36 heridos en un atropello masivo en Múnich protagonizado por un refugiado afgano

Este viernes la Policía de Munich ha comparecido en rueda de prensa para dar detalles de la investigación, que apunta a un móvil islamista con cautela, ya que no hay constancia de que Farhan N. esté integrado en ninguna organización yihadista. Cuando fue arrestado gritó «Allahu akbar» (Alá es el más grande).

El Mini Cooper que conducía estaba registrado a su nombre y no hay evidencias de que tuviera cómplices, aunque se analiza su teléfono móvil, donde han hallado registros de cómo se despidió de su familia antes del atentado: «Mañana ya no estaré aquí».

«El sospechoso llegó a Alemania en 2016 como menor no acompañado y se encontraba aquí legalmente», ha explicado la fiscal Gabriele Tilmann. El autor trabajaba como guardia de seguridad en comercios y vivía en un piso de alquiler en Múnich. No tenía antecedentes penales, pero en Baviera había una causa contra él por fraude en el cobro de prestaciones por desempleo. El procedimiento fue sobreseído mediante el pago de una multa.

El jefe del Gobierno germano ha anunciado medidas contundentes. Así, pide la expulsión del país del sospechoso y que responda ante la Justicia sin ningún tipo de compasión. «El autor no puede contar con ninguna indulgencia. Debe ser castigado y debe abandonar el país», ha manifestado el mandatario, adoptando en plena campaña electoral un discurso rotundo contra los solicitantes de asilo que cometen delitos, más cercano a las posturas de la derecha política.

Este nuevo ataque «demuestra que algo tiene que cambiar en Alemania y rápido», dijo primer ministro de Baviera, Markus Söder, quien recordó el ataque a puñaladas protagonizado por otro hombre afgano contra un grupo de niños de una guardería y sus cuidadoras el pasado enero en Aschaffenburg con dos muertos. «Basta ya», exigió el para incidir de nuevo en la polémica sobre el endurecimiento de la política de asilo, tema central entre tanto de las elecciones generales adelantadas del 23 de febrero.

La fiscalía general de Múnich ha asumido la investigación del caso. Un portavoz de la misma subrayó que «existen evidencias que apuntan a un trasfondo extremista» o terrorista. El sospechoso ha sido identificado como Farhad N., nacido en 2001 en Kabul y que llegó a Alemania en 2016 como refugiado. Aunque su petición de asilo fue denegada, era tolerado y su deportación se encontraba en suspenso. Medios locales destacan que antes del atropello lanzó varios mensajes de carácter islamista en redes sociales. El detenido tenía antecedentes policiales por delitos menores como pequeños robos y tráfico de estupefacientes.

La capital bávara acoge este jueves la apertura de la Conferencia de Seguridad. Los atropellados pertenecían en su mayoría a una marcha con cientos de seguidores del sindicato de servicios públicos Verdi, que acudían a una concentración para reivindicar mejoras salariales en las negociaciones del convenio con 2.500 manifestantes en una plaza cercana. «El coche se ha lanzado directamente contra los participantes en la marcha», señaló un representante sindical.

Alrededor de las 10.30 el conductor del vehículo aceleró y luego se abalanzó a 50 kilómetros por hora sobre el millar de manifestantes en la calle Seidlstrasse. La investigación policial debe ahora aclarar si se dirigió deliberadamente hacia la multitud. Se ha instalado en la zona un punto de de recogida de testimonios de las personas que hayan presenciado el incidente.

Un portavoz policial ha destacado que el sospechoso arrolló a los participantes en la manifestación desde atrás, cuando todos miraban en dirección opuesta, y que un agente disparó contra el vehículo para obligar al conductor a detenerse. El autor del atropello se situó inicialmente detrás de un coche patrulla que iba a cola de la manifestación escoltando la misma, hasta que repentinamente lo adelantó a gran velocidad y embistió a la multitud.

En vídeos que circulan en las redes sociales puede verse cómo policías detienen al conductor del vehículo, un Mini Cooper, y le reducen tendido en el suelo, junto a varios heridos en el atropello masivo y rodeado de manifestantes con chalecos reflectantes del sindicato Verdi.

Así las cosas, el canciller Scholz ha aseverado que cualquier persona que cometa delitos en Alemania no solo será castigado y enviado a prisión, sino que también será expulsado del país. Según ha precisado el jefe del Gobierno alemán, esta medida se aplicaría también a aquellos ciudadanos procedentes de países a los que es difícil repatriar.

El alcalde de Múnich, el socialdemócrata Dieter Reiter, destacó que entre los heridos hay niños y dijo sentirse «profundamente conmocionado» por lo sucedido. El automóvil utilizado para lo que la policía considera un atropello intencionado alcanzó a los seguidores de Verdi en la Karlstrasse, esquina Seidlstrasse, en las cercanías de la estación central de ferrocarril de Múnich.

Verdi había convocado este jueves en la capital bávara paros temporales en hospitales, piscinas públicas, guarderías y servicio de basuras para presionar a la patronal y lograr para los empleados de los servicios públicos subidas salariales del 8%, un aumento de las primas y tres días más libres al año. «Estamos conmocionados y tememos por nuestros colegas», señaló Claudia Weber, gerente de Verdi en Múnich.

«De repente, oímos el rugido del motor detrás de nosotros, las ruedas giraban y, a continuación, un fuerte estruendo», ha declarado un testigo al periódico Munich Merkur. Otro manifestante ha explicado los hechos a la cadena pública Bayerischer Rundfunk: «Yo formaba parte de la manifestación y vi que había un hombre tendido debajo del coche. Luego intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave». Según su relato, finalmente llegó la policía y abrió fuego contra la ventanilla del coche, por lo que se apartó y fue a atender a los heridos.

Otro participante en la marcha cuenta que el Mini Cooper había atropellado a una mujer con su hijo pequeño: «Al parecer, la madre y el niño estaban tirados debajo del coche».

Los servicios de emergencia han activado un amplio dispositivo de seguridad en la zona a la espera de conocer más detalles sobre este hecho. «Estamos en estos momentos en el lugar con fuertes fuerzas», ha asegurado un portavoz de la policía. Tras el suceso se han ordenado cortes de la circulación en la zona y ha pedido a la población que conduzca por otros lugares para que «los servicios de emergencia puedan trabajar sin obstáculos».

El ataque de Múnich coincide con el comienzo del proceso en Mannheim contra otro peticionario de asilo afgano, acusado de matar a puñaladas a un policía y de herir a cinco personas más. Sulaiman Ataee, de 26 años de edad, simpatizaba con la organización terrorista Estado Islámico, cuando el 31 de mayo de 2024 atacó a los participantes de un acto del ultraderechista e islamofóbico «Movimiento Ciudadano Pax Europa».

Armado con un cuchillo de caza de grandes dimensiones causó heridas de gravedad en la plaza central de Mannheim al extremista alemán Michael Stürzenberger y a otras personas que trataron de reducirle. Rouven Laur, un policía germano de 20 años, que intervino para acabar con la agresión fue alcanzado por puñaladas en el torso y el cuello y murió días después en un hospital local por la gravedad de sus heridas.

Ataee llegó con solo 14 años a Alemania junto a su hermano mayor en 2013 y se había graduado en secundaria en este país, donde contrajo matrimonio con una alemana de raíces turcas y tenía dos hijos pequeños. Aunque su petición de asilo fue rechazada, el hecho de tener dos hijos nacidos en Alemania le aseguraba un permiso de residencia permanente. Con el retorno al poder de los talibanes en Afganistán volvió a interesarse por el islam y se radicalizó en canales de las redes sociales afines a Estado Islámico.