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Leticia Mena
Domingo, 1 de mayo 2016, 07:51
El avión despega poco después de la una de la tarde. Entre el pasaje se puede disfrutar de la magia de la globalidad. El sonido se llena con todo tipo de acentos, pero la mayoría habla en griego e ingles. Todos llevan en la mano una vela fina, de unos cincuenta centímetros de largo, que las azafatas que dan la bienvenida a bordo van entregando con una amplia sonrisa tras decir kalimera, que es buenos días en griego.
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