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Una ciudad que nunca olvidará el día en que dejó de ser segura
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Una de las puertas del Donbás registró el 14 de enero uno de los ataques contra civiles más sangrientos con 45 muertosMIKEL AYESTARÁN
ENVIADO ESPECIAL. DNIPRO
Martes, 21 de febrero 2023, 22:10
Vladímir Putin habló en Moscú ante la Asamblea Federal de Rusia, pero en el barrio de Pavieda (barrio de la victoria) de Dnipro nadie le ... prestó atención. No podían, estaban ocupados intentando recuperar sus vidas tras el impacto hace un mes de un misil hipersónico de crucero ruso contra uno de los edificios del barrio: 45 vecinos murieron, de ellos 6 niños, 79 resultaron heridos y 5 siguen hospitalizados tras uno de los ataques contra civiles más sangrientos ocurridos desde el inicio de la guerra, según la estadística del Frontline War Crimes Watch de la agencia Associated Press (AP). Ocurrió el 14 de enero, en plena navidad ortodoxa y pasadas las cuatro de la tarde, cuando las familias estaban reunidas de sobremesa.
Una sección entera del bloque de ocho pisos ha desaparecido. Solo queda el vacío donde había antes cocinas, salas, dormitorios y balcones. «Todos los objetivos designados han sido alcanzados. Los misiles se han dirigido al sistema de mando y control militar de Ucrania y a instalaciones energéticas», declaró el Kremlin al finalizar una jornada en la que lanzaron decenas de misiles de crucero contra todo el territorio enemigo. No mencionó lo ocurrido en este bloque de viviendas de Dnipro que se levanta a pocos kilómetros de una planta eléctrica.
«Pensábamos que no nos iba a tocar, que Dnipro era una ciudad segura, pero nos llegó el turno para dejarnos claro que en Ucrania no hay un lugar seguro», lamenta Larisa Shevchenka, funcionaria del Gobierno que ha buscado cobijo con sus suegros y regresa a Pavieda a ver cómo van las obras de rehabilitación de su hogar. El Ayuntamiento ha pagado las ventanas a los pisos dañados y Naciones Unidas también ayuda a las familias. «El problema es que nos da terror regresar después de la experiencia vivida».
«Tengo ataques de ansiedad y no sé qué decir a mis hijos pequeños, que no quieren ni acercarse por esta zona», dice Larisa desde el recién reparado balcón de su vivienda, situada en la octava altura. Su hija pequeña, Katerina, de 6 años, le agarra con fuerza de la mano. Un balcón con vistas a la enorme cicatriz que el misil dejó en el portal vecino. Se libraron por unos metros.
Dnipro, célebre en la época soviética por la factoría de misiles y cohetes Yuzhmash, es una de esas ciudades que se consideraban seguras y por eso se ha convertido con el paso de los meses en lugar de refugio temporal para cientos de miles de ucranianos que huyen del vecino Donbás. Era el corazón industrial y económico del sureste del país y aquí residía un millón de personas antes de la guerra.
«No me interesan la visita de Biden a Kiev, ni el discurso de Putin. Tengo bastante con intentar reparar el gas en mi casa y cuidar de mi prima, que sigue ingresada en el hospital». Son las palabras de Vitaly Tisevich. Un mes después es de los pocos vecinos que ha decidido regresar y que se muestra cansado de «tantas armas, tanta guerra y tanta muerte. Es necesario parar esto de una vez y eso solo lo pueden hacer al más alto nivel político. O lo paran o estamos condenados a una guerra interminable como la de Afganistán».
Parque sin niños
Los servicios de limpieza trabajan para intentar que la zona recupere la normalidad, pero desde el ataque el parque central del barrio está huérfano de niños. Ahora los muñecos de peluche se amontonan en la marquesina del autobús en recuerdo a los seis menores fallecidos. Maria Makharina pasea del brazo de su hijo Igor. La explosión sorprendió a esta abuela de 77 años cuando preparaba el postre a sus nietos, que le visitaban durante la Navidad. «Salí volando del susto y hoy es el día en el que salto cada vez que escucho algún sonido grave. Estamos vivos, gracias a Dios, pero no nos sentimos seguros en ninguna parte». Ella también quiere volver lo antes posible a su apartamento de tres habitaciones que le asignó el Gobierno soviético en 1977, cuando era una operaria de la construcción. «Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Demasiado. Vivimos una pesadilla, una pesadilla», repite María.
Los ataques contra zonas civiles como ésta de Dnipro son considerados crímenes de guerra y ésa es la forma en la que se refirió a lo sucedido en el barrio de Pavieda el Gobierno de Suecia, que ostenta la presidencia rotativa de la Unión Europea. Aquí no han tenido tiempo de escuchar a Putin, pero son quienes más caro han pagado sus decisiones.
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