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Alex Batty, el joven inglés de 17 años que se escapó, la pasada semana, de la compañía de su madre y de su abuelo en el Pirineo francés, está muy feliz en casa de su abuela, donde ha concedido una entrevista al diario 'The Sun'. ... En ella afirma que pasó en España los primeros años desde que su madre y su abuelo le llevaron de vacaciones a Málaga, en 2017, y suspendieron el contacto con la abuela.
Afirma que su madre, que podría tener que responder a la Justicia por haber quebrado la responsabilidad parental que se le había entregado a la abuela, es «una gran persona, pero no es una gran madre». Emprendió aquel viaje «porque creía que era lo mejor para mí». Cuenta que disfrutó de ese tiempo inicial: «leyendo, la playa, haciendo lo que me apetecía». Pero la vida nómada fue paulatinamente más dura.
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Beatriz Juez
Tenía que trabajar «ayudando en tareas de construcción, pintando, en demoliciones,…». A los catorce años pasó «dos meses de contemplación» en los que pensó sobre su futuro. Desde entonces, afirma, tenía en la mente la idea de volver a Inglaterra. Porque «mi madre y mi abuelo pensaron sobre el presente, no sobre el futuro», afirma.
La vida que llevaba le aburría, porque no tenía contacto con gente de su edad. En los últimos seis años solo ha tenido una amiga adolescente, una chica española a la que conoció en una cafetería. No ha ido nunca a una escuela. Dice que, como consecuencia de la vida que ha vivido, le cuesta hablar con gente de su edad. Tiene amistades en internet.
Describe a su madre como una persona testaruda, empeñada en que estaba haciendo lo mejor para él. Y a su abuelo como más protector y atento. Trabajaba con él como obreros para todo a cambio de habitación y comida. Alex habría convencido recientemente a su madre de poner fin a la vida en el monte y alquilar una vivienda, en una granja de la región de Aude, en el sudoeste de Francia.
Les ayudó a mudarse y el día 11, lunes, decidió marcharse de la casa cuando comprobó, en la medianoche, que su madre dormía. Dejó una nota para ella. «Hola, mami. Quiero que sepas que te quiero mucho. Estoy muy agradecido por la vida que me has provisto en los últimos años. No os preocupéis por vosotros porque no os encontrarán. No te preocupes tampoco por mí, ya sabes que puedo cuidarme. Te quiero mucho. No te enfades conmigo».
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Es una nota que Alex habría reproducido para 'The Sun' basándose en la original. Cuenta al diario -que le habrá pagado una cantidad de al menos cinco dígitos- la mentirosa explicación que dio al distribuidor de medicinas que le acogió a las tres de la madrugada, y a la Policía regional. Les dijo que había pasado cuatro noches y días caminando hacia la estación de tren de Toulouse.
«Soy un caminante muy competente», aclara ahora. Dio vueltas en la comarca, que conocía bien, para que pareciese verdad que se había perdido si le detenían. Quería evitar que la Policía localizase a su madre y a su abuelo. Su madre y su padre se separaron cuando tenía dos años y el abuelo paterno le esperaba en el aeropuerto de Toulouse cuando emprendió, el sábado, el viaje de regreso a su infancia en Oldham, en la Gran Mánchester.
Quiere estudiar ingeniería de software y el dinero que ha cobrado a 'The Sun' quizás le ha servido para comprarse ya un buen ordenador. La abuela Susan le cuida ahora en su casa. Cumplirá 18 años en febrero y nadie tendrá patria potestad sobre él, que no parece tener ningún interés en que la Justicia castigue a su madre o a su abuelo.
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