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Marine Le Pen, en el colegio en el que depositó su voto el pasado domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia. AFP
La estrategia de Marine Le Pen para 'blanquear' su candidatura a la Presidencia de Francia.
Elecciones Presidenciales en Francia 2022

Marine Le Pen, una loba con piel de cordero

La candidata de extrema derecha que peleará el próximo domingo contra Macron por la presidencia francesa ha suavizado su discurso, cambiado de nombre a su partido y dulcificado su vestuario en un intento por 'blanquear' su candidatura

beatriz juez

Sábado, 16 de abril 2022

Marine Le Pen, candidata del partido de extrema derecha Reagrupación Nacional a la presidencia de Francia, invita a sus compatriotas a leer su programa electoral. «No tengo un proyecto oculto: todo lo que deseo hacer, lo digo», asegura la ultraderechista. «No hay ninguna razón de tener el menor miedo», añade Le Pen, que se enfrentará el próximo domingo 24 de abril con el presidente saliente Emmanuel Macron en las urnas en la segunda vuelta de las presidenciales.

Los Le Pen, presentes en la política francesa desde hace 50 años, fascinan y horrorizan, a partes iguales, a sus compatriotas. La política es para ellos un negocio familiar. El padre, Jean-Marie Le Pen, histórico dirigente de la extrema derecha, fundó en octubre de 1972 el Frente Nacional. Marine Le Pen, su heredera política, tomó las riendas del partido en 2011 y lo ha transformado.

«Marine Le Pen es como Obélix», se cayó dentro la marmita de la política cuando era pequeña, explicó Jean-Marie Le Pen a Renaud Dély, autor del libro 'La verdadera Marine Le Pen' (editorial Plon). En el álbum de fotos de los Le Pen política nacional y familia se entremezclan.

Desde hace décadas los franceses siguen con atención los capítulos de este culebrón político-familiar, a medio camino entre las series 'Dallas' y 'House of cards', lleno de desavenencias familiares, traiciones, rendimientos de cuentas en público, reconciliaciones, puñaladas traperas e incluso un parricidio político.

Desde el desnudo de Pierrette, madre de Marine Le Pen, en Playboy para vengarse de su exmarido, a la traición de Marion Maréchal, sobrina de Le Pen que apoyó la campaña del ultra Eric Zemmour, pasando por el atentado con bomba contra Jean-Marie Le Pen en la casa familiar en 1976 cuando Marine tenía 8 años. Hay también peleas y reconciliaciones entre los miembros del clan y la expulsión del patriarca del partido por su propia hija.

Marion Anne Perrine Le Pen, conocida como Marine Le Pen, es la hija pequeña de Jean-Marie, ha sido siempre su preferida y la que más se parece a él. «Marine es el clon absoluto de su padre», dijo en una ocasión Pierrette, su madre. 'Marinou', como la llamaba el patriarca, estaba fascinada con su padre. «Es el hombre de mi vida», aseguraba la ultraderechista, divorciada en dos ocasiones y madre de tres hijos: Jehanne y los gemelos Louis y Mathilde.

En campaña. Marine Le Pen, a su llegada a un mitin en Perpignan. Reuters

Marine Le Pen, que considera que su partido no es de extrema derecha, defendió a capa y espada durante años a su progenitor, perdonó sus errores políticos, sus mentiras históricas y sus salidas de tono. Asegura que su padre no es antisemita, pese a sus múltiples declaraciones que apuntaban todo lo contrario. El patriarca, por ejemplo, considera «un detalle de la Historia» las cámaras de gas utilizadas por los nazis para exterminar a los judíos.

Su padre se presentó cinco veces a las presidenciales. En 2002, dio la sorpresa al clasificarse para la segunda vuelta provocando un auténtico terremoto político en Francia. Por primera vez, la extrema derecha estaba a las puertas del Palacio del Elíseo. Le Pen padre fue derrotado por Jacques Chirac, su peor enemigo, por un humillante 17,79%, frente al 82,21% del político conservador.

Marine Le Pen, de 53 años, es la tercera vez que lucha por las llaves del Palacio del Elíseo. En 2012, no logró superar la primera vuelta. En 2017, se clasificó para la segunda ronda. Macron la derrotó por 66,10% de los votos, frente al 33,9% de apoyos de la ultraderechista. Cinco años después, quiere tomarse la revancha.

Desde que asumió hace once años las riendas de la extrema derecha, Marine Le Pen ha tratado de «desdemonizar» a su partido, borrar la imagen que tienen los franceses de que es una formación racista y antisemita. Para lograrlo, echó a su padre y a los miembros más radicales del partido, suavizó su discurso, escondió bajo la alfombra el antisemitismo y cuidó el lenguaje. Ahora incluso reivindica la figura del ex presidente Charles De Gaulle, que su padre y el Frente Nacional denostaban.

