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Los yacimientos que EEUU busca explotar en Ucrania están tan en el aire como la Torre Trump en Gaza. Pero lo que realmente ha quedado ... suspendido en el aire es el futuro político de Volodímir Zelensky y, con ello, el destino de su país y la seguridad de Europa frente a la amenaza rusa. El presidente Vladimir Putin fue ayer el gran beneficiado del histórico rifi-rafe en el Despacho Oval, que el senador demócrata Chris Murphy no dudó en considerarlo «una encerrona planeada» y «un montaje diseñado para ayudar a un brutal dictador ruso».
Planeado o no, la crudeza de ese choque de reality show entre dos líderes, como nunca se había visto en vivo y en directo, mantuvo pegados a las pantallas a jefes de estado y cúpulas diplomáticas de todo el mundo, conscientes de que asistían a la escenificación de un giro geopolítico que deja la seguridad de Europa en la cuerda floja. «Esto va a ser genial para televisión», reconoció Trump de inmediato. El magnate inmobiliario que batió récords de audiencia con sus ocho temporadas de «El Aprendiz», sabía que su imagen de negociador despiadado se beneficiaría de esta exhibición de fuerza. «Es bueno que el pueblo americano vea esto», corrigió satisfecho a su vicepresidente, quien como instigador de la discusión reprochó a Zelenski su osadía de cuestionar frente a las cámaras la solidez de un acuerdo de paz con Putin sin garantías de seguridad.
Zelenski, a quien Trump despreció la semana pasada como «un cómico mediocre», escribió en su red social de Truth Social, también tenía experiencia televisiva antes de entrar en política, pero como presidente de un país que lleva tres años resistiendo la invasión rusa en sus carnes, ahora, simplemente «no tiene las cartas» para ganar la partida, le recordó Trump sin compasión alguna. Ucrania es sensible a la propaganda de Trump, que intenta plasmar esa guerra como una mucho más cruenta que la de Gaza. El país ha sufrido en estos tres años al menos 15.000 bajas, según cifras muy conservadoras de Naciones Unidas, pero no el millón que se maneja en el círculo de Trump. «Por favor, sed correctos con las cifras», suplicó en Fox News en mensaje directo al gobierno que puso de moda los 'fake news'. «Detrás de cada número hay una persona, padres y madres, y cuando hablas de territorios, son sus casas. Esto no es divertido, ni es un relato. Es la vida real».
Todas esas conversaciones las había sostenido su gobierno con el de Washington en las reuniones preparatorias para el dramático encuentro de ayer. Él mismo dijo haberlo discutido con el gabinete de Trump en Múnich, donde el vicepresidente Vance quitó hierro a la amenaza de Putin para priorizar su agenda ideológica contra las democracias que censuran el discurso de la ultraderecha. Humillar a Zelenski y abandonar a Ucrania puede ser un movimiento calculado para alejarse de las actuales potencias europeas, como ya hizo EEUU el lunes en la ONU al votar junto a Rusia.
Vance fue quien convirtió la reunión en un incómodo espectáculo al irrumpir gratuitamente en la conversación, sin que lo hubiera hecho hasta ahora en las demás reuniones de jefes de Estado con la prensa en el Despacho Oval. La derecha trumpista le ha secundado en culpar a Zelenski de falta de respeto y exigirle una disculpa pública «por convertir esto en el fiasco en que se convirtió», dijo el secretario de Estado, Marco Rubio. El senador Lindsey Graham, estrecho aliado de Trump, quien degustó el almuerzo previsto para compartir con Zelenski, fue más lejos al pedir la dimisión del líder ucraniano.
«Esa decisión solo la puede tomar el pueblo ucraniano», le respondió Zelenski en su entrevista posterior en Fox, donde el presentador Bret Baier, le preguntó si pondría su cargo «sobre la mesa». «Los estadounidenses votan por el presidente de EEUU, cada país europeo por el suyo, y solo los ucranianos por el de Ucrania», resolvió.
No hay duda de que el carismático líder ucraniano es un escollo para la paz que Trump quiere negociar con Putin. El presidente estadounidense ha dejado claro que confía más en la palabra del líder ruso que en la del ucraniano. «Un gran tipo», dijo de Putin. Decidido a no firmar nada que no incluya garantías de seguridad, esa confianza asusta a un líder que ha visto traicionados 25 acuerdos firmados con Moscú desde la invasión de Crimea en 2014, pese a la mediación de líderes europeos. «Macron, Merkel… Todos me dijeron que no se metería. Firmamos con él el contrato de gas. Entonces rompió el alto al fuego, mató a nuestra gente, no intercambió a los prisioneros …¿De qué diplomacia me hablas, JD?», protestó cuando el vicepresidente defendió que «el camino de la paz y la prosperidad pasa por la diplomacia» de Trump.
El mandatario estadounidense aprovechó la discusión como coartada para justificar un posible fracaso en su intento de lograr la paz, o la manera de doblegar el espíritu de Zelenski para negociar con él desde una posición de mayor fuerza. «¿Ves qué odio le tiene a Putin?», señaló. «Es difícil para mí alcanzar un acuerdo de paz así».
El pacto con el que Trump quiere adjudicarse el mérito de acabar la guerra pasa por asegurarse primero la explotación del 50% de los minerales de tierras raras y los recursos energéticos de Ucrania, algo que Zelenski ha ofrecido internacionalmente desde 2018, según el ex embajador de Trump para la UE, Gordon Sondlan. Pero solo a quien le garantice su seguridad frente a Rusia, una condición que Trump rechaza categóricamente. «Puede que haya roto acuerdos -o no- con Obama, Bush, Biden, pero no conmigo», insistió. Igual de firme se mantiene Zelenski en evitar un acuerdo sin garantías, pese al chantaje del magnate. «El problema es que te hemos empoderado para ser un tipo duro, y no creo que lo fueras sin EEUU», le desafió. «Tu gente será muy valiente, pero o haces un trato o estás fuera y lo peleáis, pero no va a ser bonito, porque no tienes las cartas», sentenció.
Atrapado en una encrucijada histórica, Zelenski tiene que decidir si capitular ante Rusia y dejar que el gobierno de Trump dicte los términos con un acuerdo que fortalezca a Moscú o resistir con el exiguo apoyo europeo, a todas luces insuficiente para ganar la guerra. «Nadie quiere la paz más que nosotros», aseguró. «Estamos en esta batalla por nuestras vidas».
Washington se aleja inexorablemente de Europa y esta se enfrenta también a otro dilema existencial ante la posibilidad de tener que asumir el liderazgo de la defensa de Ucrania, que, paradójicamente, intenta servir de nexo. «No debemos perder a Europa. Son nuestros aliados y los de EEUU», advirtió Zelenski.
La entrevista fue su mejor oportunidad para reconducir una situación que ha dejado a su país en lágrimas y a la opinión internacional conmocionada. Pese a dar las gracias 14 veces, Trump no le vio lo suficientemente sumiso como para firmar el acuerdo que le ensalzaría como artífice de la paz. «No confío ni desconfío de nadie, solo quiero cerrar el trato», afirmo el presidente estadounidense cuando embarcaba su avión para pasar el fin de semana en Palm Beach. «Lo que tiene que decir es que quiere la paz, no ponerse ahí delante a decir todas esas cosas negativas de Putin. O acabamos con la guerra o la dejamos seguir, pero sin nuestra ayuda no la va a ganar».
Preguntado si había echado a Zelenski de la Casa Blanca, Trump otorgó con suficiencia: «No te lo tengo que decir», zanjó.
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