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La retransmisión en directo de la reunión entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en la Casa Blanca ha destapado el archivo de otras broncas entre ... políticos. Los presidentes de EE UU y Ucrania cruzaron reproches e incluso el magnate menospreció a su homólogo, pero no llegaron a la manos. La violencia física, sin embargo, ha estado presente en las discusiones políticas de muchos parlamentos.
Varios diputados ucranianos se pelearon durante una sesión en el Parlamento, en 2012, en medio de un debate sobre la ley que autorizaría el uso del idioma ruso en las cortes, hospitales y otras instituciones. La lengua era, y es, una cuestión sensible en Ucrania: un símbolo del camino que quería emprender esta exrepública soviética. En las regiones del este y sur, donde se habla ruso, era mayor el apoyo al partido del entonces presidente Viktor Yanukovych, próximo a Moscú. En el oeste del país, de habla ucraniana, los votantes respaldaban a formaciones que abogaban por un acercamiento a Europa occidental. La discusión terminó a tortas. No era la primera vez que estallaba una pelea en la Cámara. En 2010, seis legisladores acabaron hospitalizados a causa de otra trifulca en la que volaron sillas y puñetazos.
El año pasado en Italia, un diputado de la Liga de Matteo Salvini, Igor Iezzi, propinó varios puñetazos a Leonardo Donno, representante del Movimiento 5 Estrellas (M5E), durante una sesión parlamentaria en la que se debatía la ley de autonomía diferenciada para las regiones. El incidente sucedió después de que Donno intentase entregar una bandera italiana al ministro de Asuntos Regionales y Autonómicos, Roberto Calderoli, en protesta contra la reforma. Tras ello, y según denunció el M5E, varios diputados de la Liga se acercaron a agredir a su diputado. «Iezzi le dio varios puñetazos en la cabeza y el agredido se desplomó en el suelo», relató el líder de Izquierda Italiana, Nicola Fratoianni. Donno abandonó el Parlamento italiano en silla de ruedas.
Sucedió en 2020. El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, llegó en helicóptero a su residencia, el Palacio de la Independencia, mientras había una manifestación de miembros de la oposición que le acusaban de fraude electoral. El mandatario descendió de la aeronave fusil en mano y con chaleco antibalas. Le acompañaba su hijo de 15 años, Nikolai, vestido con uniforme de camuflaje. Lukashenko, que denunció un intento de asalto, dijo luego que los que protestaban habían huido «al ver lo que les podía pasar». Era y es uno de los grandes aliados de Vladímir Putin, presidente de Rusia.
Intestinos, corazones, hígados y otras vísceras de cerdo volaron durante una sesión parlamentaria en Taiwán a finales de noviembre de 2020. Fue la manera de protestar de algunos diputados contrarios a la decisión del Gobierno de flexibilizar las restricciones para la importación de carne porcina de Estados Unidos, tratada con un fármaco prohibido en muchos mercados. Legisladores del partido opositor Kuomintang (KMT) vaciaron cubos llenos de vísceras de cerdo en el centro de la cámara y después empezaron a arrojarlas sobre sus rivales. En esta Cámara no son raros los enfrentamientos.
«¡Esto es un beso de despedida del pueblo iraquí, perro!». El periodista Muntadhar Al Zaidi acompañó ese grito con el lanzamiento de un zapato hacia la cabeza de George Bush, que en 2008 era presidente de EE UU. Volvió a agacharse, agarró su otro zapato y repitió la acción. «¡Esto es por las viudas, los huérfanos y los asesinados en Irak!», chillaba mientras era reducido por miembros de seguridad. Bush, que estaba a punto de ser relevado en la Casa Blanca por Barack Obama, reaccionó con humor: «Si quieren los datos, era un zapato de talla 10», bromeó.
Mientras discutían en 2015 si el Ejército japonés podía intervenir fuera de sus fronteras por primera vez tras la II Guerra Muncial, los diputados se enzarzaron en una batalla campal. La pelea empezó cuando los opositores a la medida se lanzaron contra el presidente del Parlamento para evitar que diera comienzo la votación a la ley. En ese momento, los partidarios del primer ministro, Shinzo Abe, les arrebataron el micrófono y se lo entregaron al presidente de la Cámara para que pudiera llamar a la votación. Los empujones, gritos y golpes ocuparon el recinto.
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