Un informe tacha a Scotland Yard de «racista, misógina y homófoba»

El informe de la baronesa Casey llega también pocos días después de la publicación de los datos de una investigación interna realizada por las policías regionales. Reveló que más de 1.500 miembros de las fuerzas de seguridad habían sido acusados de delitos sexuales en un periodo de seis meses. Pero los jefes regionales tienen un dicho para esquivar sus culpas: «Siempre la 'Met'», en referencia a cómo se conoce popularmente a este cuerpo.

La Policía de Londres, también conocida con el nombre de la primera calle donde tuvo su cuartel general, Scotland Yard, siempre tiene problemas, según sus colegas. Cuenta con más recursos que otras fuerzas regionales, ha coordinado históricamente responsabilidades nacionales, sus miembros han sido mejor pagados... Envidia y rencor no se pueden descartar como motivos del malestar de compañeros de otros cuerpos.

Pero, además de responder con promesas de cambio al asesinato o violaciones de mujeres, la Met y otras fuerzas comparecen estos días ante los tribunales a raíz de una investigación pública que está desentrañando las conspiraciones crueles, y ridículas, de agentes infiltrados en grupos ecologistas, pacifistas e izquierdistas. También en sindicatos.

Hace tres décadas, la dejadez de la Met en la investigación del asesinato de un joven estudiante negro, Stephen Lawrence, por una banda de ultranacionalistas con conexiones delictivas, fue expuesta en un informe de un exjuez y soldado, sir William Macpherson, quien acuñó un término que provocó entonces conmoción. Su conclusión fue que Scotland Yard era 'institucionalmente racista'.

Desde entonces, la BBC ha emitido películas de Steve McQueen que ilustran el trato discriminatorio de la Policía londinense a los inmigrantes caribeños en épocas precedentes. Casey anota en su informe que un oficial negro tiene ahora un 81% más de probabilidad de ser disciplinado internamente que un blanco. En 'The Times', la autora pregunta si alguien cree que son un 81% peores como agentes.

¿Quién no cree el testimonio del 10% de mujeres oficiales que afirman haber sufrido acoso sexual? Una de ellas era perseguida por un jefe que se masturbaba en el vestuario común, sin que nadie lo denunciase. Casey describe una fuerza con investigadores a pie de calle desbordados de trabajo y chuleados por jefes 'bullies', y cuerpos elitistas corruptos, como los encargados de la seguridad de mandatarios.