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El presidente francés, Emmanuel Macron, prefirió no sacarse este viernes ningún conejo de la chistera, aunque lo intentó. Designó como primer ministro al veterano centrista François Bayrou. Desde la moción de censura exitosa la semana pasada contra el conservador Michel Barnier, el nombre del histórico ... líder del MoDem -uno de los tres partidos que componen la coalición macronista- aparecía en todas las quinielas. Al final, Macron apostó por él, tras los titubeos a lo largo de una mañana digna de un capítulo de la serie 'Baron Noir'. Se trata de un perfil continuista que no ofrece la garantía de resistir los embates de una muy fragmentada Asamblea Nacional, donde la izquierda y la ultraderecha se unieron de manera circunstancial para tumbar a Barnier.
El gabinete presidencial anunció la decisión con un comunicado a mediodía. Antes de la confirmación oficial, el jefe del Estado y el flamante 'premier', de 73 años, se reunieron durante casi dos horas en el Elíseo. Los funcionarios del Palacio de Matignon, sede del responsable del Ejecutivo, ya habían instalado los micrófonos para el traspaso de carteras desde primera hora de la mañana. Pero la confirmación oficial tardó en llegar y ese acto no se produjo hasta pasadas las cinco de la tarde.
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Según el diario 'Le Monde', Macron y Bayrou mantuvieron una tensa conversación en que el segundo convenció al jefe del Estado para que lo nombrara al frente del Gobierno, en lugar del exministro de Industria, Roland Lescure, la opción que prefería el presidente. Unas horas antes, a las cinco de la madrugada, lo había llamado para decirle que no sería el elegido, informó la cadena de radiotelevisión France Info. Con este parto difícil, el tres veces candidato a las elecciones presidenciales (2002, 2007 y 2012) regresa finalmente a la primera línea.
«Todo el mundo dice que debemos encontrar un camino que una a la gente en lugar de dividirla. Pienso que es necesaria una reconciliación», aseguró en sus primeras palabras el alcalde de Pau (suroeste de Francia), quien había quedado relegado desde 2017 a un rol secundario debido a sus problemas judiciales. El Tribunal de París, sin embargo, lo absolvió a principios de este año por una trama de falsos asistentes en el Parlamento Europeo, un caso parecido por el que ahora juzgan a la ultraderechista Marine Le Pen.
164 escaños
de los 577 que componen la Asamblea Nacional obtuvo el bloque de Macron en las pasadas elecciones del 7 de julio. No obstante, ha decidido apostar por la continuidad.
Su designación comporta que el macronismo recupera completamente las riendas de Matignon, tras el breve mandato de menos de tres meses de Barnier, vinculado con la derecha tradicional de Los Republicanos (LR). Macron se decanta por la continuidad, pese al revés sufrido por su bloque en las elecciones legislativas anticipadas del 7 de julio en que terminó segundo y solo obtuvo 164 escaños (de un total de 577). «Me parece incomprensible desde un punto de vista electoral», criticó la secretaria general de Los Verdes, Marine Tondelier, sobre el nombramiento de este viernes.
La formación del Gobierno, prevista para los próximos días o semanas, dará las primeras pistas sobre la capacidad de Bayrou para ampliar el perímetro de sus apoyos. Pese a sus malas relaciones con el expresidente Nicolas Sarkozy, quien mantiene cierta influencia sobre LR, quizá convencerá a la derecha tradicional para que siga en el Ejecutivo, al que se sumó en septiembre de la mano de Barnier.
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«No bloquearemos. Lo que importa es la hoja de ruta», sostuvo Laurent Wauquiez, presidente del grupo parlamentario de los conservadores. En cambio, la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) anunció otra moción de censura. Los Verdes y los comunistas abrieron la puerta a sumarse a ella, mientras que la Agrupación Nacional de Le Pen afirmó que no pulsará el botón rojo. Al menos, de momento.
La posición más escrutada es la del Partido Socialista, que ha tomado ciertas distancias en los últimos días respecto a sus aliados insumisos. Después de una reunión de su dirección, esta formación indicó que «no participará en el Gobierno y se mantendrá en la oposición». Puso como condición para no apoyar la censura junto con sus otros socios del Nuevo Frente Popular que Bayrou no utilice el 49.3, un polémico artículo de la Constitución que permite aprobar una ley sin una votación parlamentaria y que propició el final del Ejecutivo de Barnier. También le pidió que renuncie a las intenciones que tenía este último de impulsar una dura ley migratoria a principios de 2025.
Estas líneas rojas elevan la dificultad del examen al que se enfrenta el alcalde de Pau. Y aún más porque empezará por la prueba más difícil: elaborar unos Presupuestos para frenar el desfase en el déficit público -de más del 6% este año- sin que esto incendie las calles de una de las sociedades más bulliciosas de Europa. Barnier no la superó y se convirtió en el primer dirigente galo censurado desde 1962. Bayrou corre el riesgo de ser el segundo.
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