Secciones
Servicios
Destacamos
Que obligará a las tropas israelíes a abandonar el sur y luchará contra las mafias, que combatirá la corrupción e impulsará el desarrollo, y que, en suma, se empeñará en reformar un sistema sectario que esclerotiza la política local. Joseph Khalil Aoun ha realizado numerosas ... y ambiciosas promesas en el discurso con el que ha asumido la presidencia de Líbano. Este militar de carrera se hace con la jefatura del ejecutivo tras dos años vacante, toda una prueba de la parálisis que sufre la vida pública del país árabe. Hay grandes esperanzas depositadas en él. Ahora hace falta que sus deseos, como los de la mayoría de los ciudadanos del pequeño Estado, no se los lleve el viento hasta la Corniche, el paseo marítimo beirutí.
El reto es mayúsculo. Llevar las riendas de esta atormentada república implica desplazarse por un campo minado. Quizás su experiencia bélica le permita salir airoso de un cometido de tamaña envergadura. El nuevo dirigente nació hace 61 años en el seno de una familia de fe católica maronita y el dato no resulta menor. El credo religioso condiciona la trayectoria de los libaneses, que carecen, por ejemplo, de la posibilidad de llevar a cabo un matrimonio civil. La política también está condicionada por la fe. A los cristianos se les reserva la presidencia del Estado, mientras que el primer ministro ha de ser un musulmán suní y el presidente del Parlamento debe proceder de la comunidad chií.
El joven Aoun se enroló en el Ejército tras cursar la licenciatura de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales en la Universidad Americana. El bautismo de fuego tuvo lugar en el epílogo de la guerra civil que asoló su tierra entre 1975 y 1990. Posteriormente, llevó a cabo una formación militar y antiterrorista en Siria y Estados Unidos. Su elección como comandante de la Novena Brigada de Infantería en 2015 constituyó todo un hito en su trayectoria y en la historia reciente del país. Este cuerpo, desplegado en la frontera, hubo de repeler en Líbano el intento de expansión del Estado Islámico y el Frente Al Nusra. La operación 'Jroud Dawn', dirigida por el oficial, impidió la invasión con el apoyo de Hezbolá y las tropas regulares sirias. Posteriormente, fue designado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, uno de los estamentos con mejor crédito de la Administración nacional.
El desastre ha acompañado la historia reciente del Líbano, con un escenario muy polarizado. En 2005, el asesinato del primer ministro Rafic Hariri demostró la existencia de dos facciones divididas por su apego o rechazo a Siria, el vecino que siempre se inmiscuye. Curiosamente, ambas están compuestas por partidos ideológicamente muy diversos, pero unidos en ese amor u odio hacia el régimen de los Assad.
El magnicidio fue el primero de una serie de graves sucesos. La crisis económica, agudizada en la segunda década, o la explosión del puerto de Beirut en 2022, provocaron intensas protestas ciudadanas. La proyección de Aoun más allá de los cuarteles llegó entonces, cuando clamó por el anquilosamiento y la falta de respuestas a la recesión, aunque se circunscribiera al ámbito castrense. Aquellas manifestaciones fueron difundidas por las redes sociales y le proporcionaron relieve en la sociedad civil. En 2023 su mandato fue prorrogado, circunstancia que se repitió un año después. Aoun dirigió el Ejército cuando se produjo la última invasión israelí.
El respaldo concitado no ha propiciado, sin embargo, una elección sencilla. Algunos sectores se oponían a la designación de un oficial del Ejército como presidente, pero, a final, se consiguió el voto mayoritario, posiblemente influido por la presión de Arabia Saudí y Estados Unidos, sus grandes valedores. La posición del jefe de Estado no es meramente protocolaria. Su capacidad para elegir la dirección del ejecutivo le otorga una gran facultad para determinar la dirección política. Tras la aceptación, el nombramiento del primer ministro ha sido su primera decisión relevante. El elegido es Nawaf Salam, presidente de la Corte Internacional de Justicia y una figura aparentemente ajena a los condicionamientos internos, quien ya ha reclamado un programa para la reconstrucción de las zonas afectadas por los bombardeos israelíes.
El futuro del nuevo ejecutivo depende de su capacidad para cumplir los acuerdos con el gobierno judío, conseguir la retirada del sur e inversiones extranjeras para impulsar el crecimiento. En su haber se halla la debilidad de Hezbolá, que hasta ahora había condicionado el rumbo del país, y los cambios producidos en Siria, que ya no es el aliado fiel de las milicias chiíes.
El nuevo presidente comparte apellido con su antecesor, Michel Aoun, con quien no mantiene ningún parentesco. Posiblemente, su éxito radicará en la capacidad para mantener las distancias con aquel viejo estadista, prototipo del político camaleónico, hábil en la utilización de la paz y la guerra en función de intereses propios, que caracteriza la escena local. Hoy, Líbano reclama cambios, modernización, secularización y libertad. Es el turno de nuevos líderes con grandes apuestas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.