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Como era de esperar, el tema central del discurso pronunciado este martes en la Plaza Roja de Moscú por el presidente ruso, Vladímir Putin, con motivo del desfile del 78 aniversario de la victoria contra la Alemania nazi no podía ser otro que la invasión ... de Ucrania. En medio de unas medidas de seguridad sin precedentes para evitar nuevos ataques de drones contra el Kremlin, Putin denunció que «hoy la civilización se encuentra una vez más en un punto de inflexión decisivo. Una auténtica guerra se ha declarado una vez más contra nuestra Patria», en referencia a Occidente.
«Hemos repelido el terrorismo internacional, protegeremos a los habitantes del Donbás -este de Ucrania- y garantizaremos nuestra seguridad», sostuvo ante las tropas en la Plaza Roja y los invitados allí presentes, entre ellos siete dirigentes extranjeros y veteranos de la Gran Guerra Patria, la denominación que en Rusia recibe la II Guerra Mundial.
El máximo dirigente ruso dijo que «cualquier ideología que pretenda la hegemonía es inherentemente repugnante, criminal y mortífera. Sin embargo, las élites globalistas occidentales todavía resaltan su exclusividad, enfrentan a las personas y dividen las sociedades, provocan conflictos sangrientos y golpes de Estado, siembran el odio, la rusofobia, el nacionalismo agresivo y destruyen la familia, los valores tradicionales que hacen que una persona sea persona».
Según sus palabras, Occidente hace todo eso para «seguir dictando e imponiendo a los pueblos su voluntad, sus leyes y reglas, en la práctica, su sistema de expolio, violencia y represión. Parecen haber olvidado a qué condujeron las dementes pretensiones de los nazis de dominar el mundo». Putin deploró en su alocución que se haya olvidado «quién derrotó a este monstruoso mal absoluto» que fue el nazismo, «quién liberó a las naciones de Europa».
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Óscar Beltrán de Otálora
El jefe del Kremlin lamentó que «los monumentos a los soldados soviéticos son destruidos sin piedad y a sangre fría, los monumentos a los grandes comandantes son demolidos, se crea un verdadero culto a los nazis y a sus cómplices, mientras la memoria de los verdaderos héroes está siendo borrada y calumniada». Por eso, cree que «la profanación de tal hazaña y de las víctimas de aquella generación victoriosa también es un crimen, es revanchismo descarado de aquellos que prepararon cínica y abiertamente una nueva campaña contra Rusia, reuniendo a la escoria neonazi de todo el mundo con ese propósito».
«Su objetivo, y en esto no hay nada nuevo, es lograr el colapso y la destrucción de nuestro país, borrar los resultados de la II Guerra Mundial, acabar finalmente con el sistema de seguridad global y el Derecho Internacional, y estrangular cualquier centro soberano de desarrollo», subrayó Putin, que fue quien precisamente desencadenó, el 24 de febrero de 2022, la guerra en Ucrania que ha puesto a prueba el actual sistema de seguridad global.
El presidente ruso defendió que «las ambiciones desorbitadas, la soberbia y la permisividad sin límites inevitablemente se convierten en tragedias. Esta es precisamente la razón de la catástrofe que vive ahora el pueblo ucraniano, que se convirtió en rehén de un golpe de Estado y del régimen criminal que sus amos occidentales desarrollaron sobre su base, moneda de cambio en la implementación de sus egoístas y crueles planes».
Tras un minuto de silencio, Putin prosiguió su arenga dirigiéndose a los soldados que combaten en Ucrania, señalando que «nos sentimos orgullosos de los que participan en la Operación Militar Especial -nombre oficial de la invasión del país vecino-, de todos los que luchan en la línea del frente (…) no hay nada ahora más importante que su actividad de combate. De ellos dependen la seguridad del país, el futuro de nuestro Estado y de nuestra gente». El presidente ruso finalizó así su discurso: «¡Por Rusia! ¡Por nuestras valientes Fuerzas Armadas! ¡Por la victoria! ¡Hurra!».
195 militares rusos han sido «liquidados» desde el inicio de la invasión, según las Fuerzas Armadas de Ucrania. Estas cifras distan de las reconocidas por Moscú.
Wagner critica la huida de los soldados rusos. El jefe del grupo paramilitar Wagner, Evgueni Prigozhin, acusó este martes a los soldados del ejército regular ruso de huir de sus posiciones en Bajmut.
67% de los ucranianos son contrarios a negociar para poner fin a la guerra. Consideran que la batalla debe continuar hasta expulsar a los invasores.
Alemania reclama la mediación de China. La ministra de Exteriores de germana, Annalena Baerbock, insistió una vez más este martes en que China debe desempeñar un «papel fundamental» en la resolución del conflicto.
1.200 millones de dólares. donará Estados Unidos en un nuevo paquete de ayuda militar, que incluye, entre otros equipos, sistemas de defensa antiaérea y numerosas municiones.
Seguidamente, comenzó el desfile, que se alargó poco más de un cuarto de hora. Todo el evento se prolongó por espacio de 47 minutos cuando en años anteriores tuvo una duración mínima de una hora. Participaron mayoritariamente alumnos de academias militares y una unidad de cosacos desplegada en el frente del Donbás. Finalmente apareció el único tanque que se pudo ver este martes en la Plaza Roja, un vetusto T-34 de la II Guerra Mundial. Hubo también unos cuantos blindados, cohetes 'Iskander-M', lanzaderas antiaéreas S-400 y el temible sistema de misiles nucleares estratégicos RS-24 'Yars'. Tampoco este año hubo exhibición aérea.
En la tribuna, junto con Putin y los veteranos, estuvieron los presidentes de Kirguistán, Sadir Zhapárov, Kazajistán, Kasim-Zhomart Tokáyev, Tayikistán, Emomali Rajmón, Uzbekistán, Shavkat Mirziyóyev, Turkmenistán, Serdar Berdimujamédov, Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, y el primer ministro armenio, Nikol Pashinián. Lukashenko se sintió indispuesto y regresó a Minsk de inmediato, sin quedarse a la comida que ofreció su homólogo ruso.
En las gradas, según las agencias rusas, había mercenarios del Grupo Wagner, cuyo jefe, Evgueni Prigozhin, volvió este martes a criticar en otro vídeo a la cúpula militar rusa ya que, según él, «sólo hemos recibido el 10% de la munición solicitada». Aseguró que, pese a ello, seguirán luchando en Bajmut a la espera de que el Ministerio de Defensa cumpla su promesa de enviar los suministros. Se refirió a un «abuelo feliz» que debería garantizar lo necesario en el campo de batalla, sin especificar si se trata del ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, del jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, o de quién. Hace tiempo que ambos sufren sus insultos.
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