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MERCEDES GALLEGO
Lunes, 13 de junio 2016, 18:43
Durante más de un minuto seguido, el «bam, bam bam» de los disparos se mezcló con el hip hop sin despertar el pánico. A Rosie Feba, que esa noche visitaba el club Pulse por primera vez, su novia le dijo, con los ojos abiertos de ... par en par, que alguien estaba pegando tiros y que había gente tirada en el suelo. «La calmé diciéndole que eso no era real, que era parte de la música, hasta que ví salir fuego de la pistola», contó al diario Orlando Sentinel. Las dos chicas tuvieron la suerte de salir con vida del local sin mirar atrás. Feba llevaba la camisa manchada con la sangre de uno de los heridos con los que se cruzó, incapaz de imaginar todavía que detrás quedarían medio centenar de cadáveres. «Fue una masacre en toda regla», confesó estremecido Carlos Muniz, otro de los supervivientes del ataque.
En el patio, otro DJ ponía música reggae y pronto no le cuadró el ruido de los disparos que salía de la sala con música latina que allí se tocaba. «Bajé la música y oí claramente como 40 disparos», dijo Ray Rivera. «Entonces caminé hacia el interior de la sala y vi cuerpos ensangrentados por el suelo. La gente corría por encima de ellos, todo era caos y confusión».
Hubo algunos que no pudieron correr. Sus cuerpos seguían tirados en el suelo del club donde dieron su último baile. Otros aprovecharon esa hora de la madrugada para despedirse. «Mami, te quiero», decía el primer mensaje de su hijo Eddie, de 30 años, que recibió Mina Justice a las 2.06 de la madrugada. «Estoy en el club. Están disparando. Atrapado en el baño». «¿Qué club?», le preguntó la mujer angustiada. «Pulse. Downtown».
Allí seguía ayer discutiendo con las autoridades, que no le confirmaban ni desmentían que su hijo estuviera dentro, entre los cadáveres que custodiaban, o herido en algún hospital. Finalmente, hoy se ha conocido que Eddie también perdió la vidaen el local.
Sus últimos minutos de vida estuvieron marcados por el intercambio de mensajes de socorro y desesperación con su madre.
«¿Hay más heridos?». «Yes. Lots» («Sí. Muchos»), respondió el joven a las 02.42 horas.
«Still here in bathroom. He has us. They need to come get us». («Aún en el baño. Nos tiene. [Los policías] tienen que rescatarnos»)
«Is the man in the bathroom wit u?» («¿Está el asesino en el baño?»)
«Yes» («Sí»)
El último mensaje que recibió de su hijo daba pocas esperanzas. «Nos tiene. Está aquí. Voy a morir».
Después, silencio...
Christopher Hanson, otro de los clientes del local dijo que escuchó «fuertes ruidos de disparos. No vi a los atacantes, solamente vi cuerpos cayendo. Yo también caí y me arrastré hacia afuera. La gente trataba de escapar», confesó a la cadena CNN, todavía horrizado por lo que acababa de presenciar.
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