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arantza furundarena
Sábado, 24 de diciembre 2022
En pleno confinamiento, Mónica Regueiro protagonizó junto a su pareja, el actor Fele Martínez, 'Diarios de la cuarentena', un proyecto que para ella resultó «duro y complicado pero también terapéutico». Ha llovido desde entonces, y hoy la actriz se prepara para celebrar una Navidad «por ... fin normal», reuniendo a su familia, que es de Galicia, y a la de su chico, de Alicante, en un punto intermedio: Madrid. Y con la mesa bien surtida de marisco gallego y de turrones levantinos. «El cocinitas es Fele, y nos va a hacer una caldo de cocido con pelota, que es típico de su tierra».
En realidad, la celebración para Mónica comenzó el miércoles con una comida navideña junto a Javier Gutiérrez y el resto del elenco de 'Principiantes', la obra teatral inspirada en textos de Raymond Carver con la que han estado de gira durante la primera mitad del año. «Fue un proyecto precioso. Me trajo muchas alegrías. Y la resaca ha sido tan larga que meses después me encuentro comiendo con mi 'marido' escénico, como yo llamo a Javier, y el resto de compañeros, porque somos ya una familia».
Actriz, productora y emprendedora genética, Mónica Regueiro se prepara para su primer proyecto de 2023 como coproductora de 'Decadencia', un mano a mano entre Pedro Casablanc y Maru Valdivielso inspirado en un texto de los 80 del dramaturgo británico Steven Berkoff, adaptado en verso libre por Benjamín Prado. Se estrenará el 19 de enero en el madrileño teatro de la Abadía y contará con la excepcional presencia del propio Berkoff.
«A mí me gusta decir que es una función muy punki con una crítica social muy heavy», precisa Regueiro. En ella se abordan temas como el clasismo, el racismo... «Llevo quince años con Producciones Off y es la primera vez que un montaje cosecha críticas halagadoras en todas las plazas. Y eso que sitúa al espectador en un lugar incómodo».
Para Mónica Regueiro la función del cine y el teatro pasa por remover conciencias. En 'Principiantes' interpretó a Terri, una mujer con un doloroso historial de malos tratos... «Fue un crecimiento personal tremendo -recuerda-. Tendemos a juzgarlas a ellas y no a ellos, que son los verdugos». Más tarde, participó en la película 'Llueven vacas', donde también se describe una situación de violencia de género. «El arte tiene que ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos», opina esta actriz.
'Diarios de la cuarentena' también supuso el reflejo de un momento oscuro. «Para Fele y para mí resultó tremendo -recuerda Mónica-, porque ni siquiera estábamos en nuestra casa. Justo nos íbamos a mudar y nos alojábamos en casa de unos amigos que vivían en Los Angeles. El confinamiento nos pilló sin nuestras cosas y con un peque de dos años al que no podías dejar solo en ningún momento». Y, sin embargo, la experiencia fue satisfactoria... «El 99% de la profesión estaba en paro, y yo me siento agradecida por haber podido trabajar y llevar un poco de alegría». También a nivel humano tuvo sus compensaciones. «Mi madre -recuerda esta gallega- estaba encantada de poder ver a su nieto a través de la tele, aunque al niño nunca se le vio la cara porque era una de las condiciones que pusimos».
Su hijo, «un niño talismán que se va encantado con todo el mundo» se llama Otto y tiene ya cinco años. Su nombre coincide con el del personaje interpretado por Fele Martínez en la película 'Los amantes del círculo polar'. Casualmente, el proyecto de fin de carrera de Mónica, que estudió Publicidad y Relaciones Públicas, versaba sobre la filmografía de Julio Medem... «Estaba ya predestinada», ironiza.
Aunque se crió en La Coruña, Regueiro es nieta de agricultores gallegos y recuerda que de niña se subía con sus primas al remolque del tractor y allí, con solo cinco o seis años, montaba «funciones teatreras y espectáculos que luego veían mis tías». Más tarde trabajó en la radio, ingresó en un grupo de teatro universitario... Y a los 23 años se plantó en Madrid «con una mano delante y otra detrás». Acabó como taquillera del teatro Lara. Luego pasó a producción, de ahí a gerencia y de gerencia a programación. «En el Lara pasé por todos los escalafones, como la hija de Amancio Ortega», bromea.
Gallega hasta la médula, «más en la morriña que en lo de subir o bajar escaleras, porque ahí soy muy decidida», la actriz posee actualmente un terreno cerca de Sada, «donde mi madre planta sus flores y mi hijo recoge caracoles y juega con los gatos. Hoy mi hogar se encuentra en Madrid -admite-. Pero yo espero volver algún día a Galicia».
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