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melchor sáiz pardo
Martes, 6 de junio 2017, 07:48
Dos días después y ni rastro. Ni herido ni fallecido, oficialmente. El paradero de Ignacio Echeverría, el español del 39 años desaparecido la noche del viernes en las inmediaciones del London Bridge tras intentar defender a una mujer que estaba siendo apuñalada por los yihadistas, sigue siendo una incógnita a pesar de que los ministerios de Exteriores e Interior españoles han movilizado a decenas de funcionarios para dar con él.
Al cierre de esta crónica, el nombre de este madrileño (residente en Las Rozas) y de orígenes gallegos (nació en Ferrol), seguía sin aparecer en el listado de los 48 heridos, 21 de ellos en estado crítico. Tampoco el Reino Unido confirmó su fallecimiento al Gobierno español, aunque fuentes de Exteriores advirtieron que el protocolo judicial en Gran Bretaña para anunciar oficialmente los decesos es «muy lento». «Sabemos que alguno de los fallecidos no está identificado» dijo el ministro Alfonso Dastis a última hora de la tarde. El Ministerio del Interior, a petición de las autoridades de la isla, remitió las huellas dactilares de Echeverría a primera hora de la tarde de ayer, forma infalible de confirmar su identificación.
El madrileño residente en Londres Ignacio Echeverría, de 39 años, todavía no ha podido ser localizado desde los últimos atentados en la capital británica. La última vez que fue visto el trabajador de banca, vinculado a Cantabria por sus estancias en Comillas durante los veranos, se encontraba en uno de los lugares de los ataques. Según ha publicado la familia en redes sociales, Echeverría estaba en el entorno de Borough Market, junto al Puente. «Lo vieron tendido en el suelo en la acera tras defender a alguien con su monopatín», agregó la familia.El español desaparecido es biznieto de Don Antonio Correa Pomar, médico del pueblo de Comillas, que se fue a trabajar con el primer marqués de Comillas, Don Antonio López, a la compañía de tabacos de Filipinas. La abuela de Echeverría era una de sus hijas, llamada Doña Amanda Correa, que se casó con Pedro Ornedo y que tuvo una casa en el corro Campíos de Comillas, donde ahora está la churrería, en pleno centro del pueblo.
La familia ha explicado que, en el momento del atentado, Ignacio regresaba de patinar en un parque con sus amigos cuando vieron como un hombre apuñalaba a una mujer en el entorno de Borough Market, junto al Puente de Londres. Los amigos del desaparecido han explicado a los familiares que fue el único del grupo que se paró para socorrer a la mujer que estaba siendo apuñalada y se enzarzó con el agresor. La última vez que le vieron estaba tendido en la acera. Desde entonces, ni la familia ni sus amigos han logrado contactar con él ni encontrarle en hospitales, pese a haber llamado al consulado español, a la Policía y a los hospitales.
Lo que sí tienen más claro los responsables de la diplomacia española es la versión de lo ocurrido, gracias al testimonio de los amigos que acompañaba al desaparecido y cuyo relato ya está en poder de las autoridades policiales y judiciales españolas. Echeverría había estado practicando su deporte favorito, el skateboard, en un parque cercano a los hechos, al sur del Támesis. Tras varias horas de piruetas en sus monopatines, sobre las diez de la noche el grupo decidió volver a casa en bici. El camino era largo. Echeverría vive a ocho kilómetros del Puente de Londres, en 17 de Joshua Street, en la periferia este de la ciudad, cerca del London City Airport. Y la ruta más corta era encaminarse al London Bridge para cruzar el río, pasando primero por la concurrida zona de Borough Market.
Fue allí donde y siempre de acuerdo con la versión de los acompañantes se toparon de cara con el atentado, sin saber exactamente de qué se trataba porque no habían visto el atropello previo en el puente. El grupo contempló como uno de los terroristas, cuchillo en mano, intentaba agredir a una mujer. Pensaron en un posible atraco. Echeverría se tiró literalmente de la bici y, solo con su monopatín como arma, trató de defender a la víctima.
En ese momento apuntan sus amigos al menos otro terrorista (otros testigos hablan de dos yihadistas) se abalanzó por la espalda contra el español. Y, a partir de ahí, los testigos no pueden aportar muchos más datos, porque sus amigos huyeron. Los testimonios coinciden en que Echeverría quedó tendido en el suelo, pero nadie se atreve a precisar con qué clase de heridas.
Su padre, Joaquín Echeverría, desde Madrid, y su hermana, Isabel, residente en Londres y que el domingo recorrió sin éxito los hospitales londinenses, mostraron ayer su esperanza de que Ignacio se encuentre entre los heridos que han sido «sedados» y que todavía no han recuperado la conciencia. Ambos apuntaron la posibilidad de que su familiar, al venir de practicar deporte, fuera indocumentado, lo que estaría retrasando su identificación. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, también apostó por la hipótesis de la "sedación", aunque lo hizo a primera hora de la mañana de ayer.
"Ojalá"
"Ojalá sea así", apuntó su padre al teléfono, quien relató la odisea vivida desde la noche del sábado. "Los amigos se pasaron la noche buscándolo y se presentaron en la comisaría a denuncia. Luego acompañaron a mi hija Isabel a hacer un peregrinaje por los hospitales, pero no podían entrar porque están acordonados. A la tercera visita, la policía les dio la información sobre la gente que está en los hospitales. Él no aparecía y no hay ninguna información", relató con desasosiego.
Entre tanto, en las redes sociales y en las plataformas de búsqueda de desaparecidos se hizo viral la descripción de Ignacio: «varón, 1,75 metros, 85 kilos, vestido con pantalones vaqueros, zapatillas Vans negras de suela blanca y jersey oscuro. Lleva una cadena de oro y luce una pequeña cicatriz sobre la ceja».
Desde Madrid, uno de sus amigos y excompañeros de trabajo, Rafael Duarte, defendió la «valentía» y la «integridad» de Ignacio y se mostró esperanzado en que solo se encuentre en estado de shock. Duarte explicó que el desaparecido, que se marchó hace dos años a Londres al no encontrar trabajo en España tras la crisis, trabaja en el departamento de «cumplimiento normativo» en la entidad suiza HSBC. Es, en realidad, un especialista en la persecución del blanqueo de capitales del crimen organizado y del terrorismo.
Licenciado en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, completó sus estudios en la Universidad de la Sorbona de París). Los cinco años antes de marcharse a Londres estuvo vinculado laboralmente a la entidad Aresbank, un banco especializado en la financiación del comercio exterior con países árabes.
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