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«Todo el mundo está aterrorizado. Los estudiantes tienen miedo de ir a clase». Así describía este lunes la situación una profesora de la Universidad ... de Columbia que, por razones obvias, mantiene su testimonio en el anonimato. Las alarmas se acabaron de disparar al conocerse que el sábado la Casa Blanca ordenó la detención y expulsión del país de un líder estudiantil palestino de la Universidad de Columbia, con un pretexto migratorio que se ha demostrado falso, sin que eso haya impedido la continuación del proceso de deportación.
La purga política de Trump ha empezado con Mahmoud Khalil, de 29 años de edad, quien se destacó antes de graduarse en diciembre como uno de los líderes de las protestas y participó en las negociaciones para forzar a la Universidad a distanciar sus inversiones de intereses israelíes. Las autoridades migratorias aludieron como argumento la expiración de su visado, pero el activista, casado con una ciudadana estadounidense, embarazada de ocho meses, no se encontraba en EE UU con visado, sino con una tarjeta verde de residencia permanente.
Las autoridades migratorias remitieron las preguntas a la Casa Blanca, lo que indicaba ya una orden directa de corte político. El secretario de Estado, Marco Rubio, indicó este lunes en X que simplemente revocarían su tarjeta de residencia para continuar el proceso de deportación, de este y de otros «simpatizantes de Hamás». Khalil ha sido trasladado a un centro de detención de Luisiana, a 2.000 kilómetros de su hogar, donde a sus amigos y familiares les resulta más difícil visitarle o presionar en las calles.
La tropelía a sus derechos envía un escalofriante mensaje a todos los emigrantes legales o ilegales del país: Si un residente legal de EEUU con tarjeta verde de residencia permanente puede ser detenido y expulsado por razones meramente políticas, nadie está seguro. El presidente Donald Trump ha confirmado esos temores al anunciar este lunes en Truth Social, la red social que creó cuando fue vetado de Twitter, que «este es el primero de los muchos arrestos que están por venir», adelantó al confirmar que las autoridades migratorias actuaban contra el estudiante «radical pro Hamás» por orden suya. «Sabemos que hay muchos otros estudiantes de Columbia y otras universidades del país que se han involucrado en actividades anti americanas, antisemitas y pro terroristas», amenazó.
Su Gobierno ya retiró el viernes 400 millones de dólares en ayudas federales a la prominente Universidad que otorga los Premios Pulitzer «debido a la continua inacción ante el acoso persistente de estudiantes judíos». La presidenta de la Universidad, Minouche Shafik, tuvo que dimitir por la polémica que ocasionó en abril pasado invitar a la Policía a desmantelar el campamento de protestas pro palestino en su campus, en un inquietante recordatorio del Mayo del 68. Más de cien manifestantes fueron detenidos.
Otras prestigiosas universidades del país, como Harvard o el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), han congelado las contrataciones ante las amenazas de congelar los fondos federales que recibe. «Las Universidades de todo el país enfrentan una incertidumbre financiera debido a las políticas federales rápidamente cambiantes», indicó en un comunicado el presidente Alan Garber. Su predecesora, Claudine Gay, también tuvo que dimitir el año pasado por la presión de congresistas afines a Trump en interrogatorios públicos que recordaron a la caza de brujas del senador Joseph McCarthy contra el comunismo.
«Dos derribados, nos queda uno», escribió entonces en X la diputada Elise Stefanik, cercana a Trump, que ahora ha sido premiada con el cargo de embajadora en la ONU, que en EE UU tiene rango ministerial. Su acoso a tres de las principales universidades del país –Harvard, Columbia y Penn-, logró la caída de los tres, presionados por los Consejos de Dirección, que temían perder los fondos federales que ahora les ha retirado el inquilino de la Casa Blanca.
La situación de los estudiantes extranjeros en los campus está a punto de empeorar. «Con la noticia que se anticipa esta semana de un nuevo veto musulmán, los estudiantes de origen musulmán no se atreverán a dejar el país por miedo a que no se les permita volver», contó este lunes a este periódico la profesora de Columbia. «Las residencias estudiantiles estarán llenas de estudiantes convertidos en blancos fáciles, completamente solos, esperando a ser cazados para que el Departamento de Seguridad Nacional los haga desaparecer».
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