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La indignación por la muerte de quince personas bajo los escombros de una marquesina de la estación de tren de Novi Sad, la segunda mayor ... ciudad de Serbia, no cesa cuatro meses después del trágico derrumbe. Al contrario, va en aumento. Este martes se trasladó el creciente malestar hasta el interior del Parlamento de Belgrado donde, en mitad de una sesión, diputados de la oposición lanzaron granadas de humo y gases lacrimógenos para protestar contra el Gobierno, al que acusan de falta de transparencia y de no haber asumido responsabilidades por el suceso ocurrido el pasado 1 de noviembre. El pleno se desarrolló entre gritos y silbidos, y se saldó con dos diputados heridos, uno de gravedad.
La alianza de gobierno liderada por el Partido Progresista Serbio (SNS) acababa de aprobar el orden del día con el rechazo de la oposición, que considera al Ejecutivo del país balcánico ilegítimo tras la renuncia del primer ministro, Milos Vucevic, hace un mes asediado por las protestas por lo ocurrido en Novi Sad. Varios diputados comenzaron entonces a correr hacia la jefa del Parlamento, Ana Brnabic, y a forcejear con los guardias de seguridad. Otros aprovecharon el caos para tirar granadas de humo y gases lacrimógenos. Hubo empujones, bocinazos, golpes... La peor parte se la llevaron los dos parlamentarios que resultaron heridos y, en especial, Jasmina Obradovic, del gobernante SNS, que sufrió un derrame cerebral y se encuentra ingresada en estado crítico. «Creo en su fuerza», comentó el presidente serbio, el nacionalista Aleksandar Vucic, tras visitarla en el hospital.
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En la sesión se respiraba tensión desde el inicio, con carteles con mensajes como 'Justicia para los asesinados' o 'Huelga general' en los escaños de la oposición, a la que Brnabic llegó a calificar de «banda terrorista» en medio de una nube de humo. Mientras, en el exterior, una multitud permanecía en silencio en recuerdo a los quince fallecidos y las decenas de heridos que causó el colapso de Novi Sad. Esta tragedia desató una ola de protestas en Serbia que continúa cuatro meses después liderada sobre todo por estudiantes y que espera desembocar el próximo 15 de marzo, sábado, en una gran manifestación por las calles de la capital. Los participantes en las marchas ya no denuncian sólo el derrumbe mortal sino que, además, señalan al Gobierno de Belgrado por su gestión supuestamente corrupta y apuntan de manera directa al presidente Vucic, en el poder desde 2012, a quien critican por su deriva autoritaria a lo largo de estos años.
La renovación de la estación de tren de Novi Sad, que se había ejecutado justo el verano anterior al accidente, estaba incluida en un acuerdo con empresas constructoras chinas aunque la estructura de hormigón que se vino abajo y aplastó a las víctimas no había formado parte de la reforma. El suceso ha provocado por ahora las dimisiones del primer ministro –una renuncia que tenía que haber sido admitida este martes en la caótica sesión del Parlamento– «para no seguir aumentando la división en la sociedad» y de los titulares de otras dos carteras. La coalición gobernante sostiene que las masivas protestas están promovidas por las agencias occidentales de Inteligencia por su interés en desestabilizar Serbia y derrocar al actual Ejecutivo.
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