentra entre los poquísimos escritores que entregan a tiempo sus textos. Pero lo explica. «Es que cuando cojo una historia tengo que escribirla en ese momento. Me pasa igual, por ejemplo, con las palmeras de chocolate. Debo de tener alguna tara mental –comenta entre risas– porque me apetecen y tengo que comerme ocho a la vez. Luego igual no vuelvo a probarlas en diez años. A lo mejor es que tengo el alma rusa».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.