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Corresponsal. Nueva York
Martes, 24 de mayo 2022
Si algún trofeo se llevó Donald Trump en política exterior fue el de los Acuerdos de Abraham. Con ellos el yernísimo del presidente, Jared Kushner, trabó la normalización de relaciones de Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos con Israel. Si Trump hubiera logrado un segundo ... mandato, decían entonces en la Casa Blanca, se hubiera apuntado incluir a Arabia Saudi en esos acuerdos, herencia que ha recibido Joe Biden.
Su gobierno negocia secretamente el acuerdo que podría darle un tanto en política exterior, aspecto de su mandato que, pese a toda las experiencia que traía como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, resultó fatalmente dañado por la caótica salida de Afganistán. Biden también trató durante meses evitar la invasión rusa de Ucrania y convencer a China de que condenase la «operación especial» de Putin, pero no lo logró. Todo indica que el mandatario, que ya conocía a Xi Jinping desde que este era secretario general del Partido Comunista Chino, infravaloró la amistad que había trabado con Putin. Si acaso, la guerra de Ucrania les ha acercado más.
En estos tres meses ambos países han acelerado la firma de acuerdos que permitirán a Moscú vender su crudo en Asia y hasta construir un gaseoducto con el que sustituir al mercado europeo. Por si fuera poco, coincidiendo con la visita de Biden a Japón, Rusia y China ha iniciado por primera vez desde la invasión de Ucrania maniobras militares conjuntas en lo que aparenta ser una prueba de fuerza. La víspera Biden también les había enviado su propio mensaje al ratificar que EE UU está preparado para defender militarmente a Taiwán en caso de que China amenace su precaria soberanía. Sin embargo, no es plausible creer que se trataba de una respuesta a sus declaraciones, ya que ejercicios militares de este calibre requieren mucha planificación.
Corea del Sur, que vio a dos aviones militares chinos y cuatro rusos acercarse peligrosamente a su espacio aéreo, llegó a despachar cazas para responder y puso en marcha «medidas tácticas de emergencia». También Japón mandó a sus cazas a vigilarlos mientras su primer ministro recibía a los cabezas de estado de EE UU, India y Australia para la cumbre del Quad. El episodio parecía arrancado del manual ruso, que en Kiev recibió al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con el impacto de dos misiles, e invadió Ucrania durante una reunión del Consejo de Seguridad. «El hecho de que esta actividad ocurriese en medio de una cumbre del Quad se considera mucho más provocativo que otras maniobras anteriores», interpretó el ministro de Defensa japonés, Nobuo Kishi. «Cuando la comunidad internacional está respondiendo a la invasión rusa de Ucrania y China actúa con el agresor, no podemos evitar que nos preocupe ni debemos pasarlo por alto», añadió.
Washington se había preparado para responder a una prueba de misiles norcoreanos que le obligasen a poner a ese país en la agenda, pero fue China la que eligió hablar con una exhibición de fuerza.
Biden quiere demostrar que Ucrania no le ha hecho perder el foco de otras necesidades internacionales. La Casa Blanca prepara otro viaje a Arabia Saudí para final de junio, pero le gustaría poder anunciar antes el logro de normalizar las relaciones de ese país y Egipto con Israel, según publicó Axios este martes. Por el momento, dos islas deshabitadas, Tiran y Sanafir, bloquean el acuerdo. Israel las invadió dos veces en 1956 y 1967 para proteger el paso naval pero las devolvió en ambas ocasiones a Egipto, tras arduas negociaciones, ya que Arabia Saudí no tuvo flota naval para protegerlas hasta 1960. Desde 1988 Riad pide su devolución. En 2016 contó con el apoyo del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sissi, que se topó con la objeción de los tribunales de su país.
Una opción intermedia sería el despliegue de una fuerza multinacional, a lo que Israel se opone. El gobierno hebreo demanda también como parte del trato el establecimiento de vuelos directos entre Arabia Saudí e Israel, siempre según Axios. Arabia Saudí, por su parte, quiere que Washington le deje el paso libre en Yemen y olvide para siempre el asesinato del periodista del Washington Jamal Khashoggi, antes de entregar a Biden semejante logro político y recibirle como invitado. El presidente norteamericano espera que Arabia Saudí le ayude a estabilizar el mercado petrolero, por lo que la confluencia de intereses es un complejo puzle diplomático que aún tiene que cuadrarse.
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