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Aún no ha puesto su firma en el decreto, pero Donald Trump ya ha avisado a la Unión Europea de que está en su punto de mira, y de que puede ser objeto de aranceles como los que ya ha aprobado para gravar los productos ... de México, Canadá y China. Concretamente, amenaza con un impuesto del 10% que podría poner en jaque a diferentes sectores económicos de Europa. Según el economista de Goldman Sachs Sven Jari Stehn, la medida podría reducir el PIB de la UE en un 1%. Alemania sería la más afectada, con una contracción del 1,1%, mientras España saldría más airosa con una pérdida del 0,6%.
Trump tiene la sartén por el mango porque, como sucede con el gigante asiático, la UE vende a Estados Unidos mucho más de lo que le compra. Concretamente, según estadísticas oficiales, el año pasado la superpotencia americana adquirió productos europeos por casi 700.000 millones de dólares, 233.000 millones más del valor que sus exportaciones tuvieron en la UE. Es un saldo comercial sustancialmente favorable al Viejo Continente, por lo que Bruselas tiene menos margen de maniobra para tomar represalias. Aunque imponga aranceles similares a las exportaciones estadounidenses, su daño en conjunto siempre será menor.
Los sectores más vulnerables son también algunos de los más importantes para Europa. El de automoción es el mejor ejemplo. En 2023, las empresas europeas exportaron a Estados Unidos vehículos y componentes por valor de 56.000 millones de dólares, una cifra que supone el 20% del total y que convierte a Estados Unidos en el principal destino de nuestros automóviles.
Teniendo en cuenta que el sector emplea a unos 13,8 millones de personas de forma directa e indirecta, y que ya pasa por un momento delicado debido a la transformación de la movilidad y el estancamiento de las ventas, el problema podría trascender lo comercial e impactar de lleno en lo social. Oxford Economics estima que Trump, descontento porque «los europeos no compran coches americanos», podría elevar el arancel actual del 2,5% que grava los automóviles europeos hasta el 25%.
«Eso incrementaría sustancialmente su precio en el mercado americano, restándoles competitividad y resultando en una fuerte contracción de las exportaciones de la automoción europea a Estados Unidos», analiza la institución británica, que cuantifica el impacto que tendría ese escenario: la mayor perjudicada sería la automoción alemana, con una caída del 7,1% en sus exportaciones, mientras que el sector vería una contracción del 2,4% en nuestro país
En el caso de España las principales partidas de las exportaciones a Estados Unidos en 2023 fueron productos metalúrgicos -que ya fueron gravados por Trump durante su primer mandato-, químicos, y alimentos. La huerta de nuestro país tiene al otro lado del Atlántico su séptimo mayor mercado -con un valor de 3.178 millones de dólares-, y preocupa el impacto que estos aún hipotéticos impuestos podrían tener en el vino y el aceite de oliva. No en vano, las grasas animales y vegetales (829 millones) y las bebidas (441 millones) son las exportaciones agroalimentarias más importantes.
Ante la evidente capacidad americana para infligir daño en la economía europea, el instituto Bruegel recomienda, en primer lugar, que la UE trate de negociar con Trump para evitar esos aranceles. O sea, que busque solucionarlo por las buenas. También afirma que el continente debe involucrarse de forma más decidida en la reforma de la Organización Mundial del Comercio, para preservar un funcionamiento global en base a reglas.
Pero, sobre todo, Europa debe buscar alternativas y diversificar, impulsando acuerdos comerciales bilaterales. Es la clásica máxima de no poner todos los huevos en la misma cesta. «La prioridad debería estar en la ratificación del acuerdo con Mercosur, pero también en la mejora de las relaciones comerciales con Reino Unido y Suiza y en el fortalecimiento de las que mantiene con el Indo-pacífico y África», escriben los analistas de Bruegel.
«La llegada de Trump 2.0 es una llamada de atención para Europa», afirmó el expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en cuya opinión este es un buen momento para que el continente ponga solución a «debilidades estructurales». Eso sí, la gran transformación europea requerida para afrontar el reto que plantea el presidente estadounidense no es barata, por lo que Barroso ya ha solicitado al Banco Central Europeo que movilice hasta 800.000 millones de euros anuales para incrementar la competitividad de la UE. No solo por lo que suceda con el país de las barras y estrellas, también por la amenaza que representa China. «Europa tiene la oportunidad de dejar de ser un adolescente geopolítico y comenzar a ejercer influencia para ponerse a la altura de Estados Unidos y de China», sentenció Barroso.
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