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Juan Carlos Barrena
Berlín
Jueves, 2 de marzo 2023, 11:40
El canciller federal, Olaf Scholz, ha exigido hoy de China la renuncia al suministro de armas a Rusia, ha reiterado el apoyo de Berlín a Kiev «el tiempo que haga falta» y ha criticado a quienes protagonizaron el pasado fin de semana una manifestación en ... Berlín para exigir negociaciones de paz a costa incluso del sometimiento del país invadido. «Si Ucrania dejase de defenderse, no se alcanzaría la paz, sino el fin de Ucrania», ha afirmado el jefe del ejecutivo federal en una declaración de Gobierno este jueves ante el pleno del Bundestag. Scholz ha celebrado que China haya advertido a Rusia contra el uso de armas nucleares en el conflicto bélico, pero ha señalado que ese no es suficiente esfuerzo por su parte. «No envíen armas al agresor Rusia», ha dicho el canciller federal, quien ha subrayado que Pekín debe hacer uso de su influencia en Moscú y «presionar para una retirada de las tropas rusas» de Ucrania.
Un año después del discurso ante la cámara baja alemana en el que habló del comienzo de una nueva era tras la invasión de Ucrania por Rusia, Scholz ha insistido en que no habrá acuerdo de paz sin contar con el Gobierno y el pueblo de la nación agredida. Las ciudadanas y ciudadanos de Ucrania luchan «por la libertad y la existencia de su país», ha señalado el político socialdemócrata, para quien «no es aceptable de manera alguna una paz dictada contra la voluntad de las víctimas, no solo por motivos morales, sino también por el bienestar de nuestro propio país y la seguridad de Europa». Tras exigir una vez más del presidente ruso, Vladímir Putin, el fin de la guerra y la retirada de sus tropas, Scholz, ha comentado que el líder del Kremlin se equivoca cuando piensa que el tiempo juega a su favor para obtener una victoria militar, ya que Occidente no cesará en su apoyo a Ucrania.
Supondría «un aliento fatal para el agresor que la ruptura del derecho internacional y el orden de paz europeos se vieran recompensados», ha advertido el jefe del Gobierno alemán, para el que cuanto antes comprenda el presidente ruso que no alcanzará sus objetivos imperialistas y que la comunidad mundial no tolera la violación de las leyes internacionales, mayor será la oportunidad de acabar la guerra. Tras reconocer que nada indica que Putin parezca dispuesto a respetar de nuevo las normas y reglas internacionales o a negociar una paz justa, Scholz ha señalado que «no se puede negociar con un arma apuntando a la sien más que cuando se trata del propio sometimiento» y ha añadido que el desarrollo de la guerra ha dejado claro cuál sería el destino de los ucranianos si se impone Moscú al recordar que en Bucha, Kramatorsk o Mariupol «los soldados de Putin cometieron terribles crímenes de guerra».
La intervención de Scholz se produjo un año después de la histórica declaración de Gobierno realizada hace un año. Entonces, 27 de febrero de 2022, tres días después de la invasión de Ucrania por Rusia, el canciller federal anunció en una sesión extraordinaria del Bundestag un fondo extraordinario de 100.000 millones de euros para modernizar y reforzar las fuerzas armadas germanas. El día anterior, Berlín había acordado enviar armas a Ucrania y, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, suministrar material bélico a un país en guerra. «Vivimos un cambio de era y eso significa que el mundo dejará de ser igual que antes», afirmó entonces Scholz.
Friedrich Merz, líder de la oposición conservadora en el parlamento alemán, ha dicho que el canciller federal ha acertado al describir como «cambio de era» la invasión de Ucrania por Rusia, pero ha lamentado que Alemania y Europa hayan hecho demasiado poco a lo largo del último año para afrontar militarmente la amenaza rusa y ha subrayado la dependencia de Estados Unidos en materia de seguridad. «Vamos a tener que organizar durante años, cuando no décadas, la seguridad de Europa contra Rusia», ha advertido el también presidente de la Unión Cristianodemócrata, quien ha exigido más decisiones y menos declaraciones de Gobierno. Igualmente, se ha referido al «reto» que supone China y ha indicado que lo que Rusia consiguió con los gasoductos Nord Stream lo está haciendo ahora Pekín con su nueva ruta de la seda. Se trata de «un proyecto imperialista para ganar influencia económica y política» en una mayor dimensión de lo que Rusia habría sido capaz, ha puntualizado Merz.
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