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Después de tres años de guerra, cientos de miles de muertos y tanto dolor, resulta que sobre la superficie acribillada a bombas de Ucrania parece ... haber un botín oculto: las tierras raras, que son un conjunto de 17 minerales esenciales para las nuevas tecnologías, las energías renovables y la industria militar. El oro del siglo XXI. Pero si ese tesoro mineral está ahí, ¿cómo es que no se ha hablado de él hasta ahora, hasta que Donald Trump ha reclamado su explotación para compensar la ayuda financiera y armamentística que Estados Unidos ha destinado a Kiev en su lucha contra la invasión de Rusia?
Varios expertos en materias primas rebajan el valor de las tierras raras ucranianas. No se conoce su cantidad y hay muchas dudas sobre la viabilidad a corto plazo de su explotación. Trump vive obsesionado con China, su rival comercial y dueño de dos tercios de este tipo de minerales. El presidente norteamericano aplica en la política sus principios empresariales. Todo es negocio; también la guerra. Y por eso ha llegado a un acuerdo con Volodímir Zelenski, su homólogo ucraniano, para gestionar la riqueza mineral de ese país. El trato está a falta de la firma (es este viernes), pero no queda claro que sea tan lucrativo como el líder republicano cree. ¿Y si en Ucrania hay más tierra quemada que rara? ¿Le ha engañado Zelenski?
En septiembre de 2024, a dos meses de las elecciones que coronaron a Trump, Zelenski se citó con el futuro presidente en la Trump Tower de Nueva York. Dio por hecha la derrota electoral del entonces inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, y quiso asegurarse el apoyo de su sucesor con un acuerdo comercial. Le habló al empresario neoyorquino en su idioma. El dinero. Como reveló 'The New York Times, el mandatario de Kiev sabía que para mantener el interés de su interlocutor en la costosa guerra de Ucrania necesitaba ofrecerle algo. Y lo hizo. Puso sobre la mesa la explotación conjunta de las riquezas minerales de Ucrania. A Trump se le encendieron los ojos. De repente, tenía una veta del nuevo oro para competir con el gigante chino, que es quien domina todo el proceso de refinado de las tierras raras.
Zelenski le propuso un acceso privilegiado a la minería ucraniana si se comprometía a seguir enviando armas. Le ofreció la mano y Trump fiel a sí mismo, le cogió el brazo. El presidente ucraniano no se refirió de manera específica a las tierras raras, sino a minerales estratégicos como el litio. Aun así, el magnate se frotó las manos y en una reciente entrevista en la Fox dijo que había exigido a Kiev el reembolso en materias primas de los «500.000 millones de dólares» invertidos por EEUU en la contienda bélica. La cifra real del gasto militar norteamericano es cinco veces menor, pero Trump maneja siempre sus propias cuentas. Justo después habló por teléfono con Vladímir Putin, presidente ruso, para iniciar un proceso de paz en Ucrania sin contar ni con el país invadido ni con su aliados europeos. A continuación, Washington ha anunciado el acuerdo con Kiev para la explotación conjunta de la minería ucraniana sin incluir en el pacto la medidas de seguridad que exigía Zelenski como compensación. Con Trump, todo va a un ritmo de vértigo.
Un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos sobre las materias primas de Ucrania realizado antes del inicio de la invasión en 2022 no hace referencia a las tierras raras. Como si no les diera relevancia. Hay varios yacimientos localizados, parte de ellos en zonas ya ocupadas por Rusia, pero los informes sobre estas probables explotaciones provienen de hace décadas, de la época soviética, y fueron elaborados con métodos antiguos.
Además, las bombas y drones rusos han dañado la infraestructura eléctrica de Ucrania, y la minería requiere un enorme gasto energético del que el país no va a disponer a corto plazo. Hay otra pata coja: desarrollar una mina lleva años, precisa una inversión millonaria y garantías de seguridad que nadie puede asegurar con las tropas rusas acechando al otro lado de la frontera. Las grandes empresas estadounidenses necesitan paz y garantías para una inversión de largo aliento.
Lo que sí posee Ucrania son materias primas críticas, como el litio y el grafito, fundamentales en la evolución del coche eléctrico. Este país ocupa el 0,4% de la superficie terrestre y, según datos de la ONU, dispone del 5% del total de minerales críticos, que no de tierras raras como repite Trump.
El acuerdo para la explotación conjunta entre Washington y Kiev parece haber cubierto las expectativas de las dos partes. EE UU se queda con el 50% de los ingresos generados por la minería ucraniana y se reserva el derecho para establecer futuras concesiones. Además, la creación de un Fondo de Inversión para reconstruir el país invadido beneficiará a empresas norteamericanas, que serán las encargadas de impulsar el progreso de Ucrania.
Zelenski, por su parte, no le ha arrancado a Trump un compromiso para reforzar la defensa del país ante posibles futuras ofensivas del Kremlin. Pero al compartir la explotación minera con EEUU se asegura en cierto modo la protección del Pentágono, que velará por los intereses de las corporaciones mineras estadounidenses.
El analista de Bloomberg Javier Blas recuerda que la Administración norteamericana patinó en 2010 con el supuesto descubrimiento de reservas de oro, litio, cobre, hierro y cobalto en Afganistán. Washington llegó a decir que era la 'Arabia Saudí del litio'. Quince años después, la minería de ese país apenas ha salido a flote.
Blas duda de la rentabilidad de la tierras raras que pretende alcanzar Trump. Pone como ejemplo el depósito de Novopoltavske, descubierto por los soviéticos en 1979. «Hay pequeña cantidades, pero extraerlas parece imposible», apunta. Incluso en el caso de que Ucrania «fuera capaz, como por arte de magia, de producir el 20% de las tierras raras del mundo, eso equivaldría a 3.000 millones de dólares el año». El presidente de EE UU reclama 500.000 millones. Necesitaría más de 150 años.
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