El giro radical del Gobierno británico calma a los mercados

El anuncio de Hunt es otro paso en la rectificación acelerada de la política fiscal de la primera ministra, Liz Truss, y su exministro de Economía, Kwasi Kwarteng, para fomentar el crecimiento. Tras la perturbación financiera causada por su paquete, el viernes ya se anunció el despido de Kwarteng y que se mantendrá el aumento de los impuestos sobre los beneficios de las sociedades.

Los mercados de capitales han premiado la celeridad de Hunt con subidas de la paridad de la libra esterlina y de los precios de los bonos, que en este caso significan un abaratamiento del coste de la deuda. Este lunes era la primera jornada tras la crisis en la que el mercado de bonos operaba sin el programa de compra por el Banco de Inglaterra, desplegado para evitar dinámicas espirales de compraventa.

Según Jens Larsen, director de Global Macro-Geoeconomía del Eurasia Group, «los mercados han recibido bien la declaración del ministro, revirtiendo la mayoría de los recortes de impuestos en el mini presupuesto». «Los intereses en los bonos del Gobierno han bajado sustancialmente, pero son aún mucho más altos que antes. Restablecer la credibilidad fiscal perdida requiere tiempo y probablemente un cambio de Gobierno. Los mercados mantendrán su volatilidad, empujados por la continua incertidumbre sobre la economía y la política en el Reino Unido».

La limitación del periodo de tiempo para el subsidio del coste de la energía es otra consecuencia de la personalidad impulsiva de Truss, que pasó de rechazar la idea de subsidios durante la campaña para sustituir a Boris Johnson a presentar una garantía a todos los consumidores, independiente de su renta, de que el coste anual para un hogar medio no pasará de 2.900 euros en los próximos dos años. Se estimaba el posible coste en unos 170.000 millones de euros.

La nueva política fiscal del Gobierno se presentará de manera más completa en dos semanas, pero Hunt ha corrido para apaciguar las relaciones con el Banco de Inglaterra y con los mercados. La tarea de Truss es aplacar también al grupo parlamentario, donde hay un espectro que va de los indignados por su gestión de los primeros cuarenta días de mandato y quieren su dimisión, a los que recomiendan calma, unidad y no arrojar la política británica a un nuevo torbellino.

La primera ministra, cuyo poder es frágil, se reunió con diputados. Sus portavoces han subrayado que en su diplomacia con correligionarios incluirá a miembros del partido de la corriente 'Una Nación', que se agrupan en torno a la idea de una gestión moderada. Truss es identificada con la llamada 'derecha del partido'. Son más liberales en lo económico y más nacionalistas.

El líder laborista, sir Keir Starmer, ha modificado su equipo de asesores para enfocar sus iniciativas hacia las elecciones que deben celebrarse antes del final de 2015. Las encuestas pronostican una victoria holgada de su partido. Aprovechó la jornada para introducir en la Cámara de los Comunes una pregunta urgente a Liz Truss sobre el despido de Kwarteng y las circunstancias económicas del país. La primera ministra no asistió.

Su sustituta, Penny Mordaunt, pidió disculpas a Starmer y la Cámara en nombre de la primera ministra, porque estaba «ocupada con asuntos urgentes». En los escaños de la oposición hubo carcajadas. Pero los diputados conservadores fueron disciplinados y defendieron el «pragmatismo» del Gobierno cambiando su dirección. Truss reapareció en su escaño cuando Hunt presentó a los Comunes el nuevo plan del Gobierno.