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Bastión rebelde en Gorlovska. Francotirador en la trinchera que separa a las tropas ucranianas de los separatistas pro-rusos
Tambores de guerra en Ucrania

Tambores de guerra en Ucrania

Occidente observa con creciente recelo las maniobras de Rusia en la frontera con su país vecino, un territorio por el que se pelea con furia desde 2014

álvaro ybarra ZAVALA

Domingo, 23 de enero 2022, 00:10

Europa mira cada vez con más preocupación a Rusia. Occidente cree que el Kremlin ha invertido demasiado en sus maniobras públicas sobre Ucrania como para echarse atrás ahora, sin tener algo que ofrecer como victoria moral sobre la amenaza de la OTAN a las bases más nacionalistas y devotas del presidente Putin. Lo que Moscú planea hacer a continuación no está claro. Sin embargo, Europa está ahora más cerca de la guerra de lo que lo estuvo cuando la desintegración de la antigua Yugoslavia.

Aunque aún existe espacio y tiempo para la diplomacia, el optimismo es escaso frente a esta nueva crisis cuyas consecuencias son muy difíciles de prever. En caso de que Rusia invada con sus tropas territorio ucraniano, circunstancia que Moscú niega –a pesar de la masiva acumulación de tropas en la frontera–, tendría enfrente a un país que está dispuesto a defender su soberanía y que nada tiene que ver, militarmente hablando, con la Ucrania de 2 014 que se vio impotente a la hora de defenderse de la ocupación de Crimea y la desestabilización de la regiones de Donetsk y Lugansk por parte del Kremlin.

Rusia exige que la OTAN reduzca drásticamente su presencia cerca de las fronteras rusas en Europa Oriental para evitar la guerra, lo que incluye el cese de toda cooperación militar con Ucrania y la aportación de garantías jurídicamente vinculantes de que este país nunca se unirá a la alianza. El Gobierno de Biden está dispuesto a discutir algunas de las preocupaciones de Rusia, como negociar límites recíprocos sobre dónde y cómo se realizan los ejercicios militares, o tal vez revivir el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, del que Estados Unidos se retiró hace dos años. Rechaza, sin embargo, debatir sobre el meollo de la cuestión, la demanda de Rusia de hacer retroceder la expansión de la OTAN, e insiste en que no abandonará el principio básico sustanciado en la política de «puertas abiertas», incluido el derecho de las naciones a elegir a sus aliados.

Con cada día que pasa la vía diplomática pierde credibilidad y tanto Occidente como Rusia comienzan a dar pasos más propios de un escenario prebélico. Suecia ha enviado durante el fin de semana cientos de soldados para reforzar la isla de Gotland, un enclave crucial en el mar Báltico, después de que su ministro de Defensa, Peter Hultqvist, advirtiera de que el país escandinavo podría ser atacado. Gran Bretaña también anunció que está suministrando a Ucrania nuevos misiles antitanque de corto alcance para su autodefensa junto al envío de más instructores militares.

Estados Unidos, por su parte, ha manifestado nuevamente que se compromete a ayudar a Ucrania en la defensa de su «territorio soberano». Washington insiste en que no hay tiempo que perder y presiona a Bruselas para que acuerde una posición firme sobre la amenaza que representa en estos momentos Rusia para la seguridad de la Unión Europea y Occidente.

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