Detienen a una mujer en Texas por amenazar de muerte a la jueza del caso Trump en Georgia

Estaba salpicada de insultos raciales y amenazas dirigidas contra la magistrada para que «hilase fino», la congresista tejana Sheila Jackson Lee, también afroamericana, «todos los demócratas de Washington» y la comunidad gay, lesbiana y transexual en general. «Si Trump no resulta elegido en 2024, apuntaremos a vosotros y a vuestras familias», dijo, según la imputación presentada en los juzgados de Texas.

En menos de dos días los investigadores del FBI habían rastreado la voz de mujer hasta un teléfono móvil de Alvin (Texas) y se personaron en la puerta para interrogarla. Abigail Jo Shry no negó que el teléfono fuera suyo ni que lo hubiera usado para amenazar a una jueza federal. Solo les tranquilizó diciendo que no tenía «planes de viajar a Washington» y ni siquiera a Houston, 50 km al norte de su localidad de 27.000 habitantes. «Eso sí, como la congresista Lee venga a Alvin entonces tenemos que preocuparnos», redobló.

Shry, de 43 años, fue detenida de inmediato. En los tribunales su padre pidió clemencia al juez alegando que es inofensiva. «Nunca sale de casa, solo se sienta delante del televisor y bebe demasiadas cervezas», dijo. Como no era la primera vez que actuaba telefónicamente al vapor del elixir de cebada que macera la indignación de las noticias, el juez ordenó su detención sin fianza. Shry tiene una audiencia fijada para el 13 de septiembre en la que se revisará si puede recibir la libertad condicional, pendiente de una fecha de juicio que todavía no se ha fijado.

En esos días veía por televisión al presidente Trump atacando a la jueza Chutkan con epítetos racistas en código. «Claramente quiere verme entre rejas», decía el expresidente. «Es muy injusta y tendenciosa». Desde que fue asignada al caso la oficina de la jueza Chutkan, nacida en Jamaica, ha recibido multitud de amenazas e insultos raciales, pero sin duda goza de más protección que los 23 miembros del gran jurado que han votado presentar cargos contra el magnate por intentar alterar el resultado de las elecciones en Georgia. De acuerdo a las leyes sobre transparencia judicial del estado, sus nombres son públicos. Aparecen en la página 9 del pliego de cargos que presentó la Fiscalía el lunes.

Otros seguidores de Trump, más sofisticados que Shry, tardaron poco en encontrar sus fotos y direcciones, que han colgado en páginas de milicias de ultraderecha y dan vueltas por Twitter y otras redes sociales. «Habéis firmado vuestra sentencia de muerte al imputar falsamente al presidente Trump», dice una de las amenazas que ha visto NBC. Los medios estadounidenses han decidido no nombrar las páginas en cuestión para no darles publicidad, pero su suerte está echada. A partir de ahora siempre mirarán hacia atrás cuando oigan pasos o ruidos en la noche. Algunos tendrán que cambiar de casa y hasta de apariencia, como hicieran Ruby Freeman y su hija de 14 años Shaye Moss, una funcionaria electoral que vive aterrorizada desde que el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani acusó públicamente de fraude y envió a matones para intimidarlas. «Ya no puedo disfrutar de nada, estoy perdida», confesó a Reuters.