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Estados Unidos va a quedarse con Groenlandia, de eso Donald Trump no tiene dudas. «¿Crees que podemos pasar sin ella? No podemos», afirmó este viernes, ... pero el presidente estadounidense está convencido de que no le hará falta el uso de la fuerza, sino que apuesta por impulsar su independencia para luego negociar los términos que le convengan para su protección. «La gente de Groenlandia entiende que EE UU la necesita para garantizar su seguridad nacional, y si no lo entiende, se lo vamos a explicar», remató.
Para eso mandó inicialmente un rostro amable, el de Usha Vance, en una visita de ámbito cultural que incluía carrera de perros y cazadores de focas. Los ánimos se caldearon cuando su marido, el vicepresidente JD Vance, decidió acompañarla, porque el delfín de Yale ya ha demostrado su valía como perro de presa de Trump, notablemente en sus viajes a Europa y en la emboscada del Despacho Oval al presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Su valía, sin embargo, es precisamente su capacidad de adoptar ambas caras.
En Groenlandia, este viernes, se trataba de ser conciliador con los habitantes a los que, en última instancia, espera convencer al fomentar su separación de Dinamarca. «Lo que creemos que va a ocurrir es que la gente de Groenlandia va a elegir la independencia mediante un proceso de auto determinación, y nosotros tendremos conversaciones con ellos a partir de ahí», explicó desde la base espacial de Pituffik. El vicepresidente es la autoridad de mayor rango que la haya visitado desde su establecimiento en 1951.
La estrategia pasa por generar la animadversión de la isla del ártico de menos de 50.000 habitantes con Dinamarca, a la que acusó de haber «infrainvertido» tanto en el bienestar como en la defensa de Groenlandia, dejándola a merced de potencias como China y Rusia. «Eso debe cambiar, y es la política de Estados Unidos que eso cambie», advirtió.
Aunque insistió en que no hay planes inmediatos de aumentar la presencia militar más allá de Pituffik, sí anticipó un despliegue «a medio plazo» de más rompehielos y buques navales. «Sabemos que Rusia y China están expandiendo su huella de seguridad. Están haciendo lo que creen que es de su interés. Nosotros también lo haremos».
Preguntado por las palabras del presidente, según el cual Estados Unidos «hará lo que sea necesario para tener Groenlandia», Vance descarta que vaya a haber una invasión. «No creemos que vaya a ser necesario el uso de la fuerza. Creemos que los groenlandeses son racionales y buenos, y que sabrán hacer lo que les conviene, así que podremos hacer un trato al estilo de Trump».
Esa «elección racional» implica, según él, romper con Dinamarca y acogerse al paraguas defensivo estadounidense, que según él carga con la responsabilidad mundial. «El actual escudo danés no ha hecho más que trasladar la carga de la defensa a los valientes americanos. Eso no es sostenible».
Copenhague disputa que China esté ya enviando recursos militares a la isla, aunque todo el mundo reconoce su avance en el Ártico, y alude a los recursos naturales que tiene. Vance se limitó a decir que «no quería entrar en detalles» y afirmó que hay «evidencias contundentes» del creciente interés chino en la región. «¿Y cómo no iban a estar interesados? Es una tierra hermosa, con gente increíble, y su ubicación geográfica la hace vital para la seguridad de Estados Unidos». Desde su discurso ante el Congreso Trump intenta tentar a los groenlandeses con la promesa de hacerlos «muy ricos», en contraste con las «trampas de deuda» impuestas por Pekín de las que hablaba este viernes su vicepresidente sin dar detalles. Vance promete que Washington no buscará explotar a Groenlandia, sino «proteger su soberanía». En sus palabras, «otros vienen con intención de saquear; nosotros, con intención de proteger».
Groenlandia no solo importa por su potencial económico o sus recursos naturales, sino que es parte del nuevo tablero geopolítico del siglo XXI. «¿Cuál es la alternativa? ¿Dejar el Ártico en manos de China y Rusia? No tenemos otra opción», afirmó Vance, en una postal de guerra fría con escenografía polar.
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