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MIKEL AYESTARAN
Miércoles, 28 de febrero 2018, 08:13
El programa estrella de la cadena pública iraquí Al Iraqiya cumple cuatro años y se mantiene líder de audiencia los viernes, el día sagrado para los musulmanes. Semana a semana, su presentador, Ahmed Hasan, perfectamente trajeado, se pone ante las cámaras para acercar a los ... telespectadores una realidad que muchos de ellos han padecido en primera persona: el azote del terrorismo. Los iraquíes viven bajo la amenaza constante del terror desde la invasión de Estados Unidos en 2003, que abrió las puertas a la guerra sectaria y a los atentados casi diarios por todo el país. Desde 2014, la mayor parte de ataques tienen la firma del grupo yihadista Estado Islámico (EI), una evolución de lo que nació como el brazo de Al Qaeda en suelo iraquí para combatir la ocupación estadounidense. El programa 'Bajo la garra de la ley', pionero en un formato que ha logrado reunir a más de nueve millones de televidentes en sus momentos de mayor audiencia, consiste en encarar a verdugos del EI con familiares de sus víctimas.
La puesta en escena está muy cuidada. Los yihadistas, que en sus vídeos de propaganda usan monos de color naranja para los condenados a muerte, al más puro 'estilo Guantánamo', visten con buzos amarillos y son conducidos, entre fuertes medidas de seguridad, a los lugares donde cometieron sus acciones. Allí explican los pormenores de las operaciones a Ahmed Hasan, que se encarga de interrogarles y no duda en reprocharles sus conductas. Si el ataque fue con pistola o armas automáticas, se les proporcionan otras descargadas para que repitan los pasos que dieron en el día de autos. Todo tiene que ser lo más parecido posible a la realidad.
Este es uno de los diálogos que se producen un viernes cualquiera en 'Bajo la garra de la ley':
- «Quiero saber el objetivo de este ataque, ¿por qué atentan contra la gente?», pregunta el presentador a dos jóvenes miembros del EI, vestidos con buzos amarillos, que lucen barbas cortas.
- «Lo hicimos para matar al mayor número de gente posible», responde uno de ellos sin mirar a la cámara.
- ¿Por qué?
- «Esta es la forma de actuar», señala en voz baja el mismo yihadista.
- «¿Por qué aceptaron tomar parte en esto?», insiste Ahmed Hasan con tono firme.
- Estaba atrapado.
- Esto no tiene sentido, nadie te cree, no me digas que estabas atrapado. Todos los terroristas dicen que estaban atrapados. Tú no estabas atrapado. Sabías que ibas a matar a inocentes, ¿por qué no diste marcha atrás?
- «Me habrían matado a mí y a mi familia, a todos», concluye el joven con lágrimas en los ojos mientras el plano se abre y aparece un grupo de personas que sigue en directo la entrevista.
«¡Pedimos al Gobierno y a las fuerzas de seguridad que ejecuten a estos criminales, a estos cerdos en este mismo lugar en el que cometieron el ataque!», grita ante la cámara uno de los familiares de las víctimas de la explosión del coche bomba. Inmediatamente, se muestran imágenes de los momentos posteriores al ataque, con cuerpos mutilados, sirenas de ambulancias y las aceras cubiertas de sangre, junto a documentos, vídeos de cámaras de seguridad y pruebas que, según los responsables del programa, certificarían la implicación de los detenidos.
Irak ejecutó el pasado año a más de cien personas por delitos relacionados con el terrorismo, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, y varios de ellos han sido protagonistas de este programa. El pasado fin de semana, la Justicia ha condenado a muerte a quince mujeres turcas por sus conexiones y el apoyo prestado a los seguidores del califa.
El formato empleado por Al Iraqiya llevó a Amnistía Internacional a elevar una queja al primer ministro, Haider Al Abadi, en 2014, cuando arrancó la emisión del programa. La misiva del organismo internacional pedía al mandatario «velar por el cumplimiento de los derechos humanos en Irak» y recordaba que «se celebran juicios no justos en los que muchos acusados de terrorismo han sido condenados a largas penas de cárcel e incluso a muerte tras ser obligados a confesar bajo tortura».
La producción de 'Bajo la garra de la ley' es posible gracias a la colaboración entre la cadena pública y las autoridades. Irak anunció en diciembre el final de la guerra contra el EI y la derrota del califato. Hay miles de detenidos en las cárceles por su supuesta vinculación con el grupo, muchos de ellos combatientes llegados desde el extranjero. «Contamos con información del Ministerio de Interior, el Ministerio de Defensa y la seguridad nacional, cuerpos responsables de las detenciones. Ellos eligen los casos más destacables y yo solicito permiso al Ministerio de Justicia para poder entrevistarles», asegura Ahmed Hasan en declaraciones recogidas por medios iraquíes.
Este periodista, de 36 años, es uno de los rostros más famosos de Irak y, por encima del morbo que puede provocar el programa que conduce, piensa que, «aunque Daesh (acrónimo en árabe del EI) haya perdido la guerra desde el punto de vista militar, su ideología permanece. Sus seguidores nos siguen viendo a los demás como infieles y seguirán matando mientras perviva esta ideología». Además de este formato, Hasan está al frente de otros espacios de investigación. En la última semana, sin ir más lejos, ha estado en Basora, al sur del país, siguiendo la pista al tráfico ilegal de armas a Irak.
Desde la irrupción del EI, el uso de la propaganda en las redes sociales ha sido un elemento clave de su estrategia. Además de derrotarle en el campo de batalla, la televisión oficial iraquí trata de combatir su ideología con 'Bajo la garra de la ley'. Para Javier Lesaca, autor del libro 'Armas de seducción masiva. La factoría audiovisual de Estado Islámico para fascinar a la generación millennial' y consultor e investigador visitante en la Universidad George Washington, «combatir al Daesh en el terreno de la opinión pública es siempre una buena iniciativa. Gran parte de éxito que logró el grupo entre 2014 y 2016 se basó en utilizar la comunicación como un arma en un contexto de guerras híbridas. En cuatro años, este grupo terrorista ha hecho públicas más de 15.000 campañas de comunicación, incluyendo 1.500 vídeos de alta calidad, donde han presentado el terrorismo como un espectáculo seductor y atractivo. Presentar a los terroristas en un contexto de espectáculo televisivo donde reconocen su derrota y se muestran ante la opinión pública como perdedores es, sobre el papel, una buena estrategia. Sin embargo, puede tener también sus riesgos, ya que los terroristas pueden utilizar la victimización pública como un arma a su favor».
El formato de 'Bajo la garra de la ley', al que los iraquíes ya se han acostumbrado después de más de 150 programas, ha sido empleado también recientemente por la cadena BBC. La periodista Stacey Dooley entrevistó con la ayuda de una mujer yazidí, que fue vendida como esclava sexual al EI, a un yihadista que aseguró ante la cámara haber matado a 900 personas y violado a más de 200 mujeres y niñas. En este caso, el detenido aparece vestido con buzo naranja y la entrevista se grabó en la prisión, no en el escenario de sus fechorías.
El califato es historia, pero los iraquíes tienen una cita cada viernes ante la pantalla para encontrarse con algunos de sus protagonistas. Un pasado que es tan reciente que sus heridas siguen abiertas en un país que, derrotado el EI, se pregunta sobre la nueva forma que adoptará el enemigo a partir de ahora.
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