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El doctor australiano Ken Elliott ha sido liberado tras permanecer siete año en manos de la organización islamista Al Qaeda del Magreb Islámico. El rehén, de 88 años, fue capturado junto a su esposa en 2016 cuando gestionaba una clínica en la ciudad burkinabesa de ... Djibo, al norte de este país africano y cerca de la frontera con Mali. Los secuestradores dejaron marchar a la cónyuge tres semanas después del hecho en un acto que se interpretó como muestra de su decisión de no implicar a las mujeres en el conflicto.
El rapto se ha convertido en una importante fuente de ingresos para los grupos yihadistas en el Sahel y muestra de la enorme inseguridad que sufre la región. El fenómeno adquiere especial relieve en el norte de Nigeria, donde resulta masivo y afecta, especialmente, a escolares y viajeros, autoridades locales y pequeños asentamientos. Las entidades guerrilleras y las bandas delictivas confluyen en este sustancioso negocio.
La captura de Elliott resulta especialmente dolorosa porque este veterano médico llegó a la república sahelina en 1972 y fue, durante cuatro décadas, el responsable de un centro sanitario con 140 camas y el único servicio local de cirugía. El hospital se halla en una ciudad que ha sufrido atentados y periodos de sitio por los rebeldes, tan sólo burlado por el transporte aéreo. La afluencia de desplazados ha provocado que su población se haya multiplicado por cinco, desde los 60.000 habitantes hace varios años hasta más de 300.000 residentes en la actualidad.
Penny Wong, ministra australiana de Asuntos Exteriores, ha alabado la capacidad de resiliencia del doctor y su familia «a través de las más difíciles circunstancias». Según las informaciones difundidas, el excautivo, originario de la ciudad de Perth, se reunió el jueves con los suyos. Hace cuatro años, Jocelyn Elliott se dirigió públicamente a los captores de su marido pidiendo su liberación «porque le quedaban pocos años de vida en la Tierra».
La situación de Burkina Faso es extremadamente volátil. La guerra contra el yihadismo se inició en 2015 y, desde entonces, se ha propagado por todo el país. La ofensiva fue especialmente dramática un año después, cuando se produjeron el secuestro del matrimonio australiano y el asalto al Hotel Splendid de la capital Ouagadougou en el que perecieron 28 usuarios originarios de 18 países.
10.000
personas han perdido la vida en la guerra contra el yihadismo en Burkina Faso y dos millones han huído del país.
La contienda ha destruido gran parte del sistema sanitario y escolar del país y provocado la muerte de más de 10.000 personas y la huida de 2 millones de ciudadanos. El propio Gobierno ha reconocido la pérdida de control sobre el 40% del territorio. Los medios de comunicación apenas han reparado en este drama más allá de crímenes puntuales como el del periodista español David Beriain y su cámara Roberto Fraile, sucedido hace dos años.
La antigua colonia francesa ha recibido el apoyo de Francia en su lucha contra los radicales, pero, tal y como ha sucedido en Mali, la Junta Militar que gobierna la república parece decantarse por la ayuda de Moscú. Según recientes informe de los servicios secretos norteamericanos, el Gobierno cuenta ya con el asesoramiento militar de mercenarios del Grupo Wagner.
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