Secciones
Servicios
Destacamos
La alianza congoleña de grupos rebeldes que controla la ciudad de Goma anunció ayer un alto el fuego por «razones humanitarias». Esta medida puede ser el preludio del inicio de negociaciones entre el gobierno de Kinshasha, la milicia sublevada del M23, y Ruanda, el país que ha apoyado la ofensiva de esta última. Todo sugiere que esta operación bélica encubre cierta estrategia de presión para conseguir un nuevo reparto de las explotaciones mineras de la región más favorable para los contendientes.
El cese de las hostilidades llega cuando se esperaba el ataque a Bukavu, la capital de Kivu Sur y que cuenta con una población superior al millón de habitantes. La disposición, de carácter unilateral, coincide con la publicación de informaciones oficiales que hablan de más de 2.000 muertos y 2.880 heridos en la toma de Goma durante la pasada semana. Previamente, fuentes de la ONU realizaron un balance de 900 víctimas mortales.
La medida, en cualquier caso, contrasta con las declaraciones de Corneille Nangaa, líder de la Alianza Río Congo, una red de grupos opositores en la que se integra el M23. Durante una rueda de prensa, el dirigente manifestó su ambiciosa pretensión de marchar sobre el oeste de la república con el objetivo de destituir al gobierno nacional.
La iniciativa no casa con los intereses de esta organización, vinculados al área de los Grandes Lagos. Fundada en el año 2000, la entidad, en principio, pretendía hacer frente a sus enemigos de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), surgida en el seno de los grupos de refugiados hutus.
Las acusaciones se cruzan. Las nuevas autoridades achacan al Ejército congoleño el bombardeo indiscriminado de las zonas ocupadas provocando nuevas bajas civiles. Además, las organizaciones humanitarias aseguran que, a lo largo del último mes, unas 400.000 personas han debido huir de sus hogares, amenazados por la proximidad de los combates.
El gobierno de Kinshasha reclama a la comunidad internacional la imposición de sanciones a Ruanda, al que le atribuye el apoyo táctico al M23, formado por guerrilleros de la comunidad tutsi, la misma a la que pertenece la clase dirigente del país vecino. La milicia siguió la misma táctica de 2012, año en el que tomaron Goma, localidad que permaneció bajo su control durante diez días. Entonces, el acuerdo preveía la integración de los rebeldes en el seno de las tropas regulares.
El conflicto, sin duda, se halla instigado por un agente extranjero. El régimen de Kigali se ha beneficiado de la inestabilidad de la zona para controlar la extracción de minerales a través de milicias interpuestas. Ahora bien, en esta última ocasión se le otorga una intervención directa a través del despliegue de 4.000 soldados. Las primeras aproximaciones entre los enemigos pueden producirse dentro de tan sólo 48 horas. Jean Paul Kagame, presidente ruandés, y Felix Tshisekedi, su colega congoleño, participarán el viernes en una cumbre regional que tendrá lugar en la ciudad tanzana de Dar es Salaam.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.