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I. Ugalde
Sábado, 15 de marzo 2025, 18:08
Los sonados desencuentros que desde hace semanas han ido envenenando las relaciones entre Estados Unidos y Sudáfrica alcanzaron la noche del viernes -madrugada de ayer ... en España- su máxima expresión con la orden de expulsión del embajador en Washington, Ebrahim Rasul. El motivo: acusar al presidente estadounidense, Donald Trump, de «supremacismo» en un seminario en el que también afeó a la nueva Administración sus respaldos a partidos radicales en otros países.
La respuesta no se hizo esperar por parte del secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, quien declaró a Rasul «persona non grata» y le dio un plazo de «72 horas» para abandonar EE UU. «El embajador de Sudáfrica ya no es bienvenido en nuestro gran país. Ebrahim Rasul es un político que incita al racismo, que odia a Estados Unidos y odia al presidente», anunció el viernes en redes sociales.
La Presidencia sudafricana ha calificado de «lamentable» la medida decretada por Washington. No obstante, la oficina de Cyril Ramaphosa ha instado a todas las partes a «mantener el decoro diplomático» y ha reiterado su compromiso para «construir una relación mutuamente beneficiosa», a pesar de la manifiesta falta de sintonía con el nuevo jefe de la Casa Blanca.
Rasul, quien presentó sus credenciales como embajador ante Joe Biden el pasado 13 de enero, es un veterano de la diplomacia que ya ejerció el mismo cargo de 2010 a 2015 durante el mandato del expresidente Jacob Zuma. En su intervención el viernes en un seminario online del Instituto Mapungubwe para la Reflexión Estratégica, Rasul argumentó que «no es casualidad» que el multimillonario sudafricano Elon Musk «se haya involucrado en la política del Reino Unido y haya elevado» al populista Nigel Farage, «de la misma forma que el vicepresidente Vance se dirigió a la ultraderechista Alternativa para Alemania para fortalecerles en su campaña electoral» ya que «Trump «promueve un ataque contra quienes ostentan el poder al movilizar el supremacismo en su contra».
Las palabras del embajador sudafricano fueron el último eslabón de una larga cadena de desencuentros públicos con EE UU, que se iniciaron desde que la nación del arcoíris acusó en la Corte Internacional de Justicia a Israel -el gran aliado de Washington- de cometer actos de genocidio en Gaza. A ello se sumó, en febrero, la suspensión por parte de Trump de la ayuda estadounidense a Sudáfrica, como represalia por una ley de ese país que, según el magnate republicano, permite confiscar tierras a agricultores blancos. Las tensiones llevaron incluso a Rubio a ausentarse de la reunión de ministros de Exteriores del G20 celebrada en Johannesburgo.
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