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F.J.CALERO
Miércoles, 3 de marzo 2021, 10:34
La crisis del coronavirus ha alterado por completo la forma en la que millones de europeos se desplazan en la Unión Europea. Con las fronteras cerradas y las restricciones impuestas para contener el virus, las reuniones por Zoom y los desplazamientos al pueblo -en el ... mejor de los casos- han sustituido los viajes exprés en avión tanto de negocios como de placer entre capitales europeas. Pese a las medidas de alivio a las aerolíneas, estratégicas para la economía europea, con el Año Europeo del Ferrocarril, la UE busca impulsar uno de los medios de transportes más limpios de cara a cumplir con los objetivos de neutralidad climática para 2050 del Pacto Verde Europeo.
El ferrocarril es actualmente el modo de transporte más sostenible. En la actualidad, la emisión de gases de efecto invernadero por ferrocarril representa menos del 0,5% de la emisión producida por el sector del transporte en su conjunto. «Entre 1990 y 2017, sus emisiones directas han disminuido un 66% debido a la rápida electrificación de la red ferroviaria mientras que todos los demás modos de transporte han aumentado sus emisiones, especialmente el transporte por carretera», destacan desde la Agencia Ferroviaria de la Unión Europea (AFE) en entrevista con Europa Hoy.
Puede parecer paradójico que el modo de transporte motorizado más antiguo sea considerado en pleno 2021 como el futuro de la movilidad de Europa. A lo largo de este año se destacarán las ventajas del ferrocarril en toda Europa. Sin embargo, los más escépticos cuestionan la efectividad real de esta campaña por el ferrocarril europeo, que llega en un momento de colapso del sector turístico.
La pandemia también está pasando factura al ferrocarril. Este sector perdió 26.000 millones de euros en ingresos en toda la UE, especialmente debido a las consecuencias de la caída del servicio de pasajeros, según datos de la Comunidad de empresas europeas de infraestructuras y ferrocarriles (CER), que representa a las principales operadoras de Europa.
«No son comparables las crisis del sector aéreo con el del tren. Pese al hundimiento de pasajeros de este último, este es un sector básicamente público, que ha tenido que tener servicios mínimos y mantener al personal. Mientras, el sector aéreo, en el que priman intereses comerciales, ha podido dejar los aviones en tierra al no tener servicios mínimos. Así que pese a que las compañías aéreas han sufrido un mayor descenso en el número de pasajeros, estas han tenido mayor capacidad de adaptarse a la crisis que el sector ferroviario, porque es un servicio público», considera el miembro de la comisión de Transportes del Parlamento Europeo, Dominique Riquet (Renew Europe, Francia), en entrevista telefónica con Europa Hoy.
La Agencia Europea del Ferrocarril no comparte del todo ese diagnóstico. A su juicio, el sector del transporte ferroviario de pasajeros ha sufrido menos que la aviación: «Mientras que los modelos de negocio de la aviación se centran en el turismo y los viajes de negocios, que han disminuido drásticamente, una parte importante del sector ferroviario se basa en el servicio ofrecido por los trenes de cercanías, que muchas personas necesitan en su vida diaria».
Con el objetivo de crear una red ferroviaria verdaderamente europea, la comisión de Transporte del Parlamento Europeo pidió el pasado octubre apoyo para las conexiones ferroviarias transfronterizas regionales y acciones para promover la finalización de la red transeuropea de transporte.
Los europeos «deberíamos ser capaces de movernos en tren entre las grandes ciudades europeas. Para ello se necesitan precios más bajos y mejores conexiones. Europa se ha construido a partir de conexiones aéreas y esperamos que el tren ocupe ese lugar en el futuro», reclaman desde la comisión de Medio Ambiente de la Eurocámara.
En el marco del Pacto Verde Europeo, la Comisión Europea publicó el pasado diciembre una estrategia de movilidad sostenible en la que se recogía que el tráfico ferroviario de alta velocidad se duplicará para 2030, año en el que todos los viajes colectivos programados de menos de 500 kilómetros dentro de la UE deberán ser neutrales en carbono, es decir que no aumentarán la emisión de gases de efecto invernadero. En esta línea, Francia ha decidido prohibir los vuelos internos cuando exista una alternativa ferroviaria de menos de dos horas y media.
«En algunas rutas son vasos comunicantes. Habrá que ver en qué rutas si tiene competencia con el tren, donde sea competitivo ahí sin duda. En corta distancia el tren sí es muy competitivo, pero no tanto en larga distancia. A partir de 600-800 kilómetros el avión es dominante», valora el profesor de la Universidad de Barcelona y experto en aviación, Xavier Fageda. El mayor margen de maniobra para reducir las emisiones se encuentra en la relevancia que pueda tener el tren en un futuro. «Hay poco margen para que volar sea más limpio. Habrá aviones más limpios y menos limpios pero la forma más efectiva es reducir vuelos, no hay otra», estima Fageda.
Después de años de abandono y retirada tanto de inversiones como de líneas ya instauradas, especialmente graves en lo que se conoce como la España vaciada y en el sur de Italia, la Agencia Europea del Ferrocarril destaca proyectos como la línea de alta velocidad entre Madrid y Extremadura, que no estará completa hasta el año 2030. La comunidad extremeña ha estado clamando por un tren digno desde hace años. No en vano, no fue hasta otoño de 2019 cuando Extremadura dijo adiós a las traviesas del siglo XIX.
«La UE está cofinanciando muchos proyectos ferroviarios en toda Europa. Por ejemplo, en España, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional está financiando la línea de alta velocidad entre Madrid y Extremadura junto con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones. Además, una organización dedicada, Shift2Rail, cofinancia proyectos innovadores en el campo ferroviario», detalla AFE.
El ferrocarril, que contaba con importantes conexiones internacionales mucho antes del despegue del sector aéreo, quiere jugar también un papel relevante en la construcción europea. «El ferrocarril no sustituirá a todos los vuelos en Europa pero, con el objetivo de duplicar el tráfico ferroviario de alta velocidad para 2030, el ferrocarril tiene el potencial de sustituir muchas conexiones aéreas entre capitales de la UE. Cambiar los viajes en avión (principalmente vuelos de corta distancia) y en coche por el tren es más eficiente desde el punto de vista energético y puede generar importantes beneficios ambientales».
Según un estudio reciente del Banco Europeo de Inversiones, una vez que se levanten las restricciones, siete de cada diez personas encuestadas tienen la intención de volar con menos frecuencia por razones ambientales, optando por el tren en lugar del avión para viajes de corta distancia. De momento el ferrocarril europeo, levantado sobre un mosaico de sistemas nacionales, representa solo el 8 por ciento del transporte de pasajeros.
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