Partido de gobierno

Cambió el nombre al partido a Reagrupación Nacional, consciente de que el nombre de Frente Nacional espantaba a muchos votantes franceses. La decisión no gustó al patriarca, que lo calificó de «el golpe más severo» que el Frente Nacional había recibido desde su fundación. 

Su objetivo: hacer más presentable a Reagrupación Nacional ante la opinión pública francesa, lograr que pasara de ser un partido marginal antisemita y antiinmigrante a ser visto como un partido de gobierno. Y, de paso, consolidarse ella misma como una alternativa creíble a Macron.

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Su imagen ha mejorado entre los franceses, según un sondeo reciente de Ifop. El 60% considera que Marine Le Pen es una persona cercana a las preocupaciones de los franceses, el 53% la encuentra simpática, el 50% cree que da la talla para ser presidenta de la República y el 48% la considera capaz de gestionar una crisis. Pero su figura inquieta a uno de cada dos franceses.

La irrupción del candidato ultraderechista Éric Zemmour, que amenazaba durante la campaña electoral de la primera vuelta con arrebatarle el liderazgo de la extrema derecha, le ha venido al final bien a Marine Le Pen. Ha contribuido a ese lavado de imagen de cara al electorado. Al lado de Zemmour, que exhibía una islamofobia y xenofobia sin complejos y se situaba a la derecha de la extrema derecha, ella parece más moderada.

Le Pen, abogada de formación, ha centrado su campaña en la pérdida de poder adquisitivo, una de las grandes preocupaciones de los ciudadanos franceses en estas elecciones, especialmente entre los votantes de las clases populares, donde tiene mucho tirón. Y ha dejado en un segundo plano sus propuestas sobre la inmigración, la lucha contra el islamismo y el velo islámico, que no ha cambiado mucho con respecto a 2017, pero de las que habla menos que antes.

En cambio, ya no defiende en su programa la salida de Francia de la Unión Europea «para devolver a Francia su soberanía nacional»; o salir del euro para volver al franco francés. Consciente de lo impopulares que son esas propuestas entre la mayoría de los franceses, ya no las defiende. Para ella el 'Frexit', la salida de Francia de la UE, siguiendo el modelo del Brexit del Reino Unido, ya no es una prioridad. Su objetivo es ganar las elecciones.

Marine, en brazos de su padre cuando tenía cinco años. AGENCIAS

Carga contra la propuesta de Macron de retrasar de 62 a 65 años la edad de jubilación. Se erige en defensora de las clases populares. Multiplica los guiños a los 'chalecos amarillos' y al 22% de franceses que votaron en la primera vuelta por el líder de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, en un intento de atraer el voto anti Macron. Por ejemplo, propone, como ellos, instaurar el referéndum de iniciativa ciudadana (RIC) y reformar el sistema electoral para introducir la proporcionalidad.

La candidata también ha cambiado su estilo de vestuario. Ha dejado colgados en el armario sus trajes de chaqueta-pantalón más oscuros, para dar paso a tonos más claros y de colores pastel que le dan una imagen más femenina y alegre. Y, siempre que puede, luce una sonrisa.

Pero la política ultraderechista no engaña a muchos franceses. Marine Le Pen es una loba con piel de cordero. «La señora Le Pen piensa por lo bajo lo que el señor Zemmour dice en alto», afirma Bertrand Delanoë, exalcalde socialista de París.

El Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF) advierte que «la verdadera cara de Marine Le Pen es la que muestra junto a los dirigentes más violentos y xenófobos de Europa, de los que es próxima en el plano personal e ideológico». «El voto Le Pen significaría un viraje autoritario, la institucionalización de la discriminación, la liberación de la xenofobia y el racismo», advierte la ong antirracista Licra.

«No banalizar»

Desde la izquierda como desde la derecha, numerosos políticos han hecho llamamientos a votar por Macron y a movilizarse para impedir que la extrema derecha llegue al poder en Francia, pues consideran que Reagrupación Nacional es un partido contrario a los valores republicanos.

Antes de la primera vuelta, Macron instó a los franceses a «no banalizar» al Frente Nacional. El candidato de la República en Marcha utiliza adrede el antiguo nombre de Reagrupación Nacional para dejar claro que sigue siendo un partido de extrema derecha. «Yo nunca he banalizado al Frente Nacional. Siempre he respetado a sus votantes, pero las soluciones que propone yo las combato con fuerza», dijo Macron, que se presenta a la reelección tras cinco años en el Palacio del Elíseo.

Jean-Marie Le Pen está convencido que su hija Marine «puede ganar» las elecciones y que «debe ganar por el futuro de Francia y la felicidad de los franceses». Si Marine Le Pen derrota a Macron en las urnas, hará historia. Se convertiría en la primera mujer presidenta de Francia y en la primera jefa de Estado de la V República de extrema derecha.

Los datos

  • 27,8% de los votos obtuvo Macron en la primera vuelta de las presidenciales francesas del pasado domingo

  • 23,1% obtuvo Le Pen. Las encuestas aseguran que hoy la distancia entre los dos es de dos puntos.

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