

Secciones
Servicios
Destacamos
Todos los días laborables, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China da una conferencia de prensa para responder a las cuestiones geopolíticas que se puedan ... presentar. La del pasado miércoles fue un magnífico ejemplo de la actitud que el gigante asiático mantiene ante el terremoto global que ha provocado el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Un periodista preguntó al portavoz Lin Jian sobre la postura de Pekín en torno al acuerdo al que Washington y Kiev han llegado para que la primera reciba la mitad de los ingresos que Ucrania genera con sus recursos naturales: «Hemos tomado nota», respondió Lin.
Este mutismo del Partido Comunista de China ante la mayoría de los tejemanejes de Trump en territorio eslavo contrasta con el tiempo en el que, con Joe Biden en la Casa Blanca, los dirigentes chinos incluso se ofrecieron para mediar entre Rusia y Ucrania. No en vano, hasta la irrupción de Trump, la opinión más generalizada señalaba que China es el único país capaz de hacer recapacitar a Vladímir Putin, pero que no ha querido ejercer esa presión para aprovechar las oportunidades de negocio e introducir elementos de discordia en el seno de sus rivales.
Ahora, sin embargo, el mandatario americano abre una nueva vía de entendimiento con Moscú y eso puede inquietar tanto en Kiev como en Pekín. De hecho, el presidente chino, Xi Jinping, habló con Putin el día después del nombramiento de Trump, para cimentar la «relación estratégica y de amistad» entre ambos países, recalcando que se «tratan como iguales». Y el pasado viernes Xi reiteró esas ideas en un encuentro con el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Sergei Shoigu, uno de los principales artífices de la invasión. «La relación bilateral se encuentra en su mejor momento y no tiene a ningún tercer país en su mira», afirmaron. Para certificar ese momento dulce, China prepara un gran desfile militar con motivo del 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial al que estará invitado el presidente ruso.
A pesar de todo, la postura de la segunda potencia mundial no ha variado durante la guerra: Pekín siempre ha respetado la soberanía de Ucrania y se ha negado a proporcionar armamento a Moscú, aunque se ha convertido en un salvavidas económico para Putin, comprando los hidrocarburos que le sobran por las sanciones y ofreciéndole alternativas al sistema financiero occidental, del que Rusia ha sido desconectada.
En esta coyuntura, el silencio actual del Partido Comunista solo se rompe para criticar la imposición de aranceles a los productos chinos y la posible liberación de fondos para armas a Taiwán. En relación al primer tema, el viernes Lin fue duro: «Estados Unidos utiliza el problema del fentanilo como pretexto para imponer aranceles y hacer chantaje, actuando de forma arbitraria y mostrando ingratitud en la cooperación con China». Pero nada más.
«China se mantiene a la expectativa. Su estilo es opuesto a la agresividad de Trump y prefiere esperar a ver en qué se materializan todas las propuestas y las promesas del presidente para tomar decisiones basadas en hechos y no en palabras», explica un miembro de la Embajada de España en Pekín que prefiere mantenerse en el anonimato. Xi vigila y espera el momento adecuado para saltar al terreno de juego.
Frente a la beligerancia del magnate, China propone concordia. Frente a las indisimuladas maniobras de la nueva Administración americana para retener la hegemonía, los dirigentes chinos apuestan por el multilateralismo. Y ante el 'America First' de Trump, Xi Jinping enarbola las banderas del libre comercio y del 'win-win'. No en vano, el presidente chino ha pedido esta semana a sus colaboradores más estrechos que «hagan frente a los retos domésticos e internacionales con calma».
Esa es también la idea que recoge la prensa oficial china, que suple el silencio oficial. El Global Times, controlado directamente por el Partido Comunista, señala «el relativo pragmatismo del gobierno republicano y la interdependencia económica de ambas potencias» para justificar su afirmación de que se abre «una ventana de oportunidad para la coperación» en la relación bilateral con Estados Unidos. Además, el diario subraya que Elon Musk lidera un grupo de líderes tecnológicos de Silicon Valley «que desean colaborar con China» y cuyos intereses «están alineados con los de ambos países», y concluye recalcando que «ninguna gran civilización ha logrado en la historia tener éxito impulsando el aislacionismo y el consumismo». En resumen: colaboremos y disfrutaremos de un crecimiento conjunto; enfrentémonos y acabaremos con el mundo.
«En principio, creo que China ve con buenos ojos la paz en Ucrania. Otra cosa muy diferente es la relación que Trump puede querer entablar con Rusia», añaden desde la Embajada. Y así lo parece señalar la prensa local: «Algunos occidentales señalan que ahora Estados Unidos, Rusia y China están en el mismo bando. Pero no ven el punto clave: China vota no por un país concreto sino por la paz», escribe el Global Times en relación a sus votos en la ONU.
Y al respecto de la resolución de la guerra, Xi Jinping siempre ha afirmado que se deben cumplir cuatro preceptos: respetar la integridad territorial de todos los países y los principios de la Carta de Naciones Unidas, tomar en consideración las preocupaciones sobre seguridad de todas las partes, y apoyar todas las iniciativas que se tomen para lograr la paz. A estos cuatro pilares se suman otras tres máximas: no avanzar en el campo de batalla, evitar la escalada de las hostilidades y huir de las provocaciones. Parecen palabras tan bonitas como huecas, pero lo cierto es que el discurso chino se mantiene consistente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.