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arantza furundarena
Sábado, 12 de noviembre 2022, 00:13
Quién le iba a decir a esta intrépida argentina cuando a los 17 años abandonó su país para buscarse la vida en Milán como modelo, que años después acabaría recalando en Madrid y enamorándose de un carismático entrenador de fútbol paisano suyo, y con el ... que además comparte la misma «mentalidad familiar» y filosofía de vida. Mucho más que la esposa del Cholo Simeone, Carla Pereyra es una audaz empresaria, una madre hiperactiva y una mujer de 35 años con hechuras de maniquí muy cotizada en el mundo de la publicidad. Además, como buena argentina, resulta una conversadora locuaz y expresiva...
«Me gusta cuando me llaman para inauguraciones con las que me siento identificada», comentaba hace unos días como madrina del nuevo centro Moonz de ortodoncia infantil abierto en Getafe. «Lo abordan desde la psicología infantil, quitando los miedos, y yo tengo dos niñas en edad de empezar con el dentista». Francesca y Valentina, las hijas de Carla y el Cholo, tienen seis y tres años. «Pero la de tres es como si tuviera quince porque es muy despierta», advierte su madre. La mayor, una criatura bondadosa que cuida a su hermanita y adora a los animales, ha salido más a mamá. Y la pequeña... «Es clavada a mi hermana», ataja Carla Pereyra. «En casa no tenemos una pequeña Simeone».
La modelo se crió en Paraná, la capital de Entre Ríos, en un barrio humilde «de gente muy trabajadora». Nacida tras la dictadura, es hija de militar, «pero de los de la parte buena -precisa-. Mi padre entró en el ejército en la banda musical y después de que cayera el régimen, aun así en aquel momento todos les tenían miedo». La educaron en una disciplina que ella denomina «muy familiera»: la iglesia, las comidas de los domingos… «Mi abuelo era italiano y nos lo transmitió. De hecho mi marido también es muy italiano en las costumbres. Y creo que eso ha sido importante en nuestra unión».
Sostiene Pereyra que su filosofía también es la de «partido a partido». «Al final Dios los cría y ellos se juntan -bromea-. Diego y yo nos parecemos en muchas cosas». Un alma libre. Así se autodefine esta Sagitario. «No me gusta joder a nadie, voy a mi bola, sigo mi instinto. Y te aseguro por mis hijas que nunca he tomado una droga ni tengo un tatuaje». Con esa mentalidad y el propósito de triunfar como modelo, se largó a Milán a los 17 años. Y no lo tuvo fácil. Allí aprendió que la pasarela es implacable con el peso de las maniquís. Hoy tiene su propia disciplina para mantenerse delgada. Come poca carne, mucha verdura, entrena duro a diario y practica el ayuno intermitente: de doce de la noche a cuatro de la tarde sin probar bocado. «Pero solo porque a mí me funciona y me siento llena de energía -advierte-. Cada uno tiene que escuchar a su cuerpo».
De soltera, le atribuyeron muchos novios, entre ellos Joaquín Cortés y el ex de Shakira, Antonio de la Rúa... «Me han acusado de tener una relación con un tipo al que vi cuatro veces en mi vida -protesta-. La gente siempre va a hablar, así que mejor apaga la tele y sigue haciendo las cosas bien».
Con el Atlético de Madrid en horas bajas, esta argentina admite que en su casa «se está notando el bache». Pero no dramatiza. Confiesa haber pasado una semana «muy mala» con la eliminación de la Champions. «Yo de serena no tengo nada, soy muy sentimental y me ha dolido». Sin embargo, Carla sabe cómo es el fútbol. «Esto es un juego y también hemos tenido semanas muy buenas en las que estamos pletóricos y saltando por el aire». Y luego está la famosa filosofía de su marido... Ahí la modelo se deshace en elogios.
«Yo no me casé con un ganador sino con un trabajador de mentalidad positiva al que no lo para nadie. Ni en las buenas se cree increíble ni en las malas se cree el peor. Y si algún día nos tenemos que ir, nos iremos pero sabiendo que él lo ha dado todo». Cuando conoció al Cholo él ya tenía tres hijos. «Nos llevamos estupendamente -asegura-. Cuando tienes amor y quieres hacer las cosas bien no hay conflicto».
Reconoce que no ve a su marido todo lo que quisiera por culpa de su absorbente trabajo... «Pero él ama tanto lo que hace que solo te sale apoyarle y generar buen ambiente. Para mí es fácil porque le quiero mucho. Y cuando estamos juntos no miramos ni el móvil. Diego es mi marido y mi mejor amigo». Porque Carla le llama Diego, nunca Cholo. Sus hijas en cambio le gritan en broma: «Papá-Diego-Cholo-Simeoneee». «Los niños son más listos que el hambre», tercia su madre.
